INNOVACIÓN

"Argentina tiene la oportunidad de saltarse etapas": el potencial local en la carrera por la inteligencia artificial

Estos sistemas inteligentes dejan de ser una novedad y empieza a transformar la productividad y la forma de trabajar en empresas argentinas, especialmente en startups, fintech y retail. Aunque el agro y el sector público avanzan más despacio, un experto advierte que no subirse a esta ola implica quedarse atrás en la redefinición de la eficiencia y la experiencia del cliente.

. Foto: Redes

Durante años, hablar de inteligencia artificial (IA) parecía una charla de laboratorio. Hoy, en cambio, forma parte de las reuniones de directorio y de las conversaciones cotidianas sobre cómo trabajar mejor. La IA dejó de ser una promesa y se volvió una herramienta real, que ya está cambiando la productividad y la forma de pensar los negocios.

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Según explica Joan Cwaik, especialista en innovación y divulgador tecnológico, el debate global pasó de las curiosidades iniciales a los desafíos más profundos: "Hace un año pasamos de hablar de prompts a discutir sobre agentes y backends personalizados. La IA ya no es una moda, sino una herramienta central en los negocios"

En la Argentina, la adopción todavía avanza a paso inicial. Hay entusiasmo, pero también dudas y resistencias. Cwaik cree que el verdadero obstáculo no es técnico, sino cultural: "El cambio es mucho más difícil que lo técnico. No alcanza con sumar un chatbot, hace falta pensar la IA con profundidad y no como un cosmético".

Aun así, el especialista ve en el país una ventaja poco explorada: la posibilidad de aprender rápido y evitar errores ajenos. "Argentina tiene la oportunidad de saltarse etapas y no repetir errores de grandes empresas extranjeras", afirmó. 

Dónde se nota más el impacto

Aunque muchos piensan en asistentes virtuales o chatbots, los casos más transformadores ocurren detrás de escena: en sistemas que anticipan la demanda, optimizan inventarios o ayudan a definir precios en tiempo real.

En sectores como startups, fintech y retail, la IA ya empieza a ser parte del día a día: analiza patrones de consumo, automatiza cobranzas o mejora la atención al cliente. El agro y el Estado, en cambio, avanzan más despacio: "Hay muchas iniciativas aisladas, pero sin escala ni continuidad", señaló Cwaik.

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Una herramienta que iguala

A diferencia de otras revoluciones tecnológicas, esta vez la distancia entre países ricos y emergentes no es tan grande. "Hoy una PyME argentina puede acceder a las mismas herramientas que una empresa en Dinamarca o Japón", destacó el especialista.

El problema, dice, no está en el acceso, sino en los frenos estructurales: la inestabilidad política, la falta de inversión sostenida, la fuga de talento y una conectividad desigual.

Menos miedo, más curiosidad

Cwaik recomienda a las pequeñas y medianas empresas dejar de pensar en grande y empezar por lo simple: "No hay que obsesionarse con la herramienta, sino con la tarea específica: atender mejor al cliente, ordenar el backoffice, mejorar la toma de decisiones".

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Hay recursos gratuitos o de bajo costo que permiten dar los primeros pasos, y lo fundamental —según él— es fomentar la curiosidad dentro de los equipos. Eso sí, advierte: "La IA no es magia que ordena el caos sola; cambia la naturaleza del trabajo".

Lo que viene

El mayor riesgo, dice, no está en equivocarse, sino en quedarse quieto. "Los clientes esperan experiencias distintas, y esas propuestas se están modificando drásticamente", aseguró.

De cara al futuro, Cwaik anticipa una naturalización acelerada de la IA, tanto en la vida cotidiana como en el mundo laboral: "Estamos ante un cambio de paradigma. Si no entendemos la inteligencia artificial, tomaremos decisiones con mapas viejos en un territorio completamente nuevo".

Su consejo final es tan simple como contundente:

"La IA no es solamente una tecnología, es una forma de pensar. Si no estás en ese cambio, alguien más lo va a hacer por vos".