Elecciones 2025

Cómo seguirá gobernando Milei si se demuestra que perdió el apoyo ciudadano

El director de la consultora Opina Argentina evaluó las posibilidades del presidente de consolidar su gobierno, estabilizar la economía y avanzar con reformas laborales e impositivas según los escenarios electorales.

Nejamkis, director de la consultora Opina Argentina, donde realizó análisis sobre tendencias sociales, encuestas y estrategias políticas Foto: CEDOC

El analista político y director de la consultora Opina Argentina, Facundo Nejamkis, explicó en el programa Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) ​cómo se percibe el apoyo ciudadano al Gobierno de Javier Milei y el impacto de factores externos, como el apoyo político y económico de Donald Trump, sobre su desempeño electoral. Según explicó, la relación del presidente con los gobernadores y la capacidad de consolidar reformas laborales e impositivas dependerá de los resultados del 26 de octubre y del nivel de respaldo popular que logre mantener.

El analista político Facundo Nejamkis es director de la consultora Opina Argentina, especializada en estudios de opinión pública y análisis político. Se graduó en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y cursó una Maestría en Administración y Políticas Públicas en la Universidad de San Andrés. A lo largo de su carrera, ha participado en diversos medios de comunicación, ofreciendo análisis sobre el panorama político y electoral del país.

Este tema de discusión lo instaló el analista político Jaime Durán Barba la semana pasada aquí en este programa y siguió en otras entrevistas a lo largo de la semana: la ayuda de Donald Trump, ¿aumenta, disminuye o es neutra para los votos de La Libertad Avanza (LLA) en las próximas elecciones dentro de 10 días?

Hay que pensarlo de dos maneras. Por un lado, lo ayuda, porque si analizamos el escenario económico-financiero de hace tres semanas, el dólar parecía que en cualquier momento perforaría el techo de la banda. Además, el gobierno no contaba con reservas suficientes para llegar hasta el domingo 26 soportando la presión sobre el tipo de cambio y el impacto que eso generaba en Argentina. La sensación de que la administración no controlaba el dólar y debía ver atónita cómo escalaba en pantallas, sitios web y televisión, hubiera sido letal en términos electorales. Entonces, si lo consideramos como mera transferencia de votos: tuvo un rol relevante en evitar que el gobierno llegara totalmente desdibujado en el control de la economía al momento de la elección. En ese sentido, una ayuda le dio el republicano.

Ahora, si lo evaluamos desde el almuerzo con conferencia de prensa del presidente Trump y el presidente Milei en la Casa Blanca, y en términos de presión sobre el electorado argentino respecto a si lo votan para recibir dinero, recursos y respaldo de Estados Unidos, entonces tiendo más a coincidir con la tesis de Durán Barba por varias razones:

Primero, ningún país aprecia que un presidente extranjero se involucre o intente influir en su proceso electoral, y menos aún cuando quien interviene es un país mucho más grande que el propio. Además, en el caso de Estados Unidos, Argentina históricamente ha sido, entre los países de América Latina, el que ha mostrado mayor sentimiento.

Te agrego un dato: la semana pasada realizamos una encuesta sobre la imagen de Donald Trump en Argentina y obtuvo 65% de valoración negativa. Por lo tanto, resulta difícil pensar, considerando la historia de Argentina y el peronismo como partido surgido bajo la tensión Braden-Perón, que el apoyo de un presidente con 65% de imagen desfavorable en el país pueda volcar la elección a favor del gobierno de Milei.

No obstante, no puedo dejar de subrayar el análisis previo y señalar que, en términos discursivos y financieros por parte del Tesoro, esta intervención permite al gobierno de Milei llegar menos debilitado a las elecciones legislativas del 26 de octubre de lo que hubiera ocurrido de otro modo.

En realidad, eliminó la posibilidad de un empeoramiento frente a la situación existente. Le quitó ese riesgo, pero mantuvo la situación en las posibilidades previas a la corrida cambiaria y agregó el voto negativo del maltrato simbólico a Argentina: ayuda por un lado, pero perjudica en lo simbólico, es decir, es un respaldo amargo.

Así es. Se nota de inmediato, porque la estabilidad del tipo de cambio, aunque con un leve ajuste entre 1.350 y 1.400, no es total, pero evitó que el dólar superara 1.500, lo que hubiera sido muy complicado para el gobierno enfrentar la elección. Funciona como un torniquete temporal. Lo restante se verá el día de la votación.

Durán Barba realiza un análisis que considero correcto y con el que coincido, pero habrá que esperar a los resultados. Por ahora, el efecto positivo es improbable; en todo caso, podría resultar neutro si la distribución de votos ya está definida, más allá de las posiciones que pueda asumir Trump antes de la elección. Si el gobierno necesita movilizar votantes desactivados o desmovilizados de La Libertad Avanza (LLA), no parece que la intervención de Trump cumpla un papel similar al que Macri logró en 2019 con el “Sí se puede” tras la derrota en las PASO frente a Alberto Fernández.

Hablábamos recién con nuestro enviado a IDEA y con el presidente del coloquio, y el clima allí mostraba que descartaban un triunfo del gobierno. Los asistentes no esperaban que la administración se impusiera en las elecciones, pero sí confiaban en avanzar con dos reformas clave: la laboral y la impositiva por Provincias Unidas. Hoy expusieron los gobernadores de Santa Fe y de Córdoba. ¿La idea es que actúen como garantes de la gobernabilidad, al menos en lo que respecta a estas reformas fundamentales compartidas?

El gobierno actual ha acentuado esa dinámica, porque la recesión, especialmente en los últimos meses, afecta con mayor dureza al cordón industrial, y un dólar poco competitivo limita la capacidad exportadora, sobre todo en los industriales. Por ello, los productores de commodities, tanto agropecuarios como minerales y energéticos, se convierten en los más fuertes.

No estoy tan seguro de cómo se establecerá la relación entre Milei y los gobernadores. Te cuento lo que me pasó: estuve el otro día en una reunión con empresarios y había preocupación por la capacidad de liderazgo de Javier Milei para gobernar sin mayoría, ni siquiera en relación con la opinión pública. Milei nunca estuvo en mayoría, pero contaba con ungarrote disciplinador”, por decirlo de alguna manera, gracias a su vínculo privilegiado con la opinión pública.

Si las elecciones confirman que esa relación dejó de ser favorable y, supongamos, el presidente obtiene un tercio del apoyo de la sociedad, la relación con los gobernadores se transformaría en un vínculo más de pares que de alguien con influencia directa y control de recursos, capaz incluso de amenazar electoralmente en cada provincia.

A veces, en medios de comunicación o incluso en ambientes empresariales, se simplifica el debate: ¿qué pasará si Provincias Unidas se convierte en una fuerza con expectativas de gobernar en 2027? ¿Actuará igual respecto de Milei o tomará distancia? Hagamos un cálculo sencillo: ¿de quién recibiría más votos el partido en un escenario electoral 2027, del kirchnerismo o del espacio de Milei si este se debilita o se fragmenta?

Sí, sería un nuevo Juntos por el Cambio, una centroderecha o un centro, da igual. Pero se piensa que sería tributario del fracaso de Milei. Por lo tanto, surge la pregunta: ¿estarían dispuestos a ayudar a Milei a concluir su gobierno exitosamente y buscar la reelección, o preferirían un gobierno mediocre para posicionarse como fuerza de centro-centrocha en el balotaje junto al kirchnerismo? No hay que descartar este cálculo de un espacio que podría fortalecerse.

Por ejemplo, si Pullaro gana en Santa Fe y Schiaretti en Córdoba, y eso se traduce en la pérdida de grandes provincias por parte del gobierno, ¿cuáles serían los incentivos de Provincias Unidas para mostrarse colaborativos? Ahí surge un signo de pregunta sobre el cálculo político hacia la eventual llegada al poder de esta tercera alianza.

El peronismo y Provincias Unidas, posibles rivales de Milei en 2027, podrían querer que Milei realice la llamada “tarea sucia” y lleve adelante la reforma tributaria y laboral, históricamente la más conflictiva.

En esta misma línea, sería útil para garantizar la gobernabilidad de una alternativa, habiendo completado las reformas necesarias: primero estabilidad macroeconómica y luego reformas laborales e impositivas. Además, es difícil imaginar que un gobierno en Argentina, donde el mundo del trabajo mantiene organizaciones, pueda implementar una reforma laboral si llega debilitado políticamente. Recordemos que la reforma laboral de la Rúa terminó en el escándalo de Balcarce, y la Ley Mucci de Alfonsín también enfrentó serias dificultades. No es una tarea sencilla para un gobierno debilitado.

Supongamos que Milei gana las elecciones y obtiene cerca de 40 puntos; en ese escenario, podría articular una coalición con gobernadores y de esa alianza surgirían propuestas o proyectos de reforma laboral e impositiva. Ahora, si Milei pierde, también quedará muy debilitado. Por eso, reconstruir una coalición de gobierno sería muy costoso y difícil de concretar; no parece parte de un plan para grandes reformas estructurales, sino más bien un programa de supervivencia, y no se ve al peronismo colaborando en una reforma laboral como la que probablemente busque impulsar el gobierno.

Aquello se trata más de un juego imposible que de la posibilidad real de que alguien haga lo que otros no pueden. La tarea del ajuste del Estado que Argentina necesitaba no iba a ser realizada ni por el peronismo ni por Juntos por el Cambio, por los intereses que representan y los vínculos que tienen con distintos actores políticos, sociales y económicos. 

Pero una cosa es eso y otra pensar que Milei, debilitado, pueda implementar reformas laborales e impositivas sin enfrentar obstáculos. Para lograrlo, necesitaría al menos el 51% de los votos, no dos tercios. Sumando los aliados históricos, parte del peronismo intervenido por Cristina Kirchner, gobernadores fuera del peronismo oficial, los de Provincias Unidas y legisladores que obtenga con el PRO y La Libertad Avanza, quizá podría alcanzar 129 votos.

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Eso podría ser posible, pero aún así parece querer comerse el asado antes de matar al animal: falta una tarea previa. ¿Cómo pensar en reformas laborales e impositivas si el gobierno no logra antes estabilizar la economía?

Así es, el paso inicial es consolidar un programa que estabilice la economía. No se trata solo de reducir la inflación de 7 u 8% mensual a uno o dos puntos, sino de evitar depender cada seis meses de auxilios externos o de un ingreso masivo de dólares para sostener el tipo de cambio, como ocurrió con el FMI y ahora con la ayuda del Tesoro.

Primero viene eso, luego los intentos de reformas. Si el gobierno logra estabilizar la economía y además impulsa la reforma laboral e impositiva, en 2027 no habrá Provincias Unidas como alternativa, sino que Milei podría estar al frente.

MV