TECNOLOGíA
Ciberseguridad

Bonelli y Carnota cuentan cómo se cuidan de los espías y los hackeos

Los periodistas revelan algunos de sus secretos a la hora de protegerse de los ataques cibernéticos.

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Marcelo Bonelli y Fernando Carnota opinan sobre la ciberseguridad en el periodismo. | Cedoc

Información exclusiva es la gran aspiración de los periodistas: un dato inédito y, en lo posible, el documento que lo pruebe. Llega el facsímil a la redacción, se verifica y se publica, como prueba irrefutable. La fuente “anónima” es detenida: los llamados alertaron sobre una posible filtración y la copia permitió decodificar los puntos de rastreo que dejó la impresora. La situación no es producto de la ficción sino que sucedió con el documento secreto que detalla los intentos de hackeo de Rusia en las últimas elecciones en Estados Unidos, publicado por The Intercept. 

“En mi experiencia, lo que suele ocurrir es que los recaudos básicos sean vistos como algo excesivo”, indica Natalia Zuazo, periodista de tecno-política y autora de “Guerras de internet”. Y explica que, con esto, no se refiere exclusivamente a encriptar información sino “a cuestiones básicas como tener contraseñas seguras y cambiarlas con regularidad, tapar la webcam, desactivar el doble visto en Whatsapp y tener un back up físico de la información, en vez de dejarla solo en la nube”.

Fenando Carnota, periodista en América, A24 y Canal Metro, explica: “la seguridad es una preocupación de todos los colegas, pero uno termina relajándose. Lo principal, si no querés que se filtren cosas personales, es no crearlas en primera instancia. Y, en este sentido, soy muy prudente con las cosas que digo o publico. Además, trato de usar dispositivos seguros y actualizados, que me permitan borrar información de forma remota en caso de robo”.

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Otro periodista que toma los recaudos pertinentes es Rodis Recalt, quien escribe en Revista Noticias. Consultado por la preocupación del periodismo sobre el tema, explica: “todos tenemos diferentes estrategias. Algunos son más paranoicos y otros, muy descuidados. En mi caso, si bien intento no pertenecer a los primeros, utilizo encriptadores de archivos para temas sensibles y los mantengo en movimiento. Además, activo las medidas de seguridad que ofrecen los servicios de mensajería”. Respecto de sus fuentes, explica que respeta la forma en la que estas quieran comunicarse, ya que, en su experiencia, son ellas quienes especifican la modalidad de contacto.

Por su parte, Marcelo Bonelli, periodista de Canal 13 y TN, cuenta: “trato de tomar todo tipo de recaudos, dentro de mis posibilidades. Chequeo periódicamente las medidas de seguridad a través de especialistas que conozcan muy bien sus mecanismos”. 

A pesar de las medidas de protección empleadas, tanto Carnota como Bonelli se saben o supieron espiados. “Sufrí dos ataques digitales. En el primero, junto a otros periodistas, entraron a mi casilla de email y la bloquearon. Se realizaron denuncias y estaban involucrados exagentes de la exside. En 2015, mi teléfono y correos fueron pinchados por supuestos agentes de inteligencia vinculados al gobierno kirchnerista. La denuncia la hizo en su momento la ahora ministra de seguridad Patricia Bullrich”, cuenta Bonelli. Y agrega: “es inadmisible que se vulnere la intimidad. Deberían ser acciones fuertemente sancionadas, pero lamentablemente no ocurre. Aunque diga lo mismo de forma pública o privada, me molesta que estas prácticas afecten a fuentes de información, así como también a familiares y amigos que nada tienen que ver con mi profesión”. 

Carnota, por su parte, asegura: “no me siento, se que soy espiado. De hecho, pertenecí al lote de los espiados de Milani. El tema es que, si te quieren pinchar, lo hacen. Por lo tanto, me cuido pero no me persigo. Por poner un ejemplo, si bien trato de usar canales seguros para hablar con fuentes, evitar WhatsApp no es una alternativa, ya que el 99% de la gente se maneja con esa aplicación”.

Y es que aquí hay una cuestión clave. Zuazo lo resume en una frase y los especialistas consultados coinciden con ella: “no protegerse a uno mismo no solo implica no cuidar la integridad de la investigación sino, fundamentalmente, no resguardar a las fuentes”. Los periodistas tienen, además de la necesidad de protegerse, responsabilidad sobre terceros. Y su seguridad es fundamental para garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.