El sedán Audi A8 2019 viene con muchas cosas buenas que la mayoría de las personas considerarán excepcionalmente aburridas de discutir. Pero tenganme paciencia.
Incluye un sistema híbrido oculto que ayuda de manera indetectable con la potencia y la eficiencia. Tiene un novedoso sistema de suspensión activa que reemplaza la barra antivuelco tradicional con amortiguadores adaptables y resortes de aire especiales. Ofrece una dirección en las cuatro ruedas, tan suave que me hizo recordar la imagen de las hipopótamos bailarinas de Fantasía cuando lo probé.
También tiene una tecnología inteligente para evitar accidentes que puede ser extremadamente desconcertante.
Me sorprendió, por ejemplo, cuando durante un desvío tardío, el auto trabajó activamente en mi contra. Intenté acelerar y fui hacia la izquierda; frenó bruscamente y forzó el volante a la derecha. La decisión del auto de contrarrestar todas mis instrucciones de conducción convirtió en peligrosa una maniobra que, de otro modo, ni siquiera habría provocado bocinazos de protesta.
De repente, estar dentro del auto se sentía como combatir una presencia extraña. En lugar del raro éxtasis que se produce cuando una máquina y una mente humana se fusionan para lograr una experiencia de conducción perfecta, parecía que el coche me rechazaba por completo.
Fue la primera vez que me sucedió algo así en los 15 años que llevo probando y reseñando automóviles. No se sintió bien.
Se puede argumentar que, dado que el A8 no debe manejarse como un automóvil deportivo, mi maniobra no estaba configurada con su uso previsto. Pero incluso los jefes más tranquilos, y especialmente los más poderosos, necesitarán un conductor capaz de hacer ese tipo de movimiento, y otros. El Sr. Conductor no querrá tener que luchar contra Audi pre-sense, el sistema de frenado automático de emergencia estándar del fabricante, para lograrlo.
Por otra parte, la importancia de todo esto depende en gran medida de su posición, tanto literal como figurativamente, en el automóvil o respecto al futuro de la conducción.
Por ejemplo, el A8 2019 se comporta como podría imaginarlo, con su motor V-6 de 335 caballos de fuerza y una transmisión automática de ocho velocidades. Se siente como si la computadora hiciera todo el trabajo; en este tipo de automóvil, ese es el objetivo general: el noventa y nueve por ciento de las veces viajará en modo ejecutivo, no en modo acción.
Viajar, esa es la palabra clave: la mayoría de las personas en el asiento trasero no se preocuparán por el tren motriz, la suspensión o la tensión de la dirección. Ya sea que el conductor haya activado o no la conducción autónoma de Nivel 3, es poco probable que se sienta el sistema que Audi ha llamado Piloto para tráfico.
En cambio, preguntarán por los masajes en los pies y admirarán la iluminación ambiental. Hablarán del ionizador de aire y la tranquilidad de la cabina. Querrán usar las pantallas planas y los asientos con calefacción. Así debería ser: los avances automotrices de hoy nos permiten usar y apreciar los autos sin tener que conocer o incluso preocuparnos por el funcionamiento interno del chasis.
Los grandes sedanes de lujo son difíciles de describir porque, en este momento de la historia de la fabricación de automóviles, todos son muy buenos. Todos ofrecen versiones con motor grande y distancia larga entre ejes; con asientos masajeadores de cuero, cabezales cristalinos y pantallas para evitar choques, además de extras como purificadores de aire, diseminadores de fragancia y sistemas de entretenimiento amplios en los asientos traseros que están a la par con los teatros privados.
Elegir el mejor para usted a menudo tiene más que ver con la lealtad a la marca y el marketing que con que un auto sea mejor que otro.
Y en el panorama actual, es ahí donde se encuentra el último Audi AG, el auto más grande de su línea y la cuarta generación de su estrella. Es especial porque representa la oportunidad del fabricante de automóviles con sede en Ingolstadt, Alemania, de competir directamente contra los autos urbanos excepcionales y hasta ahora dominantes de BMW y Mercedes, la Serie 7 de US$83.650 y la Clase S de US$91.250, respectivamente.