San Salvador - Algunas tienen una larga pena de prisión que cumplir, otras
esconden su delito en el silencio, pero todas quieren cambiar de vida. Las reclusas de una cárcel
de El Salvador
se han transformado en diseñadoras de moda o modelos para demostrar que son productivas y
valiosas.
El gran salón rodeado de ventanales y puertas de barrotes de la Cárcel de Mujeres de
Ilopango, 10 km al este de San Salvador, se transformó ayer en una pequeña pasarela, donde se
exhibieron las prendas diseñadas y confeccionadas por las mismas internas.
La maestra de ceremonias,
Silvia Jiménez, anunciaba por altoparlantes las características de cada uno de los
14 trajes casuales y de noche fabricados por siete diseñadoras reclusas. Siete compañeras modelos,
con rostros maquillados, tacón alto y con paso acostumbrado a las pasarelas, se encargaron de lucir
los trajes. Algunos vestidos fueron de diseño sencillo, otros con toques delicados de bordado a
mano y elaborados en telas de algodón, satén, lino o manta, fueron el disfrute de unas 200 mujeres
reas que colmaron el pequeño salón donde
la pasarela fue delineada con cinta blanca pegada al suelo y adornada con algunas macetas
con flores.
Carolina Alvarado, de 26 años, ha pasado los últimos cuatro años de su vida en la
Cárcel de Mujeres y le esperan otros 31 por el delito de secuestro, un tema del que ya no desea
saber nada. Mejor prefiere hablar de su "nueva vida" en la cárcel, donde ha aprendido a
confeccionar ropa. "No ha sido fácil llevar una vida aquí, te topas con toda clase de gente, buena,
mala, y
lo único que te queda es saber cómo vivir, sin meterte en problemas", narró
Alvarado a la agencia de noticias
AFP, mientras escuchaba emocionada que su diseño, un vestido tejido a mano color blanco,
lograba el segundo puesto. "Me tomó más de una semana hacer el vestido, pero creo que me quedó
bonito y me gusta cómo se modela al cuerpo", decía Alvarado mientras
Laura Orellana, otra presa de cuerpo esbelto, modelaba su diseño bajo los gritos y
aplausos de su público de reclusas, muchas de ellas pandilleras.
Para algunas de las diseñadoras y de las modelos,
haber participado en la actividad les "abre un mundo" en el que se pueden ir
desarrollando en forma productiva y que, además, les permite sobrellevar de mejor forma su tiempo
de encierro. "Con esto queremos que la gente sepa que
somos gente útil, que no todas somos gente mala, que muchas queremos salir
adelante en nuestra vida, que
queremos dejar atrás una vida de errores", agregó a la
AFP
Mónica Lémus, 33 años, quien lleva seis años tras las rejas por un delito que
prefiere no mencionar. Lémus, que tiene una hija de 18 años, asegura con tono confiado que al salir
de la cárcel "voy a diseñar ropa o por lo menos voy a poder confeccionar ropa que yo sé que me va a
permitir ganarme la vida y tener un mejor camino".
Para las autoridades penitenciarias,
el objetivo primordial del desfile de modas es que las mujeres "levanten su autoestima y se
sepa que son mujeres útiles". "Ellas están conscientes de que cometieron errores, pero
como humanos que son quieren enmendarlos y con esto (el desfile) ellas tienen la oportunidad de
demostrar que han aprendido algo útil que es, además, muy apreciado", explicó a la
AFP Fanny Pacheco, directora de la prisión que resguarda a 784 reclusas.