Lenguaje claro

Otra forma de escribir

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Escribir en lenguaje claro implica tener que leer y releer el texto varias veces, implica reformular ideas y conceptos para otorgar la mayor claridad y comprensión posible, implica pensar y ponerse en el lugar del lector, en el lugar del receptor del mensaje; en definitiva, implica un esfuerzo, pero un esfuerzo adicional al de por sí necesario para redactar un documento.

El objetivo del presente artículo es centrarse en ese esfuerzo cognitivo adicional que implica escribir en lenguaje claro y, en consecuencia, efectuar algunas consideraciones sobre los sesgos cognitivos y neurociencias y sus implicancias sobre el desarrollo e implementación del lenguaje claro en las organizaciones.

Del relevamiento realizado, no hemos encontrado artículos académicos que vinculen la utilización e implementación del lenguaje claro con los sesgos cognitivos ni con las neurociencias. (…)

Para lograr un cambio y una efectiva implementación del lenguaje claro es preciso, en primer lugar, ser conscientes de los sesgos y las limitaciones cognitivas, para poder trabajar en ellas internamente en el ámbito de la organización.

En segundo lugar, se debe lograr la motivación de las personas para comprometerse con la implementación, lo cual está íntimamente vinculado con la capacitación y las razones que llevan a la propuesta de implementación.

Por ello, el lenguaje claro debe presentarse pensando, por un lado, en los incentivos de quien lo va a utilizar y, por otro, colocarse en el lugar del lector del texto.

En ese sentido y con relación los incentivos, el lenguaje claro debe presentarse, por un lado, bajo las premisas de eficiencia, economía y eficacia.Como se dijo, el lenguaje claro implica un esfuerzo cognitivo adicional, pero dicho esfuerzo inicial implicará una reducción sustancial de las consultas, reclamos o explicaciones futuras que deben darse sobre el texto. 

A modo de ejemplo, una resolución o sentencia judicial que sea clara en su redacción, que sea entendible por los sujetos destinatarios, que determine claramente los derechos y obligaciones de las partes, sin lugar a dudas, implicará menos consultas o explicaciones. Más aun, podría generar, hipotéticamente, menor recursividad, reduciendo dispendios procesales y, en definitiva, una más productiva labor judicial. 

De hecho, experiencias en organismos judiciales han evidenciado mayores niveles de cumplimiento de medidas redactadas en lenguaje claro.

Adicionalmente a ello y quizás lo más interesante para mejorar la implementación, sea generar conciencia sobre los destinarios de los documentos.

Básicamente, se requiere de los redactores de los textos que se pongan en el lugar de los receptores de los textos.

Ello requiere de un proceso cognitivo en los redactores que se puede denominar genéricamente empatía. Aunque las neurociencias cognitivas han comenzado a utilizar otros diferentes, ya que en la literatura se han brindado más de 43 definiciones del término.

Concretamente, y a los fines generales del presente artículo y sin profundizar sobre el alcance de los conceptos, entendemos que, para la implementación del lenguaje claro, debe desarrollarse la empatía cognitiva o entendimiento empático, definidos como la habilidad para entender los sentimientos de otras personas y vinculados estrechamente con la denominada teoría de la mente. En otras palabras, la única forma de que la implementación del lenguaje claro dentro de una organización sea efectiva y se alcancen los beneficiosos resultados que el lenguaje claro aporte, es centrar a los redactores de documentos en la empatía cognitiva, en entender cómo se siente una persona frente a un texto de difícil o imposible comprensión.

Sin el prerrequisito de la empatía cognitiva en los redactores, la implementación del lenguaje claro podrá lograrse superficialmente o como un maquillaje de los documentos, pero no se podrá de forma alguna desarrollar de manera efectiva y profunda en la organización. (…)

El lenguaje claro es una poderosa herramienta, pero su implementación y su desarrollo son difíciles, enfrentándonos con los esfuerzos cognitivos, los sesgos cognitivos y la resistencia cognitiva al cambio.

Sin embargo, existen formas para que una organización logre su efectiva aplicación, no solo centrándose en aspectos técnicos, sino también en los aspectos cognitivos de las personas.

En consecuencia, las capacitaciones para hacer realidad la transformación del lenguaje claro deberán centrarse inescindiblemente en la reducción de los sesgos cognitivos, en la conciencia de la dificultad cognitiva del cambio y en la empatía cognitiva, sin ello, el lenguaje claro no dejará de ser una mera expresión de deseos.

*Autores de Lenguaje claro en Iberoamérica, La Ley. (Fragmento).