Relaciones carnales 2.0

Donald Trump, acorralado por los sojeros: furia por el acuerdo con Milei y un pedido a China

El lobby sojero de Estados Unidos reaccionó al "salvataje" de Argentina mientras China, el principal mercado de ambos, aprovechaba la caótica exención de retenciones ordenada por el ministro Luis Caputo.

Javier Milei y Donald Trump Foto: CEDOC

Las repercusiones del acuerdo entre Estados Unidos y Argentina trascendieron las fronteras del ámbito financiero. No solo dejaron en evidencia la influencia del gobierno de Donald Trump en la política comercial de Javier Milei, sino que se colaron en el escenario de la disputa arancelaria entre dos gigantes.

Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, anunció una línea de swap por 20.000 millones de dólares, con la posibilidad de comprar bonos de deuda pública argentina, lo que fue interpretado como una suerte de "salvataje" para el gobierno libertario, presionado por la turbulencia cambiaria y el termómetro electoral.

Sin embargo, el alivio de algunos en Argentina por el respaldo financiero pronto fue eclipsado por una serie de tensiones internas y externas que dieron lugar a un conflicto más amplio. En el mismo día en que Bessent confirmó la negociación con el equipo de Milei, China compró 20 cargamentos de soja argentina tras la exención de retenciones ordenada anteriormente por el ministro argentino Luis Caputo, en medio de su cruzada para conseguir dólares.

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La presión del lobby sojero al gobierno de Trump y su impacto en Argentina

Más allá de la lectura local, la iniciativa permitió a Argentina aprovechar un espacio de mercado que, hasta entonces, estaba dominado por los productores de soja de EEUU, que se vieron afectados por la pelea arancelaria entre Trump y Xi Jinping que derivó en la implementación del 20% de aranceles a las importaciones estadounidenses en ese rubro.

En tanto,  la reacción del lobby sojero ―actor central en el tablero estadounidense―al tuit de Bessent no se hizo esperar. El presidente de la American Soybean Association (ASA), Caleb Ragland, lanzó una declaración que condensó el malestar de los agricultores de soja que, al no poder competir con los precios de la soja argentina, veían cómo sus expectativas de alcanzar un acuerdo con China se desmoronaban.

"Los productores estadounidenses de soja lo han tenido claro durante meses: el gobierno necesita cerrar un acuerdo comercial con China. Mientras tanto, este mismo gobierno otorga 20.000 millones de dólares en apoyo económico a un país que reduce sus impuestos a las exportaciones de soja para que China se abastezca allí", sostuvo el referente sojero en un comunicado.

Comunicado. La asociación de sojeros estadounidense respondió al acuerdo entre Trump y Milei.

Pero la declaración de ASA no fue solo un lamento comercial, sino un grito de "frustración abrumadora" que reflejó una contradicción más amplia: mientras el gobierno de Trump continúa con su "guerra comercial" con China y el mundo (sin dar respuestas a sectores empresariales afectados), su gabinete se empecina en tirarle una soga a su aliado ideológico en el Cono sur para que sortee sus dificultades económicas. Incluso a pesar de que sus economías son competitivas. Así, Argentina lograba acuerdos ventajosos con el gigante asiático a través de una política fiscal que favorecía a sus productores en pos de una necesidad urgente del gobierno nacional, en una de sus últimas cartas previo a las elecciones del 26 de octubre.

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Lo que parecía ser un simple ajuste económico por parte del gobierno argentino—la reducción temporal de las retenciones a las exportaciones de soja—se convirtió rápidamente en una piedra en el zapato para Milei. Desde Washington, Bessent y su equipo seguían de cerca cada movimiento del gobierno argentino, presionando por la "reposición de las retenciones" sobre el agro y demás materias primas.

Salvados por Trump (¿y si tampoco alcanza con eso?)

En un tuit que generó controversia, el funcionario norteamericano no solo confirmaba el respaldo financiero, sino que también insinuaba que estaban trabajando en conjunto con el gobierno de Milei para "poner fin a los beneficios fiscales para los productores de commodities que liquidan divisas". Si bien Bessent respondió a la presión de los agroindustriales locales, dejó entrever la influencia en la política económica interna de otro país soberano. En especial porque el gobierno argentino confirmó la vuelta de las retenciones el mismo miércoles 24 por la noche, argumentando que se había alcanzado el tope de 7.000 millones de dólares.

En Argentina, la crítica no se hizo esperar. Daniel Mangieri, productor agropecuario, se preguntó en redes sociales si no era acaso "el Tesoro de EE.UU. el que estaba definiendo la política fiscal de Argentina". En su mensaje en X, puntualizó que la decisión de eximir a los productores de soja de las retenciones había sido vista por muchos como una estrategia desesperada para aliviar la crisis de divisas en el país. Pero la presión de Washington, aparentemente, le estaba indicando al gobierno de Milei que esa jugada fiscal era insostenible y, sobre todo, incompatible con los intereses comerciales de Estados Unidos.

Javier Milei y Donald Trump se reunieron en Nueva York.

Por otro lado, Antonio Aracre, economista y exCEO de Syngenta, también se mostró crítico. El exasesor de Alberto Fernández que suele alinear su postura con Milei, consideró que la medida, lejos de ser una verdadera baja en las retenciones, había funcionado más como un "incentivo a la pre-financiación" para las grandes cerealeras que como un alivio real para los productores.

En otras palabras, Aracre veía el decreto como un parche que no resolvía el problema estructural de la economía argentina, sino que simplemente trasladaba la presión sobre los exportadores hacia los productores, sin darles un beneficio real. "No me gustó la implementación del beneficio al agro para anticipar exportaciones (...) Sólo (es) entendible por la urgencia del caso, pero se podría haber instrumentado mejor", sostuvo este jueves en X.

En Argentina, las críticas al Gobierno por permitir la injerencia de EEUU inundaron las redes sociales.

¿China o EE.UU.?: La disyuntiva de Milei y las elecciones a la vista

Mientras tanto, a nivel internacional, la relación de Argentina con China seguía creciendo. El acuerdo para exportar soja, que el gobierno de Milei había logrado con una reducción temporal de las retenciones, parecía dar a Argentina una oportunidad única para sumarse a Brasil como principal exportador al gigante asiático tras la retirada de Trump. En tan solo dos días, el país vendió 20 cargamentos a China, un logro significativo que no pasó desapercibido para la comunidad internacional. 

Para los analistas como Pablo Adreani, la jugada de Milei estaba directamente vinculada a las exigencias de los productores estadounidenses, quienes presionaban por la recuperación del mercado chino, que desde el inicio de la guerra comercial había sido casi imposible de alcanzar debido a los altos aranceles impuestos por Beijing.

"La presión de los farmers, a través de la ASA, parece que fue muy fuerte y el gobierno de Trump la trasladó a la Argentina. En este juego de poder, los exportadores argentinos tuvieron la capacidad para registrar unos 14 millones de toneladas y se cumplió con el requisito de los 7.000 millones de dólares", señaló Adreani al diario La Voz. Sin embargo, el dilema continuaba para Milei: cómo gestionar el apoyo de los productores agropecuarios argentinos sin perder la relación con Estados Unidos ni con China, dos potencias económicas claves para el futuro de su gobierno.

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Las tensiones de una política internacional cada vez más compleja

Lo que está en juego, más allá de las dinámicas comerciales y las exportaciones de soja, es una dinámica geopolítica mucho más profunda, cada vez más influenciada por actores locales incentivados por los procesos de globalización. Tal como ocurrió con el lobby de los agroindustriales franceses para trabar el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. Pero de este lado del Atlántico, mientras Argentina se debate entre el alineamiento ideológico con Estados Unidos y la relación comercial estratégica con China, la administración de Milei se encuentra en una encrucijada. 

La presión de Washington sobre Milei, aunque velada en términos de ayuda financiera, deja en claro que el rescate económico de Estados Unidos no es gratuito. Y a medida que las elecciones presidenciales de octubre se acercan, la habilidad del gobierno argentino para navegar estas aguas turbulentas se convierte en un tema central. Mientras tanto, la soja, el commodity argentino más relevante, sigue siendo el terreno de batalla de intereses contrapuestos: el agro estadounidense, los productores locales y las potencias internacionales, cada uno con su propia agenda.

CD/fl