Marketing Global

Joaquín Mirenna: del marketing deportivo argentino al éxito global en la NFL y la Fórmula 1

De Buenos Aires a Los Ángeles, el argentino Joaquín Mirenna construyó una carrera destacada en el marketing del deporte y el entretenimiento. Con pasos por Disney, la NFL y la Fórmula 1, demuestra que la pasión, la preparación y la resiliencia pueden abrir camino en los mercados más competitivos del mundo.

Joaquín Mirenna, marketing deportivo, NFL, Fórmula 1 Foto: Joaquín Mirenna

Joaquín Mirenna es uno de los pocos argentinos que logró abrirse camino en el marketing deportivo y del entretenimiento en Estados Unidos. Con experiencias que van desde SportClub y Disney en Argentina hasta LAFC, los Miami Dolphins, la NFL y el Gran Premio de Fórmula 1 en Miami, su recorrido demuestra cómo la pasión, el riesgo y la preparación pueden transformar límites en oportunidades.

Perfil: ¿Cómo nació tu pasión por el marketing y qué te llevó a enfocarte en el entretenimiento y el deporte?

Joaquín Mirenna: Desde chico me fascinaba la publicidad. Me parecía increíble ver cómo un spot de apenas segundos podía entretener, emocionar y convertirse en parte de la cultura popular. Al mismo tiempo, siempre fui muy deportista: jugué, entrené y viví el deporte casi todos los días de mi vida. Mi mamá estaba convencida de que iba a terminar como periodista deportivo, porque yo mismo lo decía de chico. También me atraía mucho el cine. Con el tiempo entendí que lo que realmente me apasionaba era estar dentro de las empresas, desde el lado de la estrategia y la creatividad, y ahí descubrí el marketing. Mi tesis de grado fue el primer paso concreto: un plan de negocios con un amigo en el que vimos que en Argentina había un espacio enorme para profesionalizar la industria del deporte. Esa fue la chispa inicial que me llevó a SportClub, mi primera gran experiencia y una decisión que marcó para siempre el rumbo de mi carrera.

P: En Argentina esas industrias no están del todo desarrolladas como negocio. ¿Cómo descubriste que ahí estaba tu diferencial?

J.M.: Ahí vi la oportunidad. SportClub era el ejemplo: funcionaba como una pyme gigante, con limitaciones, pero también con un impacto enorme. Esa experiencia me enseñó que, con visión, buena ejecución y foco en el consumidor se puede competir en cualquier nivel.Me quedó claro que en Argentina hay talento y creatividad de sobra, pero que si quería seguir creciendo tenía que aprender de los mejores. Por eso puse el foco en Estados Unidos. Primero desde Disney Latinoamérica, donde participé en el lanzamiento y la expansión de Disney+ y Star+, y después dando el salto directo al mercado norteamericano.

P: Muchos jóvenes sienten que desde Argentina es imposible competir en Estados Unidos o en el mundo. ¿Por qué elegiste EE.UU. y qué aprendizajes te dejó ese salto al mercado más exigente?

J.M.: Porque es el lugar donde se concentra el talento, la innovación y el desarrollo. Es un ecosistema que respira entretenimiento y deporte, y donde todo el tiempo surgen nuevas formas de hacer las cosas.

El mayor aprendizaje es que, desde afuera, todo parece más grande, más difícil, incluso intimidante. El salto de fe es lo más duro. Pero una vez que estás adentro, con esfuerzo, dedicación y una idea clara de hacia dónde querés ir, todo empieza a fluir. Aprendí que lo “imposible” muchas veces es solo una percepción, un miedo propio.

P: Fuiste el primero de tu familia en graduarse y luego hiciste un MBA en UCLA. ¿Qué lugar ocupa la educación en tu historia de vida y de carrera?

J.M.: Para mí la educación es todo, aunque no solo la formal en una universidad. Mi ética de trabajo no salió de un aula: la aprendí viendo a mis abuelos y a mis padres, que trabajaron incansablemente y me enseñaron que todo se puede, pero siempre con esfuerzo. Lo académico también fue clave. Mi MBA en UCLA Anderson me dio herramientas, visión global y, sobre todo, una red de colegas que hoy son aliados estratégicos. Pero más allá de los títulos, lo central es mantener siempre la actitud de aprender, escuchar y absorber en cualquier situación. Esa curiosidad permanente marca una diferencia.

P: ¿Qué diferencias encontraste entre cómo operan las organizaciones deportivas en Argentina y cómo lo hacen en Estados Unidos?

J.M.: Hay diferencias culturales y estructurales. En Argentina todo se siente más cercano, más pasional, y eso tiene un valor enorme. En Estados Unidos, en cambio, la ética de trabajo, la disciplina y el foco son impresionantes. Además, al estar tan cerca de los grandes hubs de innovación, todo se mueve más rápido.

La diferencia más grande está en la profesionalización. En EE. UU., los clubes y ligas se gestionan como verdaderas empresas, con accountability y foco en resultados. En Argentina, muchas veces siguen operando como asociaciones civiles sin fines de lucro, lo que limita la atracción de talento y la planificación a largo plazo. No se trata de privatizar todo, sino de profesionalizar la gestión para potenciar resultados.

P: Tu carrera siempre estuvo marcada por la innovación. ¿Cómo decidís en qué proyectos arriesgarte?

J.M.: Me encantaría poder darte una fórmula científica, pero la verdad es que gran parte es lo que acá llaman “gut feeling”, instinto. Es estar atento, leer mucho, informarse y, llegado el momento, escuchar la intuición. Trabajo en un sector que me apasiona y por ende estoy constantemente leyendo e informándome, y creo que eso me da una sensibilidad especial para detectar oportunidades. Muchas veces la decisión nace tanto del corazón como de la cabeza.

P: Desde afuera puede sonar como una trayectoria lineal de éxito, pero ¿cuántos “no” tuviste que escuchar para llegar hasta acá?

J.M.: Muchísimos. Algunos dolieron mucho: trabajos, proyectos en los que confiaba ciegamente y que nunca salieron. Pero con el tiempo entendí que los “no” son los que más te forman. Te obligan a ser más resiliente, más humilde y a trabajar más duro. Al final, cada rechazo fue también una redirección hacia algo mejor, o eso me gusta creer.

P: Hoy te toca ser jurado en premios internacionales de marketing y acompañar a nuevas generaciones como mentor. ¿Cómo vivís esa responsabilidad?

J.M.: Para mí es un privilegio enorme. Ser jurado me permite estar cerca de los mejores proyectos del mundo, aprender y reconocer lo que realmente marca tendencia. Y el rol de mentor me sale natural: tuve mucha gente que me ayudó en mi carrera y siento que es un deber y privilegio devolverlo. Disfruto mucho poder acompañar a jóvenes talentos, darles confianza y abrirles puertas, igual que otros hicieron conmigo.

P: Sos uno de los pocos argentinos que logró hacerse un lugar en este mercado global. ¿Qué aporta la mirada latinoamericana a la industria del marketing deportivo?

J.M.: Aporta pasión y autenticidad. Creo que como latinos tenemos una conexión muy genuina con el deporte, lo vivimos desde la piel de los hinchas. Eso nos da una perspectiva distinta, más representativa de lo que siente el fan real.

Además, nuestros mercados están cada vez más en el radar de ligas y organizaciones internacionales. La NFL, la Fórmula 1 o la NBA ya están desembarcando fuerte en la región. Poder aportar contexto y mirada local en esas conversaciones es un diferencial enorme. Igualmente, ¡hay muchísimo por aprender!

P: Hace poco tiempo te sumaste a la NFL, algo inédito para un argentino. ¿Qué te entusiasma de esta nueva etapa y qué motivó esa decisión?

J.M.: No es solo porque siempre fui fan del deporte, sino porque la NFL es quizá el mejor ejemplo de cómo se profesionalizó la industria del entretenimiento deportivo. Es el gold standard de cómo marketear deporte y entretenimiento, y siento que todos tenemos mucho que aprender de ellos. Al mismo tiempo, la liga atraviesa desafíos inéditos que la hacen apasionante. Ya había tenido un primer acercamiento trabajando con los Miami Dolphins, y ver de cerca la apuesta global de la NFL me terminó de convencer. 

El Global Markets Program es un claro ejemplo: permite a las franquicias desarrollar marketing en mercados internacionales, y eso abrió un camino nuevo. Latinoamérica está en el centro de esa expansión: primero fue México, y ahora se suman Brasil con San Pablo en 2024 y Río de Janeiro en 2026, en un escenario donde la NFL se anima a competir en territorios dominados por el fútbol. A eso se suma la búsqueda de amplificar la audiencia con propuestas innovadoras, como elegir a Bad Bunny como artista del Super Bowl LX en 2026, o los acuerdos con plataformas como Netflix y YouTube que “eventizan” y distribuyen los juegos globalmente, llegando a audiencias que antes quizás no prestaban atención a través de nuevos canales. Además, la liga está apostando fuerte a NFL+, su plataforma de streaming. Para mí, que siempre vi el streaming como el espacio más transformador de la industria, esa apuesta representa un reto enorme y un potencial inmenso. Es un proyecto que combina innovación, alcance global y muchísimos desafíos, y eso es lo que más me entusiasma.

P: ¿Qué tendencias vez que van a definir el marketing deportivo en los próximos años?

J.M.: Cada vez se va a borrar más la línea entre entretenimiento y deporte. El fan hoy no solo quiere ver un partido: quiere historias, experiencias, contenidos. Las ligas y clubes que no lo entiendan van a perder relevancia frente a competidores de otras industrias que sí saben captar la atención.A la vez, el deporte tiene un privilegio único: es de los pocos contenidos que aún se consumen en vivo masivamente. Por eso vemos a gigantes tecnológicos invirtiendo fuerte en derechos deportivos. El gran desafío va a ser seguir profesionalizando la gestión, porque el interés está, pero la competencia por la atención es brutal.

P: Si tuvieras que dejarle un consejo a un joven argentino que sueña con trabajar en industrias globales, ¿cuál sería?

J.M.: Que entienda que los límites están en la cabeza. Que persiga sus sueños, aunque suenen imposibles, porque son los que realmente valen la pena. Que sepa que no va a ser fácil, pero que va a valer el esfuerzo. Y, sobre todo, que disfrute el camino. Porque de nada sirve llegar “lejos” si no se disfruta lo que uno hace en el día a día.