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Viaje a La Paz

Alberto Fernández apuesta a una alianza progresista con Bolivia desde el Sur

El Presidente cenará con Luis Arce, el heredero de Evo Morales, un día antes de la asunción, si los tiempos lo permiten. Bilateral con Piñera e interés estratégico en el litio.

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El candidato a presidente de Bolivia del MAS, Luis Arce, junto a Alberto Fernández. | Presidencia

El presidente Alberto Fernández apuesta a fortalecer, con el retorno al poder del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia desde este fin de semana, un contrapeso al eje conservador dentro del Mercosur y Latinoamérica en general con un gobierno afín. Por eso viajará con a La Paz con los principales referentes de la mesa chica de la política exterior del Frente de Todos y, si los tiempos acompañan, compartirá una cena con el futuro mandatario Luis Arce el sábado, en las vísperas de su jura, en un clima de mayor intimidad que los actos del día siguiente.

De la comitiva formarán parte el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz; el canciller, Felipe Solá y los titulares de las comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y la Cámara de Diputados, el ex canciller Jorge Taiana y el legislador Eduardo Valdés, respectivamente.  Arribarán a La Paz el sábado por la tarde y los actos protocolares recién tendrán lugar el domingo desde muy temprano. Ese día por la noche tendría lugar el encuentro que busca sellar un vínculo de cooperación y asociación política.

En paralelo, desde el Ejecutivo contemplan la posibilidad de concretar algunas bilaterales con otros de los presidentes presentes. Se habla, de momento, de una posible cita aparte con el chileno Sebastián Piñera, una visita que quedó pendiente, entre otras cuestiones, por la pandemia. Y también barajan la chance de reunirse con el representante de España que asista a Bolivia.

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Se habla de una cita aparte con el chileno Sebastián Piñera, una visita que quedó pendiente, entre otras cuestiones, por la pandemia. Y también barajan reunirse con el representante de España.

Quienes conocen de primera mano a Arce lo describen, como todos, por su perfil técnico, ya que es el costado que más mostró durante su larga gestión como cuadro económico de Morales. Sin embargo, también rescatan una vasta preparación política. Desde sus años de militancia en el Partido Socialista- 1, fundado por el histórico referente de esa corriente, Marcelo Quiroga Santa Cruz, a su cintura para implementar la agenda de reformas profundas que propuso Morales al ritmo apropiado, ni muy rápido ni claudicando. Y apuntando a los sectores estratégicos para la generación de divisas y la industrialización del país.

Tanto desde el Gobierno como en el entorno de Morales, todavía en la Argentina, describen el lazo como uno de mutuo respeto y gratitud, tanto por haber impulsado –con México– el rescate del mandatario y parte de su gabinete en noviembre del año pasado como por haberle abierto las puertas de la Argentina en diciembre. Fernández también brindó un explícito respaldo a Arce cuando se reunió con él en febrero, un mes antes que estallara la pandemia y se cerraran las fronteras. Fue en este país donde se proclamó la fórmula con el ex canciller David Choquehuanca que vencería en las urnas diez meses más tarde.

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Si bien la comitiva que viaja a Bolivia será una pequeña, es posible que se sumen otros funcionarios y referentes del progresismo argentino que fueron invitados por sus propios vínculos con el masismo, como el actual titular de Astilleros Río Santiago y ex embajador en La Paz, Ariel Basteiro. Estiman que una parte de ellos viajará en un avión privado con el Presidente y la otra lo hará a través de Boliviana de Aviación (BoA), la aerolínea de bandera. Según confirmaron fuentes del gobierno, el canciller uruguayo Francisco Bustillo Bonasso viajará en el avión de Fernández, con quien comparte una larga amistad.

La agenda del domingo arranca muy temprano, desde las 8.45 de la mañana con el traslado de las delegaciones a la Asamblea Legislativa Plurinacional y los salones previamente asignados. Media hora después, será el turno de los jefes de Estado y vicepresidentes invitados, bajo el habitual sistema de cápsulas. Debido a la pandemia, dicen en la organización que se procurará limitar el acceso a la mitad de la capacidad permitida cuando otros años las multitudes desbordaban los espacios. Ni siquiera se habilitará el ingreso de las familias de quienes juren.

Acorde al programa oficial, a las 10:40 comenzará el acto central con la presencia de Arce y Choquehuanca y se estima que se prolongará a lo largo de dos horas, tras lo cual procederán al saludo protocolar en el Hall de la Casa Grande del Pueblo.  Aquella sede había sido abierta por Morales tres meses antes de su caída, como nueva casa del Ejecutivo boliviano. La presidenta de facto Jeanine Añez mudó su despacho otra vez al tradicional Palacio Quemado.  Al mediodía, los jefes de Estado y gobierno, cabezas de delegaciones e invitados especiales participarán del almuerzo con el cual el flamante mandatario boliviano los agasajará antes del desfile cívico-militar.

Según confirmaron fuentes del gobierno, el canciller uruguayo Francisco Bustillo Bonasso viajará en el avión de Alberto Fernández, con quien comparte una larga amistad.

Con Bolivia, son varios los ejes que se ponen en juego a nivel bilateral con la construcción de una sociedad política. En lo urgente, la prioridad que ya ha manifestado la administración de Fernández es sumar al país vecino a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) –a la que nunca asistió Añez– así como concluir su ingreso al Mercosur en calidad de miembro pleno. Los bolivianos ya completaron el largo proceso y solo resta, como última barrera, la ratificación del Congreso brasileño.  El próximo turno de la presidencia pro témpore del bloque le toca a la Argentina y la expectativa es que se concrete la adhesión a lo largo del primer semestres de 2021.

En julio de 2015, el entonces presidente Evo Morales había firmado el protocolo de adhesión en compañía de los mandatarios Cristina Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff (Brasil), Horacio Cartes (Paraguay), Tabaré Vázquez (Uruguay) y Nicolás Maduro (Venezuela), cuyo país aún no había sido suspendido. Para agosto 2018, solo restaba conseguir la luz verde del Legislativo brasileño y el gobierno de Michel Temer se había comprometido a resolverlo ese mismo año. 

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Brasil y Argentina comparten, con Bolivia, un estrecho vínculo energético. Ambas naciones se abastecen del gas boliviano. Añez renegoció el contrato con Brasil pero no pudo hacer lo mismo con la Argentina, que lo había prorrogado, en 2016, por diez años. Durante el gobierno de Néstor Kirchner y en los primeros tiempos de Morales, la Argentina había aceptado aumentar el precio que se pagaba por BTU, la unidad de medida del gas. Fue un gesto político más que una negociación, ante un pedido de Morales. Ahora que la Argentina apuesta a conseguir su ambicioso autoabastecimiento, con el Plan Gas, es posible que tema vuelva a la mesa bilateral.

También está presente la riqueza por explotar del litio, donde Bolivia, Chile y Argentina comparten una amplia reserva. Hace una semana, el ex vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, concurrió a la Cancillería para almorzar con Solá y fue uno de los temas que debatieron. Sin avanzar en nada concreto pero sí con una mirada respecto a pensar el potencial del litio con una perspectiva industrializadora y regional. Morales siempre denunció que Estados Unidos había bendecido el golpe de Estado en su contra por el interés en ese mineral.

La particularidad del vínculo entre ambos países es que ha sido uno estable, más allá de los signos políticos cruzados. Morales supo convivir sin mayores altercados tanto con las gestiones kirchneristas como con Mauricio Macri. El golpe de estado y el ascenso de un gobierno que Fernández nunca reconoció como legítimo o legal puso los nexos en pausa. Así y todo, ciertos temas como el gas continuaron conversándose a nivel técnico desde las capitales. De hecho, otras de las cuestiones a resolver será el restablecimiento de las relaciones diplomáticas a nivel de embajador ya que hoy ambas misiones están en manos de encargados de negocios.

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Fernández ha procurado preservar los vínculos dentro de su esfera de proximidad aún con aquellos mandatarios de signo opuesto, en particular, con Chile y Uruguay. Incluso ha ejercido la diplomacia presidencial en las ocasiones en los que algún episodio pudo generar inquietudes desde el otro lado. Como sucedió con Chile, durante las primeras comparaciones sobre la performance en la pandemia, o con Uruguay, cuando tensó la cuerda en las negociaciones internas del Mercosur respecto a los acuerdos comerciales con terceros. Ambas situaciones se cerraron con un diálogo telefónico entre los presidentes.

Bolivia era uno de los países con los que el Frente de Todos contaba para la reconstrucción de un eje opositor al conservador cuando ganaron las elecciones en octubre del año pasado. También en Uruguay mantenían expectativas sobre una renovación del Frente Amplio, si bien los pronósticos estaban más ajustados que con los comicios bolivianos. Al final, ninguno de los planes se concretó como lo esperaban: Morales cayó tras vencer en las elecciones y la coalición multicolor, al mando de Luis Lacalle Pou, cambió el signo charrúa. Fernández y su propio frente político quedaron solos en un océano de conservadurismo, con el único aliado afín posible en México, en el extremo opuesto de Latinoamérica.

MB / DS