SOCIEDAD
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Un fenómeno que se da en otros asentamientos

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El fenómeno de las construcciones en altura se da también en otras villas porteñas. En la Villa 20 de Lugano, y la 21-24 de Barracas, que están entre los cinco asentamientos más grandes de la ciudad según el último censo, también puede verse cada vez más “edificios” con las mismas características. El caso de la 31 es tal vez el más vistoso por su ubicación al costado de la autopista, en uno de los ingresos a la ciudad.
Pero incluso en las villas menos densas, como el asentamiento que se extiende en  Juan B. Justo entre Soler y Córdoba, en Palermo, al costado de las vías del ferrocarril San Martín, donde antes funcionaban sus galpones, también se refleja este crecimiento.
Y si bien no son muchas las familias que viven allí en comparación con las que residen en la Villa 31, ya pueden verse casas con dos o tres pisos construidos sobre el techo. La falta de espacio, en ese caso, hizo que el crecimiento fuera hacia arriba.  

A principios de este año, varios vecinos denunciaron que allí se esconden delincuentes que cometen robos piraña a los automovilistas que frenan en el semáforo de la avenida. En ese contexto, cuando la policía quiso entrar al lugar algunos vecinos les tiraron piedrazos.
“Esto se da en las villas más céntricas, que tienen mayor demanda por las ventajas comparativas que tienen respecto de otras localizaciones, con vasos comunicantes con la periferia”, dice el arquitecto  y director del CELS Eduardo Reese. En la misma línea se manifiesta también Enrique García Espil, arquitecto y docente universitario, quien agrega que “en el centro de las ciudades los asentamientos ya son de hormigón y ladrillo”.