ÉTICA

Filósofo australiano asegura que se debe considerar la venta de órganos “si eso permite salvar vidas”

Peter Singer reflexiona sobre los dilemas morales que plantea la escasez de órganos para trasplantes. Propone repensar la prohibición absoluta de su compraventa bajo un enfoque utilitarista: “Prohibirla también provoca muertes evitables”.

Peters Singer. Foto: CEDOC PERFIL

El debate ético sobre la venta de órganos divide desde hace décadas a juristas, médicos y filósofos. Para Peter Singer, uno de los pensadores contemporáneos más influyentes, la discusión debe centrarse en las consecuencias reales sobre la vida y el sufrimiento de las personas, más que en los tabúes morales que históricamente han rodeado al tema. “Si permitir la venta de órganos salva vidas, eso es algo que deberíamos considerar”, sostuvo Singer, autor de Liberación animal y referente del utilitarismo de las preferencias, una corriente que juzga las acciones según su capacidad para maximizar el bienestar y reducir el daño.

En diálogo con Jorge Fontevecchia, el filósofo destacó que las listas de espera para trasplantes en la mayoría de los países desarrollados son un escenario de emergencia moral: “Muchas personas mueren porque no logran obtener un riñón. Otras sobreviven, pero con una calidad de vida severamente limitada por la diálisis”.

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Desde esa lógica, sostiene, prohibir toda forma de intercambio económico en torno a la donación de órganos puede tener consecuencias iguales o más graves que los riesgos de una eventual regulación: “Quienes dicen que vender órganos es incorrecto deben equilibrar ese argumento con el hecho de que esa prohibición está causando muertes evitables”.

Autonomía, justicia y control

Singer reconoce que existen antecedentes de explotación y coerción en contextos de desigualdad, donde personas pobres vendieron órganos bajo presión o desinformadas sobre las consecuencias. Sin embargo, plantea que eso no invalida la posibilidad de un sistema ético y transparente, con reglas claras y compensaciones justas. “Podemos imaginar un modelo en el que las personas estén adecuadamente informadas, sean justamente recompensadas por su órgano y esto marque una diferencia real en sus vidas”, explica.

El filósofo recuerda que una persona puede vivir con un solo riñón sin riesgo grave: “Las probabilidades de morir por tener solo un riñón se estiman en una de cada 4 mil. No deberíamos descartar la posibilidad de pagar por riñones en general”.

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Alternativas solidarias

Junto con la reflexión moral sobre la venta directa, Singer destacó la necesidad de impulsar mecanismos de intercambio global, como el programa Global Kidney Exchange, que vincula a donantes y receptores de distintos países. “Es un sistema que permite que personas en países de bajos ingresos reciban un trasplante gracias a que su pareja dona a otra persona. Es un intercambio, no una explotación”, explica.

El objetivo, dice, es ampliar las posibilidades de vida sin caer en la mercantilización extrema del cuerpo humano: “Mientras más vidas salvemos y menos sufrimiento provoquemos, más cerca estaremos de una solución moralmente aceptable”.