Luego de que la cumbre de la Unión Europea que se celebró esta semana en Salzburgo fuera considerada en el Reino Unido un fracaso para el plan del brexit de Theresa May, la primera ministra británica sintió la necesidad de emitir una declaración aclaratoria el viernes. En ella, May hizo lo que siempre hace en las negociaciones: redobló la apuesta.
Fue una declaración para dos audiencias diferentes. Su mensaje para Europa fue simple: hicimos una propuesta, no pueden rechazarla sin presentarnos una contrapropuesta; así es como funcionan las negociaciones. La pelota está ahora en su cancha.
El mensaje para su propio Partido Conservador fue diferente: mi plan es la única alternativa para salir de la UE sin acuerdo sobre los términos, lo que sería malo para el Reino Unido, así es que voy a llevarlo a cabo.
May necesita ganar ambas discusiones para alcanzar un acuerdo de divorcio del brexit. Si su partido, que este mes celebrará su conferencia anual, pierde confianza en sus habilidades de negociación o en el acuerdo que intenta alcanzar, podría decidir que la mejor opción es tratar de derrocarla. Hasta ahora, el grupo de línea dura que quiere hacerlo no ha tenido los números para hacerlo.
Si la UE, que en última instancia tiene más espacio para negociar que May, no puede encontrar una manera de llegar a un acuerdo, entonces les dará a los partidarios de la línea dura lo que quieren y más: una crisis de liderazgo, y posiblemente una crisis política más grande en el Reino Unido, más dificultades económicas en Irlanda y Gran Bretaña y un largo camino para formar una nueva relación de trabajo con un importante socio comercial y aliado.
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