CIENCIA
en el hospital garrahan

Colocan un corazón artificial portátil a un joven de 15 años

Los médicos Horacio Vogelfang y Gerardo Naiman fueron los responsables de la operación, primera en su tipo en América latina.

Equipo. El corazón se conecta a baterías eléctricas que el paciente porta en una riñonera.
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Son guerreros de la vida, que en lugar de espadas llevan bisturíes y logran que el corazón de un cuerpo empiece a latir en otro. Los doctores Horacio Vogelfang y Gerardo Naiman lideran el Servicio de Trasplante Cardíaco y Cirugía Vascular del Hospital de Pediatría Juan Garrahan. Son los médicos que cuidaron a Renzo Antonelli, el chico de 2 años y medio que conmovió a un país entero y que falleció el 2 de agosto, y también los responsables de un hito científico: el primer implante en América latina de un corazón artificial portátil a un adolescente de 15 años.

“Todos nuestros pacientes son muy chiquitos, con un peso casi siempre por debajo de los 25 kilos, lo cual hace que no puedan recibir órganos de donantes que pesen más del doble. Esto ya limita las posibilidades. Aparte, muchos chicos que fallecen tienen enfermedades que no les permiten ser donantes”, explicó Vogelfang, jefe del equipo de trasplantes.
La espera promedio por un corazón es de cinco o seis meses. Al principio, cuando no existía en el Garrahan la opción del corazón artificial, la mitad de los chicos moría antes del trasplante. “Era desesperante. Frente a esa situación, incorporamos el Berlin Heart, unas bombas que se colocan por fuera del cuerpo, conectadas a la circulación del paciente. Así, bajamos la mortalidad durante la espera el 20%”, celebró Naiman, subjefe del servicio. A estos artefactos los bautizaron “secarropas”, porque son máquinas grandes que los chicos arrastran por los pasillos del hospital. Son “puentes de vida”, que les permiten aguardar más de dos años un trasplante de corazón.

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Existe una alternativa novedosa y menos invasiva que el Berlin: un corazón artificial portátil, lo cual permite que el paciente haga una vida “casi” normal. Por primera vez en América latina, Vogelfang y Naiman implantaron el dispositivo en un adolescente de 15 años. Se trata de un sistema de asistencia ventricular de flujo continuo que hace circular la sangre reemplazando la parte enferma del corazón. El artefacto se coloca dentro del tórax y el corazón, y de allí emergen unos cables que se conectan a baterías eléctricas que el paciente porta en una riñonera.

Todavía es imposible aplicarlo en niños, por su tamaño, pero los médicos estiman progresar en la experiencia y convertirlo en una opción para todos sus pacientes. “La enorme ventaja es que no dependen de estar conectados a una máquina y pueden estar fuera del hospital”, resaltó Naiman.

Los médicos llevan en la memoria un registro exacto: 39 trasplantados de corazón desde 2000, 92 chicos inscriptos en total y 15 en lista de espera. También recuerdan a cada uno de sus pacientes y siguen en contacto con algunos. “La primera chica que trasplantamos ya tiene más de 21 años, trabaja, estudia, tiene novio y está muy linda”, contó Vogelfang.