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Nueva tendencia

Los millenials obligan a repensar la educación superior

A la hora de elegir una profesión, muchos jóvenes privilegian el corto plazo y la posibilidad de desarrollar proyectos propios que les permitan conectarse rápidamente con el mercado laboral. La apuesta por convertirse en emprendedores antes de terminar la carrera tradicional.

Millenials Universidad
Millenials en la Universidad | Cedoc

Alicia Caballero*


En la Argentina, según datos del Indec de 2013, egresaron de universidades estatales y privadas de todo el país 117.619 alumnos. Ese mismo año se inscribieron para comenzar una carrera universitaria más de 1.800.000 estudiantes.

Varios factores confluyen para explicar el desgranamiento: el costo, aún para los que cursan en una universidad gratuita; la necesidad de trabajar, especialmente en los primeros años, ya que la carga sobre las horas trabajadas o los horarios para cursar no siempre están a favor del estudiante. El desnivel entre la formación que los estudiantes adquieren en la secundaria y el necesario para encarar estudios universitarios, sumado a la dificultad para estudiar con la intensidad adecuada, es otro factor relevante. O simplemente el descubrir que la carrera no cumple con sus expectativas. Las dudas vocacionales siempre existieron, pero ahora se prolongan
y paralizan la toma de decisiones.

 Las nuevas generaciones no están dispuestas a tomar una decisión que involucre cinco y hasta ocho años de vida. Y en muchos casos, si bien anhelan llegar a la meta, no están dispuestos a hacer lo necesario para alcanzarla. Si alguien quiere ser médico, deberá estudiar biología y anatomía. Si alguien quiere ser ingeniero, deberá dedicarle horas a la matemática y la física.

Lo que sí tienen claro muchos millenials es cómo quieren vivir: más libres, más respetuosos de sus espacios, sin compromisos más que con ellos mismos, y como ciudadanos del mundo. Las encuestas confirman que los jóvenes de hoy aceptan la movilidad laboral (trabajar en el exterior) y privilegian el equilibrio entre trabajo y vida personal. Se valoran formatos laborales flexibles y empleadores que brinden espacios para crear e innovar.

La necesidad por la inmediatez hace que muchos jóvenes aspiren a resultados en plazos menores y a conectarse más rápidamente con el mercado laboral. Las dudas acerca de la vocación y la no aceptación de que en una carrera que nos interesa puede haber contenidos que no, quizás por ser menos intuitivos o más rigurosos, determina que muchos jóvenes ni siquiera concluyan el primer año de una carrera tradicional.
Otro fenómeno interesante es el creciente interés por iniciar proyectos dentro de los distintos sectores de actividad. Emprender está de moda y el sueño de ser su propio jefe viene de la mano de la creencia que cuando se tiene una empresa propia, los niveles de libertad son enormes.

Desde los desarrollos tecnológicos o ambientales hasta los que innovan sobre productos o servicios ya existentes, la corriente emprendedora demanda una formación adecuada a ese desafío cuya complejidad no siempre se estima correctamente. Quizás porque nadie cuenta los problemas y sinsabores, las dificultades, (particularmente para obtener financiamiento) y la cantidad de problemas que se deben afrontar. Se subestima la formación y experiencia necesarias para alcanzar el éxito. Emprender es fácil, superar el “valle de la muerte” no tanto y ser exitoso resulta complejo. Dotar a los jóvenes emprendedores con las herramientas necesarias para las distintas etapas evolutivas de la empresa es necesario para aumentar la tasa de emprendimientos que llegan a convertirse en pymes y posteriormente en empresas globales.

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Esta nueva realidad, que no es exclusiva de Argentina sino que también se replica en otros países, obliga a repensar no sólo la metodología de enseñanza sino también la oferta  académica. Quienes enseñamos a innovar, tenemos la obligación de ser también innovadores.

No se trata de sustituir las carreras tradicionales, que mantienen una alta demanda y tienen la virtud de dotar al alumno de una formación con sólidos cimientos. Dentro de las ciencias económicas, la base matemática, estadística y econométrica es fundamental. Hoy, algo tan creativo como el marketing, utiliza muchas herramientas estadísticas para elaborar análisis y tomar decisiones. Se trata entonces de ampliar las alternativas, desarrollando nuevas currículas que satisfagan a renovadas demandas de formación. Crear una oferta de carreras más cortas, más específicas, orientadas a negocios existentes y otros por desarrollar y muchas veces, vinculadas a lo que las empresas requieren.

Desde el Centro de Emprendedores de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA, a partir del año pasado, lanzamos los Diplomados Universitarios, que entendemos dan una respuesta a estos jóvenes y a un mercado laboral cuyo dinamismo es muy diferente al que conocimos. Es un formato que universidades como Harvard y MIT ya adoptaron con enorme éxito.

Así nacen opciones académicas que brindan una especialización concreta en dos o tres años. Generalmente orientadas a emprendimientos y al “saber hacer”. Los temas pueden ser muy variados, desde el desarrollo de aplicaciones para celulares, hasta los  negocios de la moda o gastronómicos. Lo importante es que, cualquiera sea la temática, la calidad de los contenidos y la exigencia sean altas con una formación integral e interdisciplinaria. El trabajar a lo largo del programa en proyectos concretos, siguiendo paso a paso el camino crítico que permite transformar una idea en un emprendimiento, es uno de los objetivos de esta formación. Adicionalmente, los temas propios de la gestión, como los aspectos contables o impositivos, son importantes para asegurar su buen funcionamiento.

Otras propuestas educativas pueden desarrollarse en el interior de las empresas, que adaptan contenidos a sus necesidades y forman a su personal en aquellas capacidades o temas que le son importantes por cambios en las tendencias o nuevos marcos regulatorios.

 Las universidades desarrollan también este tipo de capacitación en formatos “a medida”. También son muchas las empresas que invierten en capacitar y formar a su cadena de valor: clientes o proveedores. Estas acciones pueden formar parte de políticas de responsabilidad social empresaria o llevarse a cabo para mejorar la competitividad de toda la cadena.

En un mundo que cambia vertiginosamente, la educación no puede ser la misma que conocimos en el siglo pasado. Los cambios también exigen un aprendizaje permanente. Los formatos pueden ser diversos: presenciales o virtuales, sincrónicos o asincrónicos, más rígidos o más flexibles, pero lo que distingue a los mejores es la excelencia.  Una educación de excelencia es la clave para alcanzar el bienestar, e igualar oportunidades.

 

*Decana de Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA).