El autoritarismo en la Argentina ha llegado a tal extremo que ser entrevistado por un medio crítico dejó de ser un acto de rutina para cualquier funcionario para pasar a ser una herejía punible con su destierro del paraíso oficial. Incluso así lo entienden los mismos que se animaron a arriesgar su permanencia en el edén K o vienen preparando las valijas para irse definitivamente. Conceder una entrevista a PERFIL es una señal de independencia del Presidente (Jorge Telerman hace dos domingos), un gesto de desafío al poder (Felipe Solá el domingo pasado), o una mojada de oreja para posicionarse claramente como opositor (Roberto Lavagna cuando dejó de ser ministro hace un año). Muy loco, ¿no? En ninguno de los casos es lo que debería ser: una modesta actitud democrática de respeto por la pluralidad.
No hizo falta que pasara mucho tiempo para que el gobernador Solá sintiera su escarmiento: horas después de que saliera su reportaje en PERFIL, el domingo pasado, partidarios K lo insultaron en un acto en Brandsen. Y ese día y el siguiente hubo otros dos hechos que fuentes cercanas a Solá también consideran parte de la represalia kirchnerista que, de ser cierto, ya no sólo justificaría acusar al Gobierno Nacional de autoritario sino de las más graves imputaciones.
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Inseguridad. El domingo pasado, un inédito grupo de decenas de ladrones coordinados desvalijó a los automovilistas detenidos en el peaje de la Panamericana y a la noche siguiente fue asaltado en su domicilio de un barrio privado de Pilar el periodista Antonio Laje, célebre crítico del ministro Arslanian y del propio Solá por la falta de seguridad en la provincia.
El robo del peaje fue ampliamente difundido por Télam, algo que no sería habitual en la agencia de noticias oficial. Esto, sumado a que inicialmente no aparecían los registros filmados del hecho por las cámaras del peaje, y probablemente su agotamiento mental por las continuas operaciones que le arman desde la Casa Rosada, llevaron a Solá a pisar en falso: desmintió la existencia del hecho, cuando en realidad las hipótesis parecen orientarse no sólo hacia que sí existió sino que los atacantes habrían contado con la protección de “zona liberada” y, al igual que algunos asaltos simbólicos a countries, habrían sido promovidos desde el kirchnerismo bonaerense para escandalizar a los justificadamente sensibles habitantes de la zona norte del gran Buenos Aires y hacerle a Solá la vida imposible los últimos meses de su gobierno. ¿Por qué la única casa que robaron en el barrio cerrado Village de Pilar fue justo la de Antonio Laje?
La tendencia racional sería atribuir todas estas versiones a fantasmas paranoicos propios de las etapas preelectorales: ¿cómo podrían ser tan brutales los kirchneristas como para organizar robos con el fin de hacerle pagar a Felipe Solá sus demostraciones de independencia, y/o para hacer que llegue al fin de su mandato tan arrasado que no le quede resto siquiera para ser legislador en 2009?
Pero ante esa lógica incredulidad aparecen los dichos del vocero de Jorge Telerman, hasta no hace mucho también aliado del Presidente como Solá, quien denunció que partidarios K taparon los desagües para que ante cada lluvia se produzcan inundaciones que generaran en los vecinos una sensación de falta de acción del Gobierno de la Ciudad. Además, el mismo Telerman había acusado a partidarios K de haber incendiado intencionalmente la Villa El Cartón, también con el fin electoral de crearle problemas en el distrito.
Solá y Telerman eran aliados del Presidente hace unos meses. ¿Qué le esperará a los opositores?
Scioli 47%, Cristina 43%
Siguen diciendo en La Plata que Scioli podría no ser el candidato a suceder a Solá. Al argumento ya expuesto hace tres domingos en esta misma contratapa (titulada: Pobre Solá, pobre Scioli): “¿Para qué le vamos a regalar a Scioli esa vidiriera y crearnos un adversario en potencia?” si con cualquier candidato ganarían igual, se sumaron los celos que despertó el hecho de que el viaje de Scioli al Vaticano mereciera mayor presencia mediática que el viaje de Cristina Kirchner pero, fundamentalmente, un dato no menor: la última encuesta de Rouvier para el oficialismo mostraría que en la provincia de Buenos Aires Scioli sacaría 47% de los votos para gobernador y Cristina Kirchner 43% para presidente.
Que Scioli saque más votos que Cristina sí sería un problema para el kirchnerismo, por eso insisten en que hay que esperar a ver si la junta electoral provincial considera que Scioli cumple con los requisitos de residencia o no para ser candidato o si, finalmente, Néstor Kirchner es el candidato a presidente y cual será el futuro de Cristina.