opinión

¿Y ahora?

MISIÓN CUMPLIDA. La Libertad Avanza ganó las elecciones de medio término, aun en la provincia de Buenos Aires, aunque por poco, y juntó a veinte gobernadores. Foto: presidencia de la nación

Ahora The Economist, Financial Times y The Wall Street Journal elogian el plan económico de Milei con la misma convicción que la semana pasada lo criticaban. El primero es de una cooperativa de periodistas ingleses, el segundo fue comprado por el principal diario económico de Tokio, Nikkei, y el tercero es de Rupert Murdoch, el dueño de la Fox News, demostrando el eclecticismo y labilidad que también afecta a lo mejor del periodismo económico internacional, y revelando que la necesidad de empatizar con lo que se supone es el ánimo de las audiencias –exitismo en este caso– no es solo una característica de los medios de nuestro país exacerbada últimamente.

La aceleración de algo (el péndulo) no es síntoma de su cambio sino de todo lo contrario  

Mientras la semana pasada analizaban la posibilidad de una eventual terminación anticipada de gobierno de Milei, hoy descuentan su reelección.  

Si en 1983 el ingeniero y economista Marcelo Diamand escribió el libro recurrentemente citado por su perenne actualidad: El péndulo argentino: ¿hasta cuándo?, en 2025 podríamos decir que lo que ha cambiado es la velocidad del péndulo de años a meses, y ahora a días. La aceleración de algo no es un síntoma de su cambio sino de todo lo contrario. Quizá sí –esperanzadamente– de la antesala al verdadero cambio que, como escribió sabiamente el exdirector de PERFIL Walter Curia en su columna: “El verdadero cambio sería si Milei hablara con Kicillof”, lo que independientemente de las personas quizá se logre en 2027 entre representantes de distintos pensamientos.

No es que para Kicillof “uno más uno no sea dos”, como sostuvo el Presidente, sino que le conviene confrontar con el monstruo fantasmático del kirchnerismo, que tan buenos resultados electorales le ha dado y, como venimos sosteniendo en estas columnas más las del programa de las mañanas de Perfil, si el kirchnerismo genera ese temor en la primera minoría de la sociedad es responsabilidad del kirchnerismo, sea o no sea justificado ese temor.

Volviendo a Milei y al coautor de plan, el ministro de Economía Luis Caputo, recurriendo a la frase sobre Cristina adaptada a la actualidad: “sin Bessent no se puede, con Bessent solo no alcanza”, porque siguen estando los problemas estructurales del plan económico, que no son solo financieros. Aun si con el aporte del Tesoro de los Estados Unidos se resolviera el problema de la deuda en dólares y el riesgo país bajase a niveles que permitiera volver a los mercados voluntarios y desapareciera cualquier riesgo de default, quedaría por resolver cómo “derraman” a la mayoría de los votantes mejoras económicas personales concretas de la solución de los problemas financieros, de una eventual llegada de un gran volumen de inversiones y la eventual concreción de las reformas laboral, tributaria y previsional.

Lo que el gobierno de Javier Milei recibió de las urnas fue, más precisamente, “una prórroga”, una refinanciación –nunca más literalmente adecuada la metáfora– del crédito social, y ahora, ya con todo el poder, solo le queda comenzar a devolver a los ciudadanos esa confianza depositada, aunque sea en cuotas pero pagaderas en 2026. Lo planteó muy bien el coordinador del grupo de investigaciones en psicoanálisis y política de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, Sebastián Plut, autor del libro El autoerotismo libertario: “El autoerotismo es un concepto de Freud que se refiere a un momento en la constitución psíquica en que el bebé tiene hambre, se chupa el dedo y entonces cree que está comiendo. Claro que después el bebé sigue teniendo hambre, con lo cual ni el dedo ni el chupete le alcanzan, y entonces llora. El autoerotismo permite estudiar esos momentos en los que uno cree lo no creíble, tanto en la constitución psíquica como en la psicopatología. El asunto es cuánto tiempo uno puede seguir creyendo lo no creíble y qué ocurre cuando ya no puede seguir creyendo más”.

Si al kirchnerismo se le toleraba la corrupción porque distribuía y al mileísmo, como al menemismo, porque baja la inflación, la cuestión será cuando la causa necesaria se muestre incompetente para ser además suficiente, o sea no distribuya riqueza. Lo dijo con su habitual petulancia y asertividad el aún vocero Manuel Adorni: “Terminar con la famosa estafa de la redistribución de la nada misma”, que “no era ni más ni menos que distribuir o multiplicar la miseria”. Terminar con la estafa sería distribuir riqueza de verdad, lo que implica primero el desafío de crearla y luego ser capaz de distribuirla de manera sostenible sin afectar el proceso de creación de la nueva riqueza.

Al desaparecer el denominado riesgo kuka, ya no puede seguir culpando a otros de los problemas y, si en el futuro el riesgo kuka volviese a aparecer, será su responsabilidad haberlo resucitado, como lo fue de Mauricio Macri en 2019 después de haber vencido en 2015 y 2017.

Las urnas le dieron a Milei una prórroga del crédito social que debe devolver en cuotas en 2026 

Todo acto económico es un potencial ocurrir y, tras el resultado favorable del domingo, se hace más posible al Gobierno la ocurrencia de lo prometido por Milei. Pero su especialidad dejó de ser la de modificar continuamente los objetivos económicos en función de cuestiones derivadas de opositores que le generaban resultados subóptimos, y comenzó a ser la de cumplir sus propios objetivos. 

Ya no será más bajar la inflación, ahora se le pedirá crecimiento y después desarrollo potenciando los vectores de competitividad: recursos naturales y mano de obra barata y calificada.

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Sigue mañana: Dos abismos