SOCIEDAD
vecino de la villa 31 desde 1963

Un ‘villero’ porteño es por primera vez Ciudadano Ilustre

Teófilo “Jony” Tapia dirige el comedor que alimenta a 800 personas. Espera que el título sirva para “lograr urbanizar el barrio”.

Histórico. Tapia llegó a Retiro desde Mendoza en 1963. Trabajó diez años con el padre Mugica.
| Juan Obregón

Para Teófilo “Jony” Tapia, la Villa 31, en Retiro, es su casa. Allí vive desde hace 52 años –tiene “más de 70”, dice– y es uno de sus referentes sociales más conocidos y respetados. Entre otras actividades, está desde hace veinte años al frente del Comedor Carlos Mugica, donde desayunan y almuerzan por día unas 800 personas.

Pero acaba de sumar una distinción que lo hace único: desde la semana pasada, se convirtió en el primer vecino de una villa en ser nombrado Ciudadano Ilustre por la Legislatura porteña. La distinción, impulsada por las legisladoras porteñas Lorena Pokoik y Paula Penacca (FpV), contó con el apoyo de varios bloques legislativos.

De hablar pausado, pero de fuertes convicciones, Jony no dudó en señalar que la distinción es un reconocimiento a tantos años de lucha por la urbanización del barrio. “Espero que además sirva para que los habitantes de la Villa 31 sean considerados parte de esta sociedad y no queden postergados ni olvidados”, afirma durante su charla con PERFIL, al tiempo que muestra, con pudor, el diploma que certifica su nombramiento. “Nuestro objetivo es que la villa sea un barrio más dentro de la Ciudad, el barrio Carlos Mugica. No entiendo por qué no se cumple la Ley 3343. Está aprobada, pero el Ejecutivo no reglamenta su dictamen”, explica, sin ocultar su enojo.

Tapia es, además, es uno de los delegados barriales más antiguos de la villa –fue elegido en varias oportunidades en el Sector YPF– y fundó el comedor cuando el desempleo afectaba a buena parte de los residentes del asentamiento. Todos los días, se levanta a la una de la madrugada para preparar el desayuno, que comienza a entregar a partir de las cinco. “Viene mucha gente de la calle y algunos vecinos del barrio que trabajan en las terminales portuarias. Los almuerzos los damos a partir de las 9.30”. Sin embargo, muchos pasan después de hora. “Saben que acá no se le cierra la puerta a nadie”, aclara.

Durante la entrevista, el nombre del cura Carlos Mugica aparece varias veces. Trabajó diez años con él. “Nos orientaba y acompañaba en todos los reclamos. Nunca nos dejó solos”, sostiene. Tapia llegó a la 31 en 1963 desde Mendoza. Fue lavacopas, mozo, estibador y, desempleado, mendigó frente al Ministerio de Economía. De allí a las ollas y el comedor “fue un solo paso”, cuenta.