Y Dios creó a Brigitte Bardot, el mayor ícono sexual de Francia, explosiva a los 88 años

Brigitte Bardot, el ícono femenino más popular de Francia, cumple 88 años. Al repasar su corta carrera en la actuación (a los 40 años se retiró del mundo del espectáculo), sorprende el modo en que una niña rubia de la burguesía próspera llegó a convertirse en el símbolo sexual de una nación, la Marilyn Monroe de los galos que llegó a eclipsar a Sofía Loren y Gina Lollobrigida en el Festival de Cannes de 1956.

Brigitte Anne-Marie Bardot, también conocida como BB, nació en París el 28 de septiembre de 1934. Hija de una familia pudiente, su padre Louis Pilou Bardot fue un industrial exitoso –el dueño de Usines Bardot–, y su madre, Anne-Marie Mucel –que se había criado en Italia–, su cable a tierra frente a la educación rígida que el padre quería para Brigitte y su hermana menor, Marie-Jeanne.

Desde chica no pudo sacar los ojos de los escenarios y casi inexplicablemente a los 7 años convenció a sus padres de que le permitieran inscribirse en una escuela de ballet clásico, donde estudió con Leslie Caron (Un americano en París) y Jeanne Schwartz . Ya adolescente pasó la prueba de admisión en el Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza en París; el coreógrafo ruso Boris Knyazev fue su maestro. 

Pasó poco tiempo hasta que su madre, ya dispuesta a acompañarla en el siguiente paso, la convenció de que tenía condiciones para el modelaje. En una carrera meteórica, a principios de 1950 llegó a la portada de la edición francesa de la revista Elle cuando solo tenía 16 años.

Y Dios creó a Brigitte Bardot

Era innegable que la mujer había dejado atrás a la niña naif y que la fuerza salvajemente rubia que transmitía Bardot no pasaba desapercibida para nadie. Así fue como Roger Vadim, una de las personalidades más prominentes de la nouvel vague la descubrió -e inventó- y la hizo protagonizar, de buenas a primeras y sin experiencia actoral alguna, Le Trou Normand (1952), el ingreso de Brigitte Bardot a la pantalla grande.

Y el resultado fue arrasador, comenzando por el propio director que sin que mediaran muchas citas, le pidió matrimonio. Su unión con Roger Vadim (1952-1957) inauguró una lista de cuatro enlaces legales: Jacques Charrier (1959-1963), Gunther Sachs (1966-1969) y Bernard d'Ormale, su actual marido desde 1992, un record increíble.

Sí, porque la aproximación a los 60 abriles modificó cuerdas profundas en la diva francesa del sex appeal. A sus cuatro libretas matrimoniales, varias revistas del corazón sumaron un listado de un centenar de amantes, entre quienes figuran el actor Jean-Louis Trintignant, con quien coprotagonizó Y Dios creó a la mujer (1956) y también un sonado lío de sábanas (mientras ella seguía casada con Vadim, él era el marido de la actriz Stéphane Audran), que se complicó aún más cuando Brigitte sumó al músico Gilbert Bécaud.

Detallar su lista de amoríos sería agotador, pero baste señalar que fueron varios los hombres de la rubia depredadora sexual: el esquiador Christian Kalt, el empresario de la noche Luigi Rizzi, el músico Bob Zagury, el cantante Serge Gainsbourg, el escritor John Gilmore, el actor Warren Beatty, el actor Laurent Vergez, el escultor Miroslav Brozek el productor de televisión Allain Bougrain-duBourg, etc, etc.

Brigitte Bardot explosiva

El primer trabajo de Vadim como director, Y dios creó a la mujer (1956), instaló de inmediato a su joven estrella como el icono sexual francés de los ’50. 

Su personaje-personalidad de mujer flexible como un junco, bailarina desbordante de sexualidad, rubia desprejuiciada y moderna, que vivía el sexo sin culpas, significó una explosión sísmica en el panorama cinematográfico que hasta entonces había dominado Estados Unidos, con el modelo Doris Day del ama de casa perfecta.

A partir de entonces, Brigitte Bardot pasó a ser un artículo francés de exportación en todo Europa y América. Un coprotagónico anterior con Kirk Douglas (Acto de amor, de 1953), le abrió las puertas recelosas del mundo del espectáculo estadounidense, siempre hermético con todo lo que proviniera de Europa. De hecho, fue Douglas quien le consiguió a Vadim la financiación para su debut como director.

Y lo que siguió fue imparable: 47 películas (no pasemos por alto El desprecio de Jean-Luc Godard y Viva María!, de Louis Malle); nominación al British Academy Film Awards, como Mejor Actriz extranjera; más de 60 canciones grabadas; la condecoración de la Legión de Honor de Francia –que rechazó-, en 1985; y una precoz despedida de los escenarios, justo cuando cumplía 40 años, en 1973. 

Pero no fue cualquier despedida: en vez de ponerse sus mejores galas para el adiós, se las quitó en 1974, para soplar sus 40 velitas en una infartante producción desnuda para la revista Playboy.

Un ícono sexual en problemas

Sin embargo, para Bardot no todas fueron mieles en la vida. Era muy chica cuando perdió la visión en el ojo izquierdo, por ambliopía, y sobrevivió a varios intentos de suicidio y a un cáncer de mama. 

El primer esfuerzo por quitarse la vida fue cuando comenzó a salir con Roger Vadim a los 16 años. La niña bien de París había quedado embarazada, abortó y, ante la prohibición familiar de continuar con esa relación, prefirió elegir la muerte. Al ver que había sobrevivido, desoyó el mandato paterno y a los 18 años se casaron.

No sólo las relaciones de Brigitte fueron conflictivas sino también las rupturas. El abandono de Trintignant (se veían poco, porque él tuvo que enrolarse para el servicio militar) desató su segundo intento de suicidio –tuvo varios más- con pastillas para dormir.

En menos de dos meses, estaba “recuperada” y una nueva aventura amorosa con el actor Jacques Charrier, le renovó las ganas de vivir. A tal punto, que nuevamente quedó embarazada aún antes de contraer matrimonio y el 11 de enero de 1960 nació Nicolas-Jacques Charrier. 

Como la actriz estaba poco en casa, el padre obtuvo fácilmente la patria potestad y Bardot jamás tuvo un vínculo próximo con su hijo hasta que él fue adulto y ella pudo dejar en el olvido el karma de la construcción de su mito erótico.

El mejor ejemplo de que Brigitte estaba en otra sintonía fue su siguiente relación con un alemán, playboy y millonario, Gunther Sachs. 

Se conocieron cuando ambos estaban cenando en mesas contiguas, en un restaurante de Gassin, en Saint Tropez. Los presentó un amigo en común y esa noche continuó en el club nocturno Papagayo –a donde cada uno llegó conduciendo su propio Rolls Royce- y siguió con una estadía intempestiva en el hotel 5 estrellas de La Ponche, un ex barrio de pescadores devenido epicentro del jet set internacional, en donde el slogan del hotel aún se promueve recordando la risa explosiva de Brigittte Bardot. 

Un romance de película

En tan solo un mes de romance, Gunter Sachs se desvivió por deslumbrarla:

• Desde un helicóptero, arrojó miles de pétalos de rosa sobre la casa de la estrella en la localidad de Madrague, en Saint Tropez. 
• De noche, Barnett Singer apagaba las velas de la mansión de Madrague con una pistola de aire comprimido.
• Sachs la invitaba a dar paseos por la Riviera francesa, navegando sin días ni horarios, a bordo de su yate Drácula, que él mismo timoneaba.
• Sin protocolos y descalzos, visita imprevista al casino de Montecarlo en malla, jeans y despeinados por el viento y la sal del Mediterráneo, pero muertos de risa por haber perdido tan solo 100.000 dólares.
• Desayuno en Londres, merienda en Montecarlo, cena en Gstaad. Fin de semana en Lausanne; lunes, en la casa propia en Baviera. 
• Tres pulseras de lujo en un set patrio tricolor: una azul de zafiros, otra blanda de diamantes y una más rojo rubí, para declararle su “amor”.
• Pedido de mano y matrimonio con tres anillos de Cartier. 

Y dieron el sí ese mismo año, pero para la magna fecha patria de Francia, el 14 de julio, a tan solo dos meses de haberse conocido.
Sin embargo, el amor eterno con Sachs, nieto de Wilhelm von Opel, el fundador de la automotriz que aún lleva su nombre, no perduró.

En 1969 el matrimonio dejó de ser fantástico, y se divorciaron. Bueno… desde 1968, la rubia debilidad salía con Patrick Gilles, su partenaire en El oso y la muñeca (1970); y con Serge Gainsbourg, el niño terrible de la canción francesa, con quien Bardot había grabado el tema Je t’aime… moi non plus.

Leslie Caron y sus primeros maestros de danza decían que Bardot era tímida y, aunque cueste creerlo, algunas veces lo demostró: por respeto al matrimonio con Sachs, la diva le pidió a Gainsbourg que no hiciera público esa grabación, versión que recién se conoció en 1986.

En 1969, ya en otra, Serge Gainsbourg siguió apostando a Je t’aime… moi non plus y lo grabó con su nueva pareja, Jane Birkin, con tan alto contenido erótico (se fingía un orgasmo, “tú eres la ola, yo la isla desnuda”, se decía) que el Vaticano y varios países (Argentina entre ellos) lo prohibieron por “amoral”.

En 1986 creó la Fundación Brigitte Bardot para el Binestar y Protección de los Animales, con tanto ahínco que en una oportunidad viajó a Canadá para protestar contra la matanza de focas. Referente mundial en el proteccionismo animal, amenazó incluso con solicitar la ciudadanía rusa (como su colega Gérard Depardieu) si en Francia se seguían sacrificando elefantes enfermos.

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Bernard d’Ormale es su cuarto y actual marido: se casaron en 1992, en Oslo y, con 30 años ya constituye una relación atípica en su historia sentimental. El francés de ultraderecha fue asesor de Jean-Marie Le Pen en el Frente Nacional y la comunión ideológica entre ambos se hizo cada vez más evidente. 

La inclinación política de Bardot

No solo Brigitte Bardot apoyó públicamente a la candidata presidencial Marine Le Pen en el 2017 sino que la respaldó llamándola "la Juana de Arco del siglo XXI". 

Desde que están juntos, varias de sus declaraciones xenófobas provocaron malestar. Criticó a los inmigrantes musulmanes y al Islam e incluso fue multada en varias oportunidades por “incitar al odio racial”.

Un cambio de su perfil público que ya se venía insinuando desde su relación con Gunter Sachs, cuyo padre, Willy Sachs, no sólo fue un próspero industrial alemán sino un militante y militar activo de las SS del Tercer Reich, amigo de Himmler y Göring y condecorado por su contribución al partido durante la Segunda Guerra Mundial. De todos modos, no pudo evitar que lo detuvieran cuando su ex jefe cayó en desgracia.

El último intento de suicidio de Brigitte Bardot, que al menos se hizo público, fue en 1983, el mismo día en que cumplía 49 años. Tomó somníferos con vino y tuvieron que internarla de urgencia en un hospital para limpiarle el estómago. Una auténtica sobreviviente que sigue dando batalla.