Estudian la salud mental de los deportistas antes de los Juegos

Tres años después de los Juegos Olímpicos de Tokio, marcados por los problemas de la gimnasta Simone Biles, la cuestión de la salud mental de los deportistas está cada vez más encima de la mesa y las instituciones intentan recuperar el tiempo perdido.

A nivel mundial, “casi un deportista de cada tres presenta síntomas de enfermedad mental”, indicó recientemente Marion Leboyer, psiquiatra y directora general de FondaMental, una fundación de cooperación científica, citando principalmente la ansiedad pero también los problemas de depresión o los desórdenes alimentarios.

Esa fundación realiza actualmente un estudio entre los deportistas de Francia, país anfitrión este año de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos.

La mayoría de deportistas que hablan de sus problemas de salud mental lo hacen a menudo una vez que su carrera terminó. El grado varía mucho, desde un bajón anímico pos-Juegos Olímpicos a casos de depresión severa. De a poco, el tema va dejando de ser tabú.

El caso de Simone Biles fue emblemático. Llegó a los Juegos de Tokio como una gran estrella pero el mundo pudo seguir, casi en tiempo real, cómo se venía abajo y tenía un papel muchísimo más discreto del esperado.

Desde entonces, Biles sigue una terapia y se propuso abordar el tema de la salud mental de los deportistas para ayudar a personas en casos de exceso de presión.

Más recientemente, la estrella eslovena de la escalada, Janja Garnbret, alertó sobre los desórdenes alimentarios en el mundo del deporte.

En otros deportes también sucedieron casos que hicieron tomar medidas a las instituciones. La Federación Francesa de Rugby (FFR) anunció hace poco un plan para prevenir y tratar la depresión, que en varios casos condujo a prácticas adictivas.

De manera global, el deporte de alto nivel “da sentido a la vida” y los deportistas tienen “menos pensamientos suicidas”, explica el psiquiatra Julien Dubreucq, miembro de FondaMental.

Pero “es una población que tiene problemas de ansiedad, más riesgo de depresión y de perturbaciones del sueño”, subraya. Entre los grupos de riesgo elevado están los deportistas de 12 a 18 años que no llegan a cumplir su sueño en la edad adulta y tienen problemas para gestionar la frustración.