La guerra de los molinos de viento
Aunque provee más energía que la solar, la difusión de la tecnología de eólica es más lenta que otros sistemas energéticos. Se debe en parte a la oposición de políticos y comunidades locales.
MILÁN – La descarbonización de los sistemas energéticos depende en gran medida de la adopción de las energías eólica y solar. Las tecnologías de energía solar son cada vez más baratas, y en combinación con las nuevas baterías de bajo costo disponibles, ya son una fuente de energía competitiva y fiable en lugares soleados. Pero en el caso de la tecnología eólica, aunque provee más energía que la solar, su difusión está siendo más lenta; esto se debe en parte a la oposición de políticos y comunidades locales.
El presidente estadounidense Donald Trump resumió los argumentos de los políticos contra la energía eólica en 2020: "Es carísima. Mata un montón de pájaros. Es muy intermitente". Aunque ninguna de estas afirmaciones es del todo infundada, todas ellas son muy exageradas. Por el lado del costo, la Agencia Internacional de la Energía señala que en zonas con fuertes vientos constantes en tierra, los parques eólicos ofrecen los costos de generación de electricidad nivelados más bajos, menos incluso que los combustibles fósiles. Y aunque la energía eólica es intermitente, su constancia aumenta en invierno, lo que la convierte en un complemento útil de la solar, que es más poderosa en verano.
En cuanto a las aves, es posible que mueran muchas chocando con las palas de las turbinas:se calcula que mueren unas 250 000 al año en Estados Unidos. Pero en un amplio proyecto de investigación se halló que las aves marinas evitan las turbinas instaladas mar adentro: en dos años de seguimiento de un parque eólico marino adyacente al campo de golf de Trump en Escocia, no se produjo ningún choque.
El “espíritu guerrero” de Estados Unidos no protegerá a Europa
En cualquier caso, si Trump y otros -por ejemplo, el partido ultraderechista alemán Alternative für Deutschland- están tan preocupados por las aves, deberían estar en pie de guerra contra los tendidos eléctricos, que matan entre 12 y 64 millones de aves al año en Estados Unidos. Y horrorizarse por los edificios altos, que causan la muerte de 988 millones de aves al año, y por los gatos domésticos sueltos, que matan hasta cuatro mil millones.
Más legítimas parecen las quejas de las comunidades locales: una torre de cien metros de altura, con enormes palas que zumban todo el tiempo, puede ser una molestia real para quienes viven cerca. Pero la oposición se mantiene firme incluso cuando los parques eólicos se instalan a una distancia mínima de las áreas habitadas, como es obligación en muchos países; suelen citarse objeciones relacionadas con el ruido y el valor de las propiedades. Algunos desestiman estas quejas, atribuyéndolas a una mentalidad egoísta, y señalan, por ejemplo, que las comunidades de altos ingresos son particularmente propensas a oponerse a los proyectos eólicos. Pero esas acusaciones no ayudan a resolver el conflicto fundamental entre las demandas de los propietarios locales y el interés colectivo en ampliar la oferta de energías renovables.
Lo que suele ocurrir más bien es que los proyectos se demoren como resultado de largos (y costosos) procedimientos judiciales, que pueden prolongarse por años, mientras pasan de un tribunal al otro y se esperan costosas evaluaciones técnicas y ambientales. Según una investigación estadounidense, la oposición de las comunidades provoca una media de catorce meses de retraso en los proyectos eólicos. En muchos casos, incluso la obtención de los permisos de construcción es un proceso que lleva varios años (hasta nueve en algunos países de la Unión Europea).
En 2023, la Unión Europea estableció directrices para acelerar la aprobación de proyectos de energía renovable. Pero el cambio más importante en este frente fue clasificarlos como proyectos de "interés público superior". Esta designación, al cambiar la base de las sentencias de los tribunales, acorta los procedimientos judiciales y aumenta las probabilidades de aprobación. Pero esta vía acelerada puede terminar siendo una victoria pírrica, si las comunidades locales quedan con la sensación de que las pasaron por encima o las engañaron.
En última instancia, la vía judicial es un modo ineficiente y potencialmente polarizador de resolver divergencias de intereses entre las comunidades locales y el común de la sociedad. Una solución más rápida, más barata (a largo plazo) y menos divisiva, que ya se usa en Alemania, consiste en compensar a los dueños de terrenos o viviendas locales por las molestias que provoca el nuevo parque eólico; por ejemplo, ofreciéndoles energía a precio descontado o participación en las ganancias.
Muro antidrones: avanza la construcción en la Unión Europea
Cuenta la leyenda que a fines del siglo XVIII, el rey Federico II de Prusia estaba molesto por el barullo que hacía un molino de viento cercano a su palacio de Sanssouci, y exigió su eliminación. Pero el molinero, Johann William Grävenitz, se negó y amenazó con llevar el caso ante la Corte Suprema en Berlín. Y el monarca cedió, en lo que se considera un triunfo del Estado de Derecho.
Pero la historia real fue otra. Según los registros históricos, Grävenitz se quejó de que el palacio recién construido impedía que el viento llegara a su molino y pidió una compensación al rey. Federico II accedió entonces a financiar la construcción de un nuevo molino en un lugar cercano. De modo que la verdadera enseñanza del histórico molino de Sanssouci no es que los tribunales deban arbitrar en todos los conflictos de intereses, sino que una compensación justa puede llevar a un acuerdo.
Si Europa quiere más energía eólica, debe aprender esta enseñanza. El otorgamiento acelerado de permisos y el criterio de interés público pueden eliminar las barreras legales a la expansión de la capacidad eólica, pero es posible que la mejor manera de asegurar la aceptación duradera de las comunidades locales sea ofrecerles beneficios inmediatos y tangibles, en vez de sólo promesas de mejoras climáticas.
Traducción: Esteban Flamini
*Director del Institute for European Policymaking en la Universidad Bocconi.
Project Syndicate, 2025.