Una chica vestida con un diminuto bikini bailando en un caño colocado en las arenas del mar es la síntesis perfecta de la seducción, dicen algunos. Para otros, es mezclar el agua y el aceite, la noche y el día.
Lo cierto, es que de los cabarets, la costumbre llegó a la televisión. Una vez consagrado por la pantalla chica, el hábito de contornearse sobre un palo colocado en posición vertical se extendió a lugares inesperados. Así, de pronto en los gimnasios de barrio, las madres de familia y adolescentes practican el baile del caño. Y ahora, de la mano del verano, la danza llegó a la playa.
A la vanguardia, está Mar del Plata. En las arenas de la ciudad balnearia más populosa, a la luz del sol, un grupo de pulposas bellezas blondas y morochas de proporciones más que llamativas captaron la atención de todos.
Los veraneantes, atónitos, pudieron contemplar a jóvenes sacándose casi toda la ropa. Más de un marido tuvo que hacer malabares frente a su esposa para disimular el shock. ¿Un espectáculo apto para todo público?