La consultora Empiria, “2026 se configura como una oportunidad de consolidación del camino de estabilización y de avance en reformas estructurales”, apoyado en el “apoyo popular en las elecciones de medio término” y en el “mayor peso relativo oficialista en el Congreso”.
El escenario, sin embargo, “no está exento de desafíos en términos de normalización del régimen monetario-cambiario, con luces amarillas en empleo privado y reservas”. La consultora remarca que, “por primera vez desde 2010-11” (sin contar la “anormalidad post pandemia 2021-22”), luego de un “rebote heterogéneo de 2025 –no lineal, con mucho ‘arrastre’ del año previo y amesetamiento desde el segundo trimestre–”, “el año próximo podrían hilvanarse dos años de expansión productiva”.
Escenario 2025–2026: crecimiento, inflación y tipo de cambio
La consultora dirigida por Hernán Lacunza proyecta que la expansión continuará: para el último trimestre de 2025 “se espera un crecimiento de la economía de 1,4% vs el 3er trimestre (+1,9% interanual)”, cerrando “2025 con un crecimiento de 4,2% y dejando un ‘arrastre’ positivo de 1,5% para 2026”.
El cuadro sintetiza el panorama macro:
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PBI (var %, promedio): “4,3% en 2025” y “4,8% en 2026”.
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Consumo: “6,2% en 2025” y “2,1% en 2026”, mostrando que el rebote fuerte es en el año actual y el próximo se modera.
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Inversión: “20% en 2025” y “3,6% en 2026”, con un salto inicial muy fuerte y luego crecimiento más moderado.
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Inflación (var %, punta): “30,5% en 2025” y “18,9% en 2026”, coherente con la frase “se prolongaría la desaceleración nominal, con inflación en torno al 20% anual (desde el 30% de 2025)”.
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Desempleo: “7% en 2025” y “7,2% en 2026”, reflejando que el mercado laboral sigue siendo un foco de riesgo.
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Sector externo (% del PBI): “-2,2% en 2025” y “-1,7% en 2026”, con mejora pero aún déficit.
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Resultado fiscal: “0,2% del PBI en 2025” y “0% en 2026”, asociado al “superávit primario del 1,5% (similar al de 2025, pero inferior al 2,2% estipulado con el FMI)”.
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Tipo de cambio (var %, punta): “46% en 2025” y “26% en 2026”, en línea con un “tipo de cambio real ascendente, pero no traumático”.
El informe subraya que “el ancla fiscal, viga maestra del programa, seguirá con superávit primario del 1,5%”, sin “reforma impositiva ambiciosa que arriesgue recursos tributarios”, pero “insuficiente para bajar los niveles de deuda”. A la vez, advierte que “la vuelta a los mercados voluntarios de deuda desafiará el equilibrio financiero, algo precario con intereses no registrados”.
En materia de precios, se estima que “la inflación para noviembre y diciembre estaría en 2,3% y 2,1% respectivamente y cerraría el año con un promedio de 42% (31% dic-25 vs dic-24)”. Del lado cambiario, “el resultado electoral y el desarme de posiciones en dólares han generado cierta presión hacia la baja del tipo de cambio, permitiendo el sostenimiento de este régimen, por lo menos hasta el verano”.
El desafío del crecimiento heterogéneo y empleo privado
El segundo gran frente es “crecer (aunque será heterogéneo) y generar empleo privado”. El informe enfatiza que “el crecimiento económico de 2026, tal como viene siendo hasta el momento, será heterogéneo en dos dimensiones: sectorial y geográfica”.
Los “sectores capital-intensivos (especialmente no urbanos), como la minería, el agro y el sector financiero (que representan el 10% del empleo registrado)” aparecen como “ganadores”. En cambio, los “sectores mano de obra intensiva, como la construcción y la industria (que representan el 25% del empleo registrado total), enfrentan un panorama más complicado”.
La construcción sufre “costos altos y financiamiento todavía embrionario”, mientras que la industria muestra “heterogeneidad con –por ejemplo– alimentos en alza y textiles en baja”. Desde noviembre de 2023, “la pérdida de empleo asalariado privado registrado en estos sectores fue de 105.000 puestos de trabajo, el 75% de la pérdida total”, y “el campo, la minería y la intermediación financiera no compensaron”, dado que “el campo sumó 10.000 puestos directos, pero intermediación financiera y minería perdieron una cantidad equivalente”.
El desafío de normalizar el mercado de cambios y acumular reservas
La consultora dirigida por Hernán Lacunza identifica como “mayor desafío” el frente cambiario y de reservas. Señala que “con reservas netas propias inicialmente muy negativas (del orden de –USD 16.000 M, unos USD 13.000 M inferiores a las metas ya recalibradas del programa con el FMI) y decrecientes, el esquema cambiario parece estar agotado e incapaz de recomponer reservas”.
Aclara, no obstante, que “en ningún caso se producirá un ajuste traumático por la solvencia en el frente fiscal”. A nivel de política cambiaria, “no parece prioritario en la voluntad oficial terminar de salir del cepo de manera completa, ni siquiera de resetear los límites de la banda cambiaria”.
Pero advierte que “el esquema actual, con techo decreciente en términos reales (dado que se mueve al 1% mensual y la inflación supera el 2%), aumenta la exigencia competitiva con una apreciación permanente”, difícil de compensar solo con “reformas de competitividad sistémica”. Por eso concluye que es “difícil pensar en la sostenibilidad del régimen actual durante todo el año”.
Con todo, Empiria aclara que “no hay riesgos de incumplimientos de deuda”, ya que ante problemas de liquidez “será menos costoso y disponible ‘resetear’ el régimen cambiario para racionar divisas a un tipo de cambio más elevado”.