Al menos tres barcos, de longitud más o menos similar a dos canchas de fútbol, llegarán a puertos chinos antes de marzo, cada uno con cargamento valioso enviado por Elon Musk.
Tesla carga tantos sedanes Model 3 como puede en buques destinados al gigante asiático antes del 1 de marzo, cuando acabe la tregua en la guerra comercial entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping. Musk teme que Estados Unidos y China aumenten los aranceles, lo que elevaría los costos de los automóviles eléctricos en el país oriental y subiría los precios de componentes clave que el país envía a su planta de ensamblaje en la nación norteamericana.
Otros fabricantes de automóviles corren el riesgo de que los gastos se incrementen otra vez si la disputa Trump-Xi reaparece, pero Musk está quizás en la posición más precaria en la industria. Gigantes mundiales como BMW y Daimler pueden eludir los aranceles hasta cierto punto aumentando la producción en sus fábricas en China, pero la presencia manufacturera de Tesla no era más que un terreno lodoso al mes pasado. No ensamblará ningún vehículo en el país hasta fines de 2019 en el mejor de los casos.
Musk, de 47 años, señaló que llevar automóviles a China antes de un posible aumento de los aranceles era una prioridad clave cuando Tesla reportó ganancias menores a lo esperado el 30 de enero. El incremento se sumaría a los costos de transporte y mano de obra ya elevados y con eso los vehículos de la compañía serían mucho más caros que los de la competencia. Además, los automóviles eléctricos importados no son elegibles para créditos tributarios locales.