Día 610: El 2027 se metió en el cierre de listas
En la definición de los candidatos para octubre hay propuestas que hablan de 2027, una elección presidencial que se definirá por estabilidad o disrupción. Las hipótesis de Jorge "Turco" Asís y Jaime Durán Barba sobre qué viene después de Javier Milei.
Hay dos hipótesis contrapuestas que tensionan el debate sobre la Argentina que viene después de Javier Milei. Una pertenece al escritor y analista político que predijo la derrota de Mauricio Macri en 2019. La otra es del estratega que construyó el fenómeno Macri y aseguró su llegada al poder. Hablamos de Jorge “Turco” Asís y Jaime Durán Barba.
Según Asís, lo que sigue al experimento libertario será un presidente más predecible, clásico y reconocible dentro del sistema. Durán Barba, en cambio, sostiene que el terremoto que significó Milei no se clausura con él, sino que habilita la llegada de algo todavía más disruptivo, porque el hastío social con la llamada “casta” no hizo más que empezar.
Si tuviéramos que plantearnos estas dos hipótesis con caras que estuvieron este domingo en las listas colocadas podríamos que decir que por el lado del presidente administrador tenemos a Juan Schiaretti, el exgobernador de Córdoba y la cabeza del movimiento que nuclea a los cinco gobernadores de Provincias Unidas y a Somos Buenos Aires en el territorio bonaerense.
Schiaretti es administrador, una persona gris y con mucha experiencia. Lo que tiene para asegurar es, al mismo tiempo, la experiencia de haber gobernado. También se podría colocar en esta categoría al propio Axel Kicillof. Si vamos a la de “disruptor”, nos encontraríamos con que tendría que ser alguien fuera de la política. Por ejemplo, un empresario, como vemos que se produce en las elecciones de Bolivia, Ecuador, Colombia o Chile de manera repetida. En ese caso podría ser Marcos Galperín, el dueño de Mercado Libre, o Jorge Brito, el presidente de River y presidente del mayor banco privado de la Argentina. En el área de disruptores también podríamos colocar a Juan Grabois.
En las listas que se cerraron ayer, ya sea encabezándolas o integrándolas -o, de alguna manera, siendo el pate seráfico de alguna de ellas, como es el caso de Schiaretti-, hay candidatos que nos hablan de 2027, un 2027 que se definirá por estabilidad o disrupción. Esa dualidad, presente en ambas hipótesis, también parece atravesar al peronismo, la principal fuerza opositora, y se coló en el cierre de listas alguien que transmite esa idea de administrador.
Jorge Taiana, político de carrera, alejado del espectáculo y de los exabruptos mediáticos, encabezará la boleta nacional de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires. Pero, al mismo tiempo, Juan Grabois -que busca renovar al peronismo y que, como señalamos en nuestra última columna, juega el rol de “Milei de izquierda”- logró quedarse con el tercer lugar en esa nómina y, además, colocar a Itai Hagman al tope de la lista de diputados en la Ciudad de Buenos Aires.
En un diálogo con Modo Fontevecchia, Jorge Asís expresó que quienes se sorprenden con las transgresiones de Milei “probablemente no lo entiendan” porque en realidad son un método de construcción política. “Intuyo que la próxima transgresión en Argentina va a ser la de la normalidad. Un aspecto austero, mesurado, de traje gris, corbata y casi aspecto de gerente de banco”, aseguró. En contrapunto, Jaime Durán Barba dijo en una entrevista en Radio 10 que “si no se logra rejuvenecer a los líderes, va a venir alguien más distinto que Milei”.
Juan Schiaretti encabezará la lista de diputados de Provincias Unidas en Córdoba, mientras que Randazzo Randazzo hará lo mismo en la provincia de Buenos Aires.
También hay que entender aquí la diferencia entre qué es lo que se repite y qué es lo que se mantiene. Sería la idea de Heráclito de que el río es el mismo, el agua y quienes nos bañamos somos distintos, pero en el fondo hay un río. En este caso, uno podría decir que en las disrupciones que plantean nuevas tecnologías o cualquier otro cambio en el proceso productivo o social modifican los síntomas de expresar las tendencias profundas de los seres humanos.
Por ejemplo, cuando se dice que el psicoanálisis de Sigmund Freud estaba focalizado simplemente en los problemas de las mujeres de una sociedad pacata como la de Viena a principios del siglo XX o fines del siglo XIX y que, por lo tanto, la histeria hoy no se da de la misma manera. Los síntomas cambian, a lo mejor podría ser aquello equivalente a la bulimia y la anorexia, pero la esencia del ser humano no cambia.
Es como si los argentinos fuéramos la protagonista de la célebre novela brasileña Doña Flora y sus dos maridos. Esta genial obra del escritor brasileño Jorge Amado, publicada en 1966, cuenta la historia de Flor, una mujer de Bahía que, tras enviudar de su primer marido, Vadinho, un hombre aventurero, sensual, juerguista e irresponsable, se casa por segunda vez con Teodoro, un boticario formal, correcto y predecible. Flor cree haber elegido la “estabilidad”, pero descubre que su nueva vida carece de la pasión salvaje que vivió con Vadinho.
El conflicto aparece cuando el fantasma de su marido muerto regresa para seguir haciéndole el amor, desatando una convivencia insólita entre el orden burgués de Teodoro y el caos erótico representado por Vadinho. En ese doble vínculo, Amado construye una metáfora de las tensiones de la vida cotidiana: la pulsión entre la seguridad y el deseo, entre la norma social y el goce sin culpa. Lamentablemente, a diferencia de Doña Flora, ambos maridos terminan engañando a la sociedad argentina y no solo el divertido.
Hay otro factor a tener en cuenta que puede influir en los resultados electorales, que son los gobernadores. Hay candidatos que, al encabezar las listas de diputados o senadores en un territorio, se posicionan como candidatos a gobernadores o jefe de Gobierno en 2027. Ese es el caso de Luis Petri en Mendoza o Patricia Bullrich en la Ciudad de Buenos Aires. Aunque cada elección tiene sus particularidades, las elecciones locales suelen traccionar votos hacia el candidato a presidente, por lo que el dato de qué gobernadores irán por su reelección es relevante en la definición del mapa político este año y, más aún, de cara a 2027.
Este año, solo Corrientes, el 31 de agosto, y Santiago del Estero, el 26 de octubre de 2025, estarán eligiendo además cargos ejecutivos. Gustavo Valdés (Corrientes), tras dos mandatos consecutivos (2017–2021 y 2021–2025), no puede buscar la reelección en 2025. El caso de Gerardo Zamora (gobernador de Santiago del Estero) es similar, tras dos mandatos consecutivos, no puede ser reelecto, por lo que se postulará a senador por el Frente Cívico provincial y falta definir quién se presentará como candidato a gobernador por su espacio, que siempre ha ganado la provincia.
Mirando 2027, los gobernadores que no pueden ser reelectos según la legislación vigente son Axel Kicillof, en la provincia de Buenos Aires, que está con la mirada en las presidenciales, y Alfredo Cornejo en Mendoza. Se trata de dos provincias clave, tanto por su peso electoral como por el rol que cumplen en la configuración de las alianzas nacionales.
A esta lista se suman otros gobernadores que, si bien no tienen impedimentos legales estrictos, ya han adelantado que no buscarán prolongar su mandato más allá de 2027. Entre ellos se encuentra Raúl Jalil en Catamarca, que impulsó una reforma constitucional para terminar con las reelecciones indefinidas; Osvaldo Jaldo en Tucumán, quien aseguró que la reelección “no está en sus planes”, aunque podría cambiar de opinión; y Sergio Ziliotto en La Pampa, que anunció su retiro de la política al final de la gestión.
El gobernador de Neuquén, Rolando Figueroa, quien asumió el cargo el 10 de diciembre de 2023, poniendo fin a más de seis décadas de hegemonía del Movimiento Popular Neuquino (MPN) en la provincia, podría ir por un segundo mandato en 2027.
En el resto del país, la situación permanece abierta. Gobernadores como Martín Llaryora en Córdoba o Claudio Vidal en Santa Cruz aún no han definido públicamente sus intenciones, mientras que en Formosa, tras el fallo judicial que limitó la reelección indefinida, Gildo Insfrán no podrá volver a presentarse, aunque es probable que esta disputa siga abierta. De esta forma, el recambio de liderazgos provinciales en 2027 promete ser un factor decisivo en la construcción de las candidaturas presidenciales y en la dinámica de poder de las principales coaliciones nacionales.
Gobernadores del frente Provincias Unidas.
Una dinámica que ya se adelantó es la de Provincias Unidas. Allí, cinco gobernadores -Ignacio Torres, de Chubut; Carlos Sadir, de Jujuy, Maximiliano Pullaro, de Santa Fe; Vidal y Llaryora- forman parte del frente político denominado "Un grito federal", impulsado por gobernadores que ya tienen en mira las elecciones presidenciales de 2027. Todo indica que todos podrían ser reelectos gobernadores y son lo suficientemente jóvenes para imaginar que alguno de ellos podría ser candidato presidencial en 2031. Esto sugiere intención y posibilidad de continuar en sus gobiernos. Los cuatro mandatarios están cursando su primer mandato como gobernadores de sus respectivas provincias, y no habría impedimento para que vayan por su reelección.
En el fondo, el problema vuelve a caer en la misma discusión sobre las hipótesis: si los gobernadores unidos tienen una impronta, es la de la moderación y el centro político, más cercana al vaticinio de Asís, y si los resultados de esta elección lanzarán algunas lecturas posibles en ese sentido, tal vez, este bloque podría liderar a la oposición de cara al 2027. En esta línea, la hipótesis de Asís cuenta con cierta razón histórica. Si se repasa brevemente la historia argentina, sucede que se encuentra una alternancia entre presidentes más disruptivos y más estables y predecibles.
Luego de Carlos Menem, un candidato con aires de caudillo riojano que venció inesperadamente al dirigente Antonio Cafiero e hizo lo opuesto a lo que planteó en campaña, vino Fernando De La Rúa, un candidato que se adjudicaba a sí mismo “ser aburrido”. Luego vino quizás la mayor disrupción de todas, con cinco presidentes en once días y Eduardo Duhalde presidente. Su salida desemboca en Nestor Kirchner, una enorme disrupción que significó un cambio de ciclo político que continuó Cristina Kirchner. Aunque con un estilo confrontativo, siendo una política de carrera, en aquellos años buscó representar un giro más institucional del peronismo, algo que no terminó sucediendo.
Macri fue una importante disrupción en la historia política de nuestro país al ser el primer presidente democrático que no era ni peronista, ni radical. Un cheto que parecía imposible que gobernase Argentina fue el primer presidente no peronista que logró terminar un mandato desde la primer presidencia de Hipólito Yrigoyen. Luego de Macri, de un disruptor, vino Alberto Fernández, un “hombre gris” de la segunda fila del peronismo, que aseguraba que era “soy un hombre común”.
Ya que hablamos de Yrigoyen, luego de su presidencia que fue una total disrupción en la política argentina de principios de siglo XX, que venía totalmente hegemonizada por medio siglo del PAN, vino Marcelo Torcuato de Alvear, un radical moderado y perteneciente a la elite que había sido desalojada del poder. Luego de la caída del peronismo, hubo una transición militar. Pero luego vino un disruptivo social elegido Arturo Frondizi. Era un intelectual progresista que se había hecho famoso escribiendo un libro sobre el petróleo en clave antiimperialista y había arreglado con el peronismo para ganar las elecciones. Frondizi se entrevistó con el Che Guevara, aunque luego impulsó políticas de corte desarrollista, alejadas del contenido combativo de su libro. Luego de él, vino Arturo Umberto Illia, otro moderado. Era un político moderado y predecible, al que la prensa opositora había apodado como La Tortuga.
Sería como el yin y el yang operando en la política argentina. Este concepto de la filosofía china refiere a dos fuerzas opuestas pero complementarias que se encuentran en todas las cosas y fenómenos del universo. El yin se asocia con lo femenino, la oscuridad, la pasividad, la tierra y lo frío, mientras que el yang se asocia con lo masculino, la luz, la actividad, el cielo y el calor. Obviamente es políticamente incorrecto en los ciclos actuales comparar lo femenino y lo masculino de esta manera, pero es la forma en la que lo explica la filosofía china.
El equilibrio dinámico entre estas fuerzas es esencial para la armonía y el funcionamiento del mundo. El yin y el yang no son entidades separadas, sino que se complementan y se necesitan mutuamente para existir. La existencia de uno depende de la existencia del otro, y ambos están en constante cambio y flujo. La relación entre yin y yang no es estática, sino que están en un proceso de cambio constante, buscando un equilibrio dinámico.
Si la hipótesis de Asís tiene un apoyo en el pasado, la de Duran Barba se sostiene en los cambios que implicó la revolución tecnológica, y particularmente las redes sociales, en la forma de hacer política llevan siempre a un disruptor que puede ser de derecha o de izquierda. La palabra "disrupción" proviene del latín "disruptio", que significa "rotura" o "interrupción brusca".
En su origen, la disrupción se relaciona con la idea de romper o separar algo de forma abrupta. Y en el caso de la política argentina dependerá de cómo le vaya a Milei con la economía. Si fracasa, la sociedad buscará un disruptor en sentido opuesto. Si le va bien podría ser reelegido, como Menem, y la hipótesis de Asís del administrador “aburrido” llegaría recién después de que la sociedad se aburra de Milei en 2031.
Un clásico de las organizaciones es el libro De Bárbaros a Burócratas de Lawrence M. Miller. El libro describe las siete etapas por las que pasan las organizaciones en su devenir hasta el desarrollo. Según el autor, siempre se comienza con un bárbaro. El ejemplo es Atila, a quien le gusta pelear por pelear. Luego lo sucede un conquistador más sofisticado y medido como Colón, para avanzar hasta un integrador que administra con cálculos y equilibrio.
Las redes sociales produjeron una transformación profunda en la manera de hacer política al punto de que, como sostiene Manuel Castells, ya no se puede pensar el poder sin pensar la comunicación en red: el espacio donde se libra hoy la disputa por el sentido. En su libro Redes de indignación y esperanza (2012), Castells plantea que los partidos políticos tradicionales perdieron el monopolio de la construcción del discurso porque ahora los ciudadanos tienen canales para producir y difundir mensajes propios, generando movimientos desde abajo que pueden adquirir gran capacidad de presión, organización y visibilidad, como ocurrió con los indignados o el 15M en España.
Para Zygmunt Bauman, este proceso va más allá de la tecnología: implica una política más líquida y volátil, donde el “compromiso de militancia” típico del siglo XX es reemplazado por una participación emocional episódica, desde un retuit, un hashtag o un posteo, que expresan adhesión instantánea pero sin estructura ni fidelidad estable. Esa posibilidad de participación liviana convierte a la política en un fenómeno más parecido al consumo cultural que a la pertenencia partidaria, y genera comportamientos colectivos de corto plazo que muchas veces sorprenden a los propios dirigentes.
Como señala Dominique Cardon en ¿Qué es el algoritmo? (2018), las redes sociales modificaron la política al crear un espacio donde los contenidos no circulan por jerarquías institucionales sino por mecanismos algorítmicos de visibilidad, que premian lo emocional, lo disruptivo y lo polarizante. Así, los dirigentes ya no sólo compiten por votos, sino por reacciones, likes y shares, lo que desplazó la lógica del “debate” hacia la lógica del “impacto”.
Para Durán Barba, la irrupción de Milei en el sistema político hace que nada sea igual.
Cardon sostiene que eso genera una “democracia de la atención”, donde lo que importa es captarla -aún a costa de simplificar o exagerar- como forma de supervivencia política. Por esta razón, los candidatos de la derecha serían quienes mejor supieron leer este nuevo fenómeno, tiene una narrativa de frases cortas y efectistas, una estética llamativa y un discurso menos profundo y más confrontativo.
Una supernova es la explosión cataclísmica de una estrella al final de su ciclo de vida. Ocurre cuando la estrella ya no puede sostener el equilibrio entre la gravedad que la comprime y la presión producida por las reacciones nucleares en su núcleo. Hay varios tipos de supernovas, pero las más comunes son las que ocurren en estrellas masivas que se quedan sin combustible para fusionar elementos en su núcleo, o las que se producen en estrellas binarias, donde una estrella roba materia de su compañera hasta desencadenar una explosión. En cuestión de segundos, la estrella puede liberar tanta energía como el Sol durante miles de millones de años.
Cuando una supernova explota, su energía arrasa con las capas externas de la estrella y las lanza al espacio a velocidades enormes, creando una onda expansiva de gas y polvo llamada remanente de supernova. Este material enriquecido con elementos pesados como hierro, oro y uranio se dispersa por la galaxia, y eventualmente puede incorporarse a la formación de nuevas estrellas, planetas y, eventualmente, a la vida misma.
La explosión también puede dejar como residuo un agujero negro o una estrella de neutrones, dependiendo de la masa de la estrella original, transformando para siempre la región del espacio donde ocurrió. Explicamos esto porque Durán Barba utiliza la metáfora de la Supernova para explicar el momento presente. La irrupción de Milei como un instante de explosión del sistema político que ya hace que nada sea igual.
Probablemente, la suerte no esté echada y se esté construyendo en el presente en la listas que se cerraron ayer, no solamente para 2025, sino también marcando el camino para 2027. Quienes trabajan para que se vuelvan realidad una o la otra hipótesis podrán forjar en algo el futuro y esto se irá construyendo en diálogo con las conclusiones que saque la sociedad.
TV/ff
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