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China reconsidera polución automotriz. ¿Y el avance climático?

La medidad de Pekín hacia una flexibilización de los estándares de emisiones intensificará la preocupación de que formuladores de políticas del mundo puedan reducir sus objetivos climáticos a medida que buscan rescatar a sus economías de los estragos del coronavirus.

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La medidad de Pekín hacia una flexibilización de los estándares de emisiones intensificará la preocupación de que formuladores de políticas del mundo puedan reducir sus objetivos climáticos a medida que buscan rescatar a sus economías de los estragos del coronavirus.

El Gobierno chino estaría debatiendo si se deben aliviar las restricciones sobre la cantidad de partículas dañinas que los vehículos emiten desde sus tubos de escape, una medida conocida como número de partículas o NP. La medida ayudaría a fabricantes de automóviles a luchar contra una caída sin precedentes a medida que la pandemia desacelera la actividad económica. Podría ser solo uno de los pasos del Gobierno en Pekín para apuntalar sectores clave.

Es probable que ese estímulo represente un costo para los esfuerzos por proteger el medio ambiente, ya que funcionarios podrían dar prioridad a la salud de las industrias que tienen un impacto descomunal en la contaminación por gases de efecto invernadero, especialmente la construcción, el transporte y la infraestructura. Eso, combinado con señales de que los temas verdes están perdiendo prioridad en la agenda de la Unión Europea, reduciría el impulso sobre el tema de dos fuerzas principales del movimiento del cambio climático.

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Si bien la medida de China para minimizar la propagación de virus redujo drásticamente las emisiones de carbono y la contaminación del aire en febrero, ese lado positivo resultó ser temporal. A principios de marzo, los datos satelitales muestran que los niveles de dióxido de nitrógeno aumentaron en el corazón industrial de China, un indicador de que la economía del país se está recuperando.

Ha habido señales de que China podría volver a estimular su economía invirtiendo en industrias contaminantes como lo hizo después de la crisis financiera de 2008. Se han planeado decenas de billones de yuanes de inversión para grandes proyectos en China durante el año, incluidos riego, autopistas, gasoductos y centrales nucleares. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, la agencia de gestión macroeconómica de China, solicitó recientemente que se tomen medidas para "minimizar el impacto del brote epidémico en los grandes proyectos y asegurarse de que no se interrumpa la inversión (en los proyectos)".

Es probable que China sea el primer gran enemigo en recuperarse del impacto del coronavirus, pero qué tipo de política ofrecerá para salvar su economía podría ser un ejemplo para otros países. Este año es importante para que el Gobierno chino muestre sus logros. Es el último año del "13º Plan Quinquenal", que establece objetivos que incluyen un crecimiento del PIB de 6,5% anual en promedio, impulsar una "sociedad moderadamente próspera" y eliminar la pobreza para fines de 2020.

Con la desaceleración del crecimiento económico de China desde 2018, el país ha comenzado a comprometerse con sus ambiciones de desarrollo verde. El Gobierno redujo un objetivo relativo a la calidad del aire limpio incluso antes del virus este invierno. Parte del agresivo programa para que familias y fábricas pasaran de la quema de carbón a gas para calefacción aún no está terminado. Se han reducido las subvenciones para vehículos eléctricos, eólicos y solares. Además, un mercado nacional de carbono que se suponía se establecería este año se ha retrasado.