Diálogo con gobernadores

El verdadero cambio sería si Milei hablara con Kicillof

En democracia, el desafío es buscar la manera de entenderse precisamente con aquel que piensa diferente. No expulsarlo del sistema. Trump, la acción temeraria de Maquiavelo y el milagro electoral.

. Foto: Redes

La verdadera transformación sería si Milei hablara con Kicillof. Pero esto no es Uruguay. Kicillof y lo que representa es una reserva que un presidente hoy empoderado quiere asegurarse como anatema. Un enemigo al acecho. Los análisis coinciden en que el triunfo del gobernador bonaerense en septiembre fue funcional a la estrategia del pánico del oficialismo: en Kicillof encarnó la amenaza que impide que la Argentina cambie de una vez y para siempre. El propio Presidente lo reconoció ayer, en una entrevista en A24 tras recibir a 20 mandatarios en la Casa Rosada: “La derrota del 7 de septiembre fue una bendición”.

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En La hora de los depredadores Giuliano da Empoli recoge enseñanzas de El Príncipe de Maquiavelo. Autor del igualmente elogiado El Mago del Kremlin -como el periodista Carlos Pagni acertó en denominar al asesor Santiago Caputo-, el sociólogo suizo-italiano recuerda allí que en la hora de la máxima incertidumbre, cuando el poder y la legitimidad misma parecen cuestionadas, aquel líder que no actúe será arrastrado hacia la derrota. “No tanto una acción como una acción temeraria, capaz de producir el efecto de estupefacción en que se basa el poder del Príncipe”. 

Da Empoli sostiene que la consecuencia de esta acción directa, que transgrede las formalidades, es una especie de “milagro, en el sentido literal del término”. ¿Fue la “acción temeraria” de Milei el haberle entregado la conducción de la economía a los Estados Unidos de Donald Trump cuando la crisis cambiaria se reveló incontrolable? ¿Es el “milagro” el resultado que el Presidente logró insospechadamente en las urnas?

Para sus fines, Milei no se equivoca haciendo a un lado a Kicillof de su etapa al parecer consensualista. Es lo que hace Trump en Estados Unidos, donde los demócratas están siendo demonizados como los responsables de la declinación política, económica y, sobre todo, cultural. 

Ian Bremmer es un reconocido politólogo norteamericano que acuñó el concepto “momento tecnopolar” para caracterizar el actual orden mundial en el que los Estados están perdiendo gravitación frente los ascendentes dueños de las Big Tech. Bremmer advirtió en una reciente conferencia en Tokio que Trump podría llevar en 2028 a los EEUU a una elección presidencial “no competitiva”, que podría parecerse “más a una democracia de partido único” que a “una democracia representativa competitiva”.

Intentar expulsar del sistema al peronismo -en este caso el peronismo que gobierna la provincia de Buenos Aires, donde residen cuatro de cada diez argentinos- puede ser útil para las estrategias de caos de Milei, pero sin duda no lo será para la democracia, en la que la cuestión es buscar la manera de entenderse precisamente con aquel que piensa diferente. Aunque siempre ha manifestado su voluntad de dialogar con Milei, el recordatorio, es bueno decirlo, le cabe también a Axel Kicillof. Todos tenemos pasado.

Naturalezas

Ayer Milei sobreactuó empatía con los gobernadores y vice sentados a la larga mesa del Salón Eva Perón de la casa de Gobierno. Es lo que la política demanda. Los recibió con el gabinete a pleno. Se detuvo a saludarlos uno por uno e incluso abrazó a quien le había retirado el saludo en la Catedral, el 25 de mayo. El lenguaje corporal hablaba, también el de los mandatarios, muchos derrotados el domingo en sus provincias por ignotos candidatos libertarios. El milagro. 

La reunión de dos horas fue alentadora para el Gobierno: con el apoyo de los gobernadores y su cosecha electoral podrá construir las mayorías necesarias para la aprobación del Presupuesto y de su paquete de reformas en el Congreso, entre las que privilegia la tributaria, laboral y penal. Se le pidió a cambio regularizar la deuda con las cajas previsionales provinciales y la reactivación de la obra pública.

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Milei parece ir contra su propia naturaleza. La derrota de septiembre no solo le trajo una “bendición”: dijo que le abrió un “proceso de learning monstruoso. En los últimos dos meses no solo aprendí de política, aprendí mucho de economía también”. Puede ser. Pero también recibió un mandato de Donald Trump: negociar y ampliar la base de su gobierno.

Se espera que en estas horas arribe el nuevo embajador de Estados Unidos, Peter Lamelas. Un hombre imbuido de espíritu trumpista, que prometió al Senado norteamericano persuadir a los gobernadores de lo inconveniente de la presencia de inversiones de China en sus provincias. También dijo que se asegurará de que Cristina Kirchner cumpla como debe su condena de seis años de prisión por administración fraudulenta. 

Lamelas será el encargado de controlar el experimento que Trump puso en marcha en la Argentina. “Nos estamos quedando con muchos países de Sudamérica”, dijo el magnate el lunes sobre la victoria de Milei. Trump proyecta ahora extender la fórmula a otros países de la región. Como lo resumió un analista: en lugar de agitar el garrote, mostrar la zanahoria. 

 

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