El Fondo Monetario Internacional prometió a Argentina fondos adicionales y una entrega más rápida del dinero, lo que supone una ampliación de un rescate récord para ayudar al país a proteger su moneda y sacar la economía de la recesión.
La línea de crédito de Argentina aumentará a aproximadamente US$57.000 millones en tres años, desde los US$50.000 millones anunciados en junio. El Fondo también entregará una mayor parte de ese efectivo por adelantado. Argentina ya ha recibido US$15.000 millones y tendrá acceso a otros US$35.000 millones para finales de 2019.
A cambio, el presidente Mauricio Macri y el nuevo jefe del banco central tendrán que hacer ajustes de política. Argentina se comprometió a acelerar el ahorro presupuestario y congelar la oferta de dinero a la economía a fin de frenar la inflación. También dejará de utilizar reservas de divisas extranjeras para defender el peso.
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Es mucho lo que está en juego para ambas partes. Macri se presentará de nuevo a las elecciones el próximo año y corre el riesgo de tener que hacer campaña en medio de una economía en contracción. El mandatario buscó ayuda del FMI a pesar de que el Fondo es políticamente tóxico en Argentina, después de que el colapso de un programa de préstamos en 2001 derivase en un impago de deuda y una profunda recesión. Para el FMI, ésta es una oportunidad de mejorar su reputación en un país donde está asociado con la pobreza y el desempleo.
Restablecer la confianza
El acuerdo "debería ayudar a los inversores a dormir mejor por la noche", dijo Daphne Wlasek, estratega macro de XP Investments en Nueva York. El dinero adicional que está en camino debería eliminar la "dependencia de financiación externa" de Argentina para el próximo año, matizó. La negociación del peso ya había concluido para entonces, con una caída de la moneda de un 1,1 por ciento a 38,51 por dólar. Este año el peso perdió más de la mitad de su valor, mientras que los rendimientos de los bonos en dólares del país han aumentado por encima del 9 por ciento.
"Creo que este programa será fundamental para restablecer la confianza del mercado y proteger a los más vulnerables", dijo Lagarde. Dujovne señaló en una entrevista que se necesitaba una revisión porque cuando las circunstancias cambian, el programa tiene que cambiar.
El programa del FMI será ejecutado por un nuevo equipo de liderazgo en el banco central de Argentina, que lleva meses luchando para apuntalar el peso. El presidente del banco, Luis Caputo, renunció el martes, citando motivos familiares, y fue reemplazado por Guido Sandleris, un académico que ocupaba el cargo de viceministro de Economía.
Congelación de dinero
Sandleris proporcionó detalles de la nueva política monetaria respaldada por el FMI en una rueda de prensa en Buenos Aires posteriormente el miércoles.
El nuevo presidente dijo que el banco central establecerá una "zona de no intervención" para el peso que comenzará en un rango de 34 a 44 por dólar, y se ajustará en un 3 por ciento cada mes. El banco podría realizar ventas de US$150 millones en "casos extremos" para apuntalar la moneda si se mueve fuera de esa zona, señaló. El banco también dejará de fijar las tasas de interés a un día o un objetivo para la inflación. La nueva política se basará en congelar el crecimiento del dinero en la economía.
La oferta de dinero de Argentina creció a un 2 por ciento mensual. Sandleris dijo que el nuevo objetivo es cero, y el banco central comenzará a publicar cifras diarias el próximo mes. El objetivo es un rápido descenso en la tasa de inflación, que se disparó por encima del 30 por ciento. También señaló que las medidas tardarán unos meses en tener un impacto sobre los precios.
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El Central renunció a la meta de inflación después de elevar las tasas de interés al 60 por ciento en agosto, la más alta del mundo. También ha estado gastando mucho para defender el peso, reduciendo las reservas en alrededor de US$14.000 millones entre abril y junio. El acuerdo inicial con el FMI ese mes volvió a llenar las arcas del banco, pero posteriormente gastó casi todo el dinero extra.
Caputo rara vez habló públicamente y Lagarde instó al banco central la semana pasada a mejorar la comunicación, un tema que ha impactado las conversaciones sobre el préstamo de este año. En agosto, Macri dijo en la televisión nacional que el FMI había acordado adelantar el desembolso de los préstamos, mientras que Lagarde solo señaló que estudiaría la solicitud.
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El efectivo del FMI ayudará a Argentina a satisfacer las necesidades de financiación externa que Dujovne estimó recientemente en US$28.000 millones para 2019. Macri ya había prometido recortes presupuestarios el próximo año, cuando probablemente dispute la presidencia en las elecciones de octubre a los populistas de izquierda que dirigieron el país durante más de diez años después del colapso de 2001. La izquierda logró un rápido crecimiento en los primeros años antes de que la economía cayera en recesión en medio de una inflación desbocada y déficit fiscales.
En una entrevista con Bloomberg TV el lunes, Macri dijo que durante la caída de la moneda de este año su Administración no hizo ninguna de esas tonterías que se había hecho en el pasado, como imponer controles de capital, modificar el sistema bancario o vincular el peso al dólar. El presidente espera que la economía, que se contrajo un 4,2 por ciento en el segundo trimestre y se prevé que continúe haciéndolo en 2019, pueda salir de problemas "sin cambiar las reglas" esta vez.
"No hay posibilidad de que Argentina vuelva a incumplir pagos", dijo Macri.