Elegir un desecho generado por la actividad industrial que normalmente se descartaba; desarrollar su reciclado en forma de alimento balanceado para ovejas y vacas, y luego comprobar que las hembras que lo comen empiezan a producir más y mejor leche puede parecer una idea rara. Pero eso es, justamente, lo que lograron dos grupos de investigadoras del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Facultad de Agronomía de la UBA y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
“Usualmente en los tambos de ovejas se las alimenta con pasto y grano de maíz como suplemento energético. Nosotros ensayamos reemplazar el grano por cascarilla de soja, que es un residuo que desecha la industria aceitera. Y pudimos probar que las ovejas que recibían esa dieta produjeron un 24% más de leche por día”, le contó a PERFIL la ingeniera zootecnista Florencia Miccoli, docente de la UBA y la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
"Nosotros ensayamos reemplazar el grano por cascarilla de soja, que es un residuo que desecha la industria aceitera. Y pudimos probar que las ovejas que recibían esa dieta produjeron un 24% más de leche por día”
Además de mejorar la producción –que pasó de 1,2 litros a 1,6 litros diarios por oveja–, mejoró la calidad de la leche: “Cuando analizamos el producto ordeñado comprobamos que era una leche muy enriquecida en ácidos omega 3 y otros compuestos grasos poliinsaturados”, detalló la doctora Luciana Rossetti, investigadora del Programa Calidad de Leche del INTA Castelar.
“También contenía cantidades interesantes de moléculas llamadas Acido Linoleico Conjugado (CLA). Todos estos son nutrientes que ayudan a reducir el colesterol, lo que contribuye a prevenir afecciones cardíacas”, agregó. Comparando los elementos que aportaba esa leche enriquecida en base a la alimentación natural del ganado, las expertas llegaron a una conclusión: “Si un chico tomara dos vasos por día, con esa ingesta ya se acerca al requerimiento diario de omega 3 que la OMS sugiere como dieta saludable”, destacó la doctora Carolina Pérez, investigadora del Conicet y del INTA. Y agregó que “para lograr ese aporte en la dieta usual de los argentinos tendríamos que lograr que los niños coman mucho más pescado que lo habitual, algo que –como saben muchos padres– no es fácil”.
Propiedades. Las experiencias para que la leche que producen los tambos sea “funcional” y ofrezca mejores propiedades nutricionales es un objetivo que desvela a muchos científicos. Un grupo de trabajo del INTI y expertos de la Universidad Nacional del Litoral ensayaron otra variante para la dieta del ganado lechero: “Al consumo habitual de los rumiantes le sumamos un subproducto de otras industrias que se conoce como “borra de aceite de soja”. Este desecho se procesa en el rumen (estómago) de los animales y el resultado es que logramos mejorar el perfil saludable de los ácidos grasos que conforman la grasa de la leche ordeñada”, le dijo a PERFIL Alejandra Rodríguez, integrante del equipo del Centro de Investigaciones de la Industria Láctea del INTI.
“Al consumo habitual de los rumiantes le sumamos un subproducto de otras industrias que se conoce como “borra de aceite de soja”
“En concreto, tras analizarla encontramos que la leche tenía menor concentración de ácidos grasos perjudiciales para la salud y una mayor cantidad de CLA y ácido vaccénico (AV). Ambos tienen comprobadas propiedades protectoras del sistema cardiovascular”, agregó. Lo más interesante es que este nuevo producto se transfirió a una empresa pyme que fue la primera en sacar a la venta productos lácteos funcionales y saludables pero de origen natural, incluyendo chocolatada y queso port salut, que ya se venden en varias localidades de la provincia de Buenos Aires.
Una de las ventajas que destacan las investigadoras es que las vitaminas incorporadas a la leche en forma natural son más efectivas que las que se adicionan en forma posterior para “enriquecer” la leche. Por otra parte, este camino productivo no tiene límites dentro de la industria. Según Miccoli, esta leche “enriquecida naturalmente” ofrece una excelente materia prima que puede ser utilizada para la elaboración de helados, quesos y dulces. Todos con un perfil más saludable para el consumidor.
De la soja a la naranja
Además de reutilizar subproductos generados durante la fabricación de aceite de soja para enriquecer en forma económica la dieta animal, los expertos están planificando nuevos ensayos, pero recurriendo a otros “desechos” alimenticios. Según contó la doctora Luciana Rossetti, investigadora del INTA Castelar, “estamos empezando a probar qué ocurre con la leche cuando a la dieta cotidiana de las vacas le sumamos pulpa de cítricos que se generan y desechan cuando se elaboran los jugos industriales. Pensamos que sumando diferentes tipos de complementos alimenticios podremos lograr diversas leches funcionales, con características saludables. O sea, que se ordeñe la vaca y que, en forma natural, sea una leche rica en compuestos omega 3, vitaminas E y otras moléculas antioxidantes”.