En diálogo con Canal E, el arquitecto y urbanista Andrés Borthagaray afirmó que el proyecto presentado para intervenir el Luna Park avanza sin cumplir las exigencias ambientales, jurídicas y patrimoniales vigentes.
Según explicó, “el Luna Park está siendo objeto de discusión pública en este momento”, ya que la justicia dictó una medida cautelar que suspende por ahora las acciones administrativas vinculadas al proyecto impulsado por el Gobierno de la Ciudad.
Borthagaray recordó que la cautelar fue solicitada por el Observatorio de la Ciudad, la Fundación Ciudad y la ONG Basta de Demoler, quienes consideran que el proyecto vulnera la protección patrimonial del edificio. Sin embargo, remarcó que “se realizó una audiencia pública para tratar el estudio de impacto ambiental aun existiendo una medida cautelar”, algo que, según indicó, no debería haber ocurrido.
Fallas en el estudio ambiental y riesgos estructurales
El especialista enumeró diversas observaciones técnicas presentadas en esa audiencia. Entre ellas, destacó que “la propia agencia ambiental declaró que era insuficiente el estudio acústico”, ya que no evaluó vibraciones, efectos sonoros ni perturbaciones previstas para la obra. Además, cuestionó que se asumió un espesor de ladrillos que no corresponde a la zona y que no se analizó la cobertura vertical del edificio.
Otro punto crítico es el aumento proyectado de la capacidad del estadio, de 8.400 a más de 11.000 espectadores. Según Borthagaray, este cambio, “aumenta el volumen, aumenta la altura y rompe la estructura que tiene valor patrimonial y protección”, poniendo en riesgo un inmueble catalogado como monumento histórico. También mencionó la construcción de dos subsuelos de estacionamiento, lo cual generaría un impacto significativo en una zona ya saturada y con infraestructura al límite.
En ese sentido, el arquitecto sostuvo que “el Palacio de los Deportes tiene todavía que tratar varios pasos jurídicos antes de que se autorice un nuevo proyecto”, dejando en claro que el proceso está lejos de resolverse.
Vecinos, normativas y efectos urbanos
Consultado por el rol de los vecinos y las organizaciones urbanas, Borthagaray señaló que las inquietudes vecinales se suman a irregularidades normativas. En sus palabras, “no se está respetando lo que dice el Código Urbanístico de la ciudad”, ni tampoco las previsiones específicas que existen para inmuebles catalogados. A esto se suma el impacto en una zona altamente transitada, donde conviven trabajadores, vecinos y un gran flujo de peatones.
El especialista advirtió que cualquier modificación de gran escala alteraría profundamente el entorno urbano. Afirmó que “el impacto que puede tener un cambio de esta naturaleza altera completamente lo que ya existe en una zona muy cargada de actividad”, enfatizando que el tránsito, el uso de veredas y la dinámica de la zona podrían verse seriamente afectados.