Sin números
Si no se habla desde el corazón es imposible conectar con las y los otros. Desde ahí me gustaría escribir estas líneas, despojándome brevemente de los datos con los que fui ilustrando mis columnas sobre el panorama cultural, que desde hace unos años publico en PERFIL. Hay algo más profundo que un número, que nos define, nos une, hace que el presente sea más llevadero y nos proyecta hacia el futuro. En el contexto actual, estar permanentemente hablando con cifras concretas es importante, porque los datos sirven para señalar las carencias del actual modelo, pero a la vez me genera la contradicción de reducir algo inmenso al único lenguaje que parecen hablar personas que desprecian todo lo que no les da dividendos inmediatos.
“Les hablé con el corazón, me respondieron con el bolsillo”, es una vieja frase que no nos puede paralizar a quienes debemos proteger y estimular la producción cultural. Nosotros sabemos perfectamente que existen presupuestos a los que ajustarse, porque la mayor parte de las y los artistas sacrifica muchas cosas para poder realizar sus obras, pero que el núcleo, lo que nos conmueve, lo que nos motiva, sale desde otro lugar. Entendemos que los demás existen. Nunca nos encontrarán celebrando a supuestos héroes que recortan jubilaciones o aceptando el incumplimiento de leyes vitales para la educación y la salud. Las y los que hacemos cultura debatimos y cada uno tiene su postura, pero seguro nunca estaremos ahí.
El sector vive un momento de enormes desafíos que, por más que desde el Estado nacional hagan lo imposible, no pasan inadvertidos. Tenemos representantes de todas las ramas del arte que recorren el mundo a pesar de que su tarea es desprotegida y muchas veces amenazada por la falta de apoyo y recursos, y por las agresiones de quienes solo tienen sensibilidad para leer un Excel. También tenemos Bibliotecas Populares, salas independientes, producciones cinematográficas de todos los tamaños o estudiantes que corren la misma suerte. Por eso debemos redoblar esfuerzos y en estas elecciones pensar en ellas y ellos a la hora de votar.
Ya nos mostraron que quieren destruir el Instituto Nacional del Teatro, el Incaa, el Fondo Nacional de las Artes, el Inamu o la Conabip. Sencillo, con o sin superávit, esta gente no cree que haya que financiar ninguna expresión cultural, salvo las noches de ópera para pocos en Olivos. Y, así como, por ejemplo, desde el Congreso se pudo frenar el avance sobre la Ley del Teatro, deberemos seguir resistiendo.
No podemos aceptar que la creatividad quede relegada. La cultura no es un lujo para compartir entre cuatro paredes y adulones ocasionales, es un derecho y una de las más potentes herramientas de transformación. Es en los espacios culturales donde vive nuestra identidad. Es allí donde se multiplican las voces, donde se construye comunidad, donde la acción también es progreso que se contagia.
En ese sentido, quienes integramos Provincias Unidas / Ciudadanos Unidos creemos que la cultura impulsa lo colectivo y el pensamiento crítico, que abre caminos de inclusión. La cultura es unión y es futuro. Es identidad y orgullo. Es la pluma que escribe todos los días nuestra historia. Debemos cuidarla e impulsarla porque es el motor del desarrollo humano. Le hablo a tu corazón.
Sé que me va a responder.
*Ex-Director del Centro Cultural San Martín.