No para nosotros
Borges publicó El tamaño de mi esperanza en 1926. Hizo pasar por el tamaño la esperanza que enarbolaba en esos ensayos, más que por su consistencia o por su duración. De hecho, ese fue uno de los libros que suprimiría enteramente de su obra y se negaría convencidamente a reeditar. Es sabido que, a partir de los años 30, Borges cambió sus posturas de manera radical, y que el Borges anterior a ese viraje rotundo se ve a menudo diluido u omitido. Pero hay algo en todo caso con aquella esperanza y con su tamaño, que es que en principio no perduraron. Tal vez sea algo distinto lo de las Grandes esperanzas de Charles Dickens, porque expectations va también por el lado de las expectativas, no ya de las esperanzas, en el sentido de las No expectations de Jagger y Richards en Beggars Banquet. La notable entrevista que Mariano Oropeza le hizo a Eduardo Grüner en el suplemento de Cultura de PERFIL del domingo 19 de octubre se tituló precisamente así: “La expectativa sin esperanzas”, y es una marca concreta de la lucidez frankfurtiana tan propia de Grüner. La primera colonia agrícola de la provincia de Santa Fe se llamó (y se llama) Esperanza; hoy no tiene demasiados habitantes.
Y es que hay una modulación de la esperanza que no pasa por lo colorido, a la manera de Diego Torres, sino más bien por ciertos pozos de relativa oscuridad. Pienso, claro, en la recurrida formulación de Franz Kafka: “Hay esperanza, pero no para nosotros”. Es decir, ese punto o esos momentos en los que pueden llegar a tocarse, y hasta a fusionarse, la esperanza y la desesperanza. Lo que llevaría entonces a preguntarse qué clase de esperanza puede llegar a generarse en los desesperanzados. O más aún, si se quiere, en los desesperados (ya no lo borgeano, sino lo arltiano). Adónde va a parar (a qué lugar, a qué figuras), qué extrañas formas puede cobrar (inesperadas, indiscernibles), la esperanza de los desesperados (los que ya no tienen nada ni siquiera que esperar). Y a preguntarse además, llegado el caso, no tanto cuál es su tamaño, sino cuánto puede realmente durar, antes de caer o de desvanecerse.