De todos los lugares que preveían riesgos de apagones en Europa, Bélgica probablemente sea el más inesperado. Los burócratas de la Comisión Europea de Bruselas recorrieron el continente durante décadas promocionando la idea de que los cortes de energía serían historia antigua cuando surgiera un mercado eléctrico sin fronteras. Los gobiernos de la región han invertido miles de millones de euros para mejorar las conexiones de electricidad, permitiendo que la energía atraviese las fronteras en momentos de necesidad.
Y, sin embargo, es Bélgica, sede de la comisión, el país que advierte sobre cortes en momentos en que el invierno se instala y aumenta la demanda de electricidad. Esto pondría a prueba la idea misma de que todos los países pueden confiar en que sus vecinos les suministrarán electricidad cuando el abastecimiento interno se vea presionado. “Bélgica no tiene suficientes interconexiones”, dijo el lunes el presidente de Iberdrola SA, Ignacio Galán, en una entrevista en Londres en la cumbre Bloomberg NEF. “Siempre critico a los gobiernos por la falta de planificación a largo plazo”.
El núcleo del problema es el cierre casi total de las centrales nucleares del país. Bélgica obtiene más de la mitad de su electricidad de siete reactores, y en noviembre habrá uno solo en funcionamiento. Los otros están fuera de servicio. Todos tienen entre 33 y 43 años de antigüedad y fueron pensados originalmente para durar cuatro decenios.
El máximo responsable de Elia System Operator AS, Chris Peeters, dijo este martes que Bélgica enfrentará todavía un déficit eléctrico de 900 megavatios el mes próximo, por debajo de la estimación de la semana pasada de un faltante de 1.700 megavatios. El comienzo de noviembre constituye un período “crítico” en tanto la nueva puesta en marcha del reactor Tihange-1 contribuirá a achicar la brecha en la segunda mitad del mes, dijo el ejecutivo a los legisladores de una comisión parlamentaria belga. El país también necesitará capacidad de generación adicional para enero y febrero, señaló Peeters.
Problemas atómicos
Los problemas atómicos de Bélgica comenzaron el año pasado. Luego, se desplomó el techo de un edificio de hormigón que albergaba suministros eléctricos de respaldo en el reactor Doel-3, propiedad de la empresa de electricidad francesa Engie SA.
Esto puso en alerta a los entes reguladores llevándolos a buscar degradación del hormigón en otras centrales. Los edificios afectados de la red albergan los generadores diésel y las bombas de emergencia necesarios para mantener a salvo los reactores en caso de que falle el suministro principal de electricidad. Bélgica exige que estos edificios que no contienen reactores sean capaces de soportar un impacto grave como la caída de un avión sobre ellos.
Los reactores viejos no son algo excepcional en Europa, en tanto el recipiente más antiguo de Suiza cumplirá 60 años el año próximo. Pero mantener en marcha las unidades es costoso, insume mucho tiempo y a veces requiere interrupciones de un año entero. Las grietas en los recipientes de los reactores obligaron a Engie a parar durante los inviernos de 2014 y 2015.
Bélgica, en teoría, puede importar un máximo de 5.500 megavatios de Francia y Holanda, según Elia. Es de todos modos menos que la capacidad nuclear del país. En este momento se están tendiendo cables desde Alemania y el Reino Unido para mejorar aún más las conexiones.