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A 40 años de la Guerra

Malvinas |¿Qué derechos tiene el Reino Unido para quedarse con las Islas?

Las Islas Malvinas no son argentinas porque sí, sino porque hay normas internacionales que respaldan esa soberanía. Sin embargo, Argentina y Reino Unido llegaron a la guerra porque las autoridades de ambos países necesitaban mejorar su propia imagen interna. Argentina perdió, pero además del constante reclamo diplomático, una palabra clave podría cambiar nuestra suerte: “desalinización”.

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A cuatro décadas del conflicto armado entre Argentina e Inglaterra, nuevas publicaciones y miradas tratan de comprender un hecho decisivo en la conformación de nuestra historia reciente. | pablo temes

Las Islas Malvinas no son argentinas porque sí, sino porque hay normas internacionales que le otorgan a nuestro país la facultad de ser titular de la soberanía sobre las islas.

El Estado argentino basa su posición y reclamos en el principio del uti possidetis iuris, esto es, la herencia proveniente de los títulos de la Corona española sobre las posesiones que ostentaba en América. 

Dado que la soberanía de España sobre las Islas Malvinas había cesado por la independencia de sus territorios en América, los archipiélagos quedaron automáticamente bajo jurisdicción de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

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Puerto Argentino, la capital de las Islas Malvinas 20220105
Puerto Argentino o Port Stanley, según la denominación británica, es el puerto más imporante de la Isla Soledad. 

Desde una perspectiva jurídica, el reconocimiento de un Estado es sumamente importante a los efectos de las relaciones internacionales. En este sentido, el Reino Unido, al reconocer en 1825 la independencia de las Provincias Unidas, aceptó la sucesión en los derechos y obligaciones territoriales de la Corona de España a favor de todas esas tierras del Hemisferio Sur.

Posibilidades argentinas sobre Malvinas

La Argentina basa su postura de reclamo de soberanía en:

  • la proximidad geográfica
  • en que las islas se encuentran dentro de la Plataforma Continental argentina
  • y en la ocupación que fuera ininterrumpida hasta la usurpación británica en 1833. 

Existen mecanismos americanos que deberían haber sido aplicados para respaldar la postura argentina y que brillaron por su ausencia. Uno de ellos es la Doctrina Monroe de 1823, la cual establecía que en América no existía terra nullius (tierra de nadie) apropiable, pero que no fue aplicada al caso Malvinas por los Estados Unidos.

Lamentablemente, la Doctrina Monroe no fue la única ausente. ¿Qué pasó con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)? Este mecanismo hemisférico de defensa colectiva también brilló por su pasividad aunque las Islas Malvinas se encuentran dentro de la zona de aplicación del tratado.

El 28 de abril de 1982, la Organización de Estados Americanos se reunió y respaldó formalmente a la Argentina, expresando: “La República Argentina tiene el incuestionable derecho de soberanía sobre las Islas Malvinas”. 

En la votación de la ONU, en 1982, hubo 17 votos a favor y 4 abstenciones que fueron de los Estados Unidos, Colombia, Chile y Trinidad y Tobago. La resolución exhortaba al Reino Unido a cesar inmediatamente las hostilidades y solicitaba a las partes la reanudación de las gestiones para lograr una solución pacífica del diferendo.


Derecho británico sobre Malvinas

Ahora bien, el Reino Unido también esgrime argumentos para justificar sus pretensiones soberanas sobre el territorio en disputa en el Atlántico Sur.

El Reino Unido alegó que su primera ocupación realizada en 1766 fue sobre terra nullius ("tierra de nadie") y que por tanto, las acciones emprendidas en 1833 persiguieron el fin de recuperar aquella ocupación inicial. 

Pero es necesario preguntar, ¿puede un mero acto de conquista invocarse como modo válido de adquisición territorial?

“La República Argentina tiene el incuestionable derecho de soberanía sobre las Islas Malvinas”, dijo la OEA en 1982

Además de varias posturas clásicas, puede citarse a Lassa Oppenheim, la prestigiosa jurista alemana que sostuvo que la conquista da lugar al nacimiento de un título territorial ya sea por anexión o cuando hay un Estado vencido que cede soberanía mediante un tratado de paz. En el caso de las Islas Malvinas ninguna de las dos cosas es aplicable.

 

Quedarse en las islas

¿Puede la conquista ser modo válido de adquisición territorial? Las Islas Malvinas estaban ocupadas, no fueron anexadas ni tampoco existió un “Estado vencido” que justificara la usurpación

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Clima en Malvinas: muy inestable: inviernos gélidos, temporales, mucho viento, lloviznas frecuentes, granizo y, a veces, sol.

Otro argumento que esgrime el Reino Unido para convalidar su ocupación de las Islas Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur: aún en el supuesto de que la presencia inicial británica no haya sido sobre terra nullius, la posterior ocupación efectiva, consolidó una prescripción adquisitiva.

Es decir, si bien la ocupación podría haber sido un acto ilícito, el tiempo la “purificó”,  gracias a una ocupación efectiva, pública, continua y pacífica. 

Sin embargo, esta condición no se cumplió por los incesantes e inmediatos reclamos de Argentina ante los organismos internacionales para resolver pacíficamente esta usurpación. Esto revela, también, que la concepción británica en materia de relaciones internacionales es que "la guerra otorga derechos" y pone de manifiesto que su visión del mundo es afín con el realismo político, corriente escéptica de la eficacia del derecho internacional para resolver conflictos internacionales y que sostiene que las diferencias interestatales, en última instancia, se dirimen por el uso de la fuerza.


Autodeterminación en las islas

Por último, el argumento al que más recurre el Reino Unido para justificar su posición: el principio de autodeterminación de los pueblos. Pero este principio no aplica en el caso Malvinas por tratarse de una población implantada por el mismo Estado que usurpó los archipiélagos. 

La Resolución 2065 de la Asamblea General de la ONU invita a las partes a resolver sin demora la disputa de soberanía teniendo en cuenta los “intereses” (no los “deseos”) de los habitantes de las islas.


La carta equivocada

A pesar de que la Argentina se encontraba en fuerte tensión con Chile, en 1982, el gobierno de facto dio luz verde a una operación militar en el Atlántico Sur, mal planificada –como lo confirma categóricamente el Informe Rattenbach– y que terminó mal. 

El intento de incrementar la legitimidad de un gobierno inconstitucional en declive, que llegó al poder por las botas en vez de los votos, se hizo mediante una aventura castrense contra una potencia de primer orden (en materia militar), que arrojó un saldo de 649 argentinos fallecidos como consecuencia del choque armado. 

En esos años, la Argentina estaba enferma de fanatismo y rencor. En el plano interno, se vivía el horror de lo que implica la violación sistemática de los derechos humanos, detenciones ilegales, persecución política, enfrentamiento armado entre el gobierno y los grupos disidentes, torturas y bombas en la vía pública, colocadas por grupos extremistas opositores al gobierno.

La decisión de ir a la guerra fue una carta pesada que el gobierno militar argentino jugó livianamente. El resultado de esa partida todavía está presente en la mente y en el corazón del pueblo argentino.

Guerra y marketing

Pero la crisis social no era un monopolio argentino. A muchas millas de distancia, en el Reino Unido, la situación interna también distaba de ser favorable a su líder política, Margaret Thatcher. En sus memorias, la primer ministro enfatizó que el triunfo militar en Malvinas fue una victoria de su gobierno.

La estatua de Margaret Thatcher de la polémica.
El triunfo bélico sobre Argentina le dio a Margaret Thatcher y al Partido Conservador una popularidad inesperada.


 
En el libro “El hundimiento del Belgrano” (1984), es posible ver un cuadro que demuestra cómo la imagen de Margaret Thatcher entre los británicos, fue creciendo a medida que los resultados de la guerra favorecían al Reino Unido. En enero de 1982, la primera ministra tenía 32 puntos de imagen positiva, pero en junio, cuando Argentina capituló, creció a 51 puntos. 

Esto mismo se reflejó en el apoyo creciente del electorado británico al Partido Conservador: en enero de 1982, este espacio tenía 27,5 % de apoyo, porcentaje que se elevó a 45% en junio de ese año.

En las elecciones de 1983, la “Dama de Hierro” basaría su estrategia electoral en la defensa nacional. En la mente colectiva de su pueblo, la real politik de su gobierno en la Guerra de Malvinas fue la prueba fehaciente de su compromiso. Y uno de sus efectos fue la reelección. 

Guerra para mejorar la imagen 

Henry Kissinger creía en “el ajuste de las diferencias a través de la negociación”. Pero en 1982, la negociación civilizada fracasó porque ambos gobiernos perseguían el mismo interés: incrementar su legitimidad doméstica. 

Por esa razón, los líderes políticos de ambos Estados apelaron al uso de la fuerza, porque impacta más en la opinión pública que la vía diplomática. 

Ahora bien, es requisito de la política exterior, que tamaña decisión sea coherente con las capacidades militares disponibles

Los británicos aventajaban ampliamente a los argentinos en cantidad de efectivos enviados a la zona de conflicto. Según el Instituto Internacional de Investigación por la Paz de Estocolmo, trasladaron a Malvinas un total de 327.600 efectivos, mientras que Argentina, sólo 180.000, de los cuales menos de 15.000 eran conscriptos y la mayoría no había superado la instancia de tiro. 

La diferencia era entonces inmensa y sigue siéndolo. El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, hoy está dentro de los 10 Estados, en el ranking mundial de presupuesto destinado a Defensa

 

"Desalinización", la clave de nuestra suerte

Robert Gilpin, representante de la corriente realpolitik, plantea que los estados van a intentar conquistas territoriales hasta que los costos marginales de ese accionar sean iguales o superiores a los beneficios marginales.

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El Cono Sur atesora inmensas reservas de agua dulce tanto en la superficie como en capas subterráneas.

Al Reino Unido le interesa tener una base cerca de la mayor fuente de agua dulce mundial, la Antártida; pero también porque estar en Malvinas le permite estar cerca del Acuífero Guaraní, del Amazonas y los hielos continentales de Argentina y Chile.

Sin embargo, mantener una base de apoyo de la magnitud actual, a tantas millas de distancia, es sumamente costoso

Esto tiene relación con una cuestión científico-tecnológica que el mundo entero necesita resolver: la escasez de agua apta para el consumo humano, que puede devenir, según varios analistas internacionales, en una nueva “guerra por el oro azul”. 

Cuando a nivel global disminuyan los costos de desalinización del agua de los océanos, los intereses globales van a alterarse y por ende el statu quo internacional se modificará.

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Si el 1 de julio de 1997, Reino Unido devolvió Hong Kong a China, tras 155 años de dominación, hay chances para Malvinas.

Ese día, es probable que al Reino Unido ya no le sea rentable sostener una base militar tan lejos de su territorio, porque podrá tener el acceso al agua mucho más cerca, en las costas que bordean su territorio.

Ese día, tal vez, inspirados en la retrocesión de Hong Kong a China (que efectuaron en el año 1997), empiecen a pensar en replicar el hecho en el Atlántico Sur, procediendo a retirarse de las Islas Malvinas y permitiendo el ansiado reencuentro entre las islas y su legítimo dueño: la República Argentina.

*Analista internacional especializado en el Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa de Washington; Director de Gestión de Gobierno de la Universidad de Belgrano; autor del libro “Malvinas, un pretexto para legitimar a un gobierno totalitario”.

M.M.