opinión

Libros blancos

Las páginas seguían en blanco, apenas había en ellas un tenue rastro ilegible.

El logo de Editorial Perfil Foto: Cedoc Perfil

Podría ser una broma, pero también un excelente regalo de Navidad. La ciudad oculta es un libro con todas las hojas en blanco. Las tapas, por el contrario, están impresas y en la solapa hay una moneda de diez pesos chilenos acompañada de las “instrucciones para usar este libro”. Que son las siguientes: “1. Retire la moneda de la solapa / 2. Raspe las páginas suavemente empezando de arriba a la izquierda, como si escribiera, como si leyera / 3. Descubra el poema”. El poema es La ciudad, de Gonzalo Millán (1947-2006), un clásico de las letras chilenas que no se reeditó durante veinte años, aparentemente por “problemas de herencia”. El adjetivo “oculta” se agrega como alusión al carácter tan especial de esta versión. 

   No todos los libros de una tirada son necesariamente iguales, así como pueden no ser iguales las botellas de una caja de vino. Lo comprobé cuando intenté ejecutar las instrucciones de la solapa y no ocurrió nada. Las páginas seguían en blanco, apenas había en ellas un tenue rastro ilegible. Probé varias veces, dejé el libro oreándose para ver si la tinta reactiva hacía su magia, pero no ocurrió nada. Atribuí el problema a varias causas posibles: una devaluación abrupta del peso chileno, a que me tocó una moneda falsificada o a que mi torpeza no me permitió raspar como correspondía. No llegué a ninguna conclusión.

   Finalmente, conseguí un PDF del libro y allí sí se veían las letras. Millán se exilió después del golpe militar de 1973 y publicó por primera vez su poema en Montreal en 1997. Los 68 fragmentos que lo componen pasaron a ser 73 cuando el libro se reeditó el Chile en 1992. Millán escribió una poderosa Sinfonía de Santiago gobernada por el tirano. Cada verso es una oración que termina en punto y aparte. En ellos, la vida cotidiana se mezcla con el hambre y la miseria, así como con el sufrimiento de los torturados. Espero que al lector le toque un ejemplar reactivo y pueda apreciar la obra.

   Otro libro singular es Clasificadores de objetos planos de Darío Rojo. Este es otro libro minimalista, pero no porque las páginas del poeta de Duggan (partido de San Antonio de Areco) vengan en blanco, sino porque Rojo tiene una idea singular de la publicación, como ya lo había demostrado en sus Ediciones de Amadeo Mandarino, libros sin ISBN, fuera del mercado editorial. Este libro blanco, que hace pensar en al álbum de Los Beatles, no tiene ISBN, ni pie de imprenta, ni prólogo, ni blurbs, ni texto en las solapas. Solo el título, el nombre del autor y el año (2023). Una belleza. El poema es una mezcla hermética de ciencia y metafísica, de materialidad y abstracción que conviene saborear una y otra vez hasta que el sentido empieza a hacerse claro, como ocurre con las letras raspadas con la moneda en La ciudad oculta. 

   El libro, sin embargo, tiene una falla que no es visual. El último fragmento se titula “El conejo de los procesos irreversibles” y, antes de que todo se cierre con un rotundo “Q.E.P.D.”, se lee: “Es de mañana, y aún así, ¿quién necesita explicar cómo hemos llegamos hasta aquí?”. Creo que Rojo, emocionado ante el final inminente, dudó entre “llegamos” y “hemos llegado” y le salió el ripio “hemos llegamos”. Aunque puede que haya sido adrede. ¿Quién puede adivinar los designios de un malabarista de la mente como Rojo?