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Amor líquido

Zygmunt Bauman es hoy el sociólogo más afamado del planeta. Con sus 83 años a cuestas, ha recorrido un largo camino: en 1968 debió dejar su cátedra en la Universidad de Varsovia y partió al exilio de su Polonia natal, entonces gobernada por el comunismo; enseñó luego en universidades de Israel, Estados Unidos y Canadá y se jubiló como profesor en la Universidad de Leeds, Inglaterra, en 1990.

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San MORENO. Le ganó a la Shell haciendo que redujera los precios de su nafta y se ganó el cariño del público.

Zygmunt Bauman es hoy el sociólogo más afamado del planeta. Con sus 83 años a cuestas, ha recorrido un largo camino: en 1968 debió dejar su cátedra en la Universidad de Varsovia y partió al exilio de su Polonia natal, entonces gobernada por el comunismo; enseñó luego en universidades de Israel, Estados Unidos y Canadá y se jubiló como profesor en la Universidad de Leeds, Inglaterra, en 1990. Sus libros se publican desde hace tres décadas pero recién a partir de la caída del comunismo y la llegada de la globalización –tema sobre el que ha aportado innumerables reflexiones– y especialmente cuando se popularizó la discusión entre modernidad y posmodernidad, fue que se convirtió en una celebridad mundial.
La obra y el pensamiento de Bauman exceden el espacio de esta columna y el tema de esta contratapa: el secretario de Comercio Moreno, de odiado a amado; pero se podría abusar de la simplificación diciendo que Bauman asocia ciertas características de la modernidad con la palabra “sólido” y de la posmodernidad (aunque él no utiliza ese término para definirla) con la palabra “líquido”. A esta última la utilizó para título de cuatro de sus libros: Modernidad líquida (1999), Amor líquido (2005), Vida líquida (2006) y Miedo líquido (2007).
En el segundo de estos tres libros es donde encuentro explicaciones al sorpresivo cariño que quien hasta hace poco era el funcionario más odiado de la era K, y en su múltiple historial registraba la manipulación del INDEC, cosechó a partir de que hizo bajar el precio de las naftas un 15%. En operativos conjuntos con el no menos célebre director de la Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires, Santiago Montoya, los automovilistas que hacían cola aplaudieron y vivaron la llegada de los inspectores a las estaciones de servicio. Y su último triunfo fue poner knock out a la mismísima Shell obligándola a retrotraer los precios de sus naftas el 15% que ya había hecho bajar a YPF, Petrobras y Esso.
¿Importa que el menor precio de hoy signifique mayores precios o desabastecimiento mañana? En 1998 se exploraron 200 nuevos pozos de petróleo; en 2006 sólo 10, y actualmente casi no hay exploración. El aumento de las retenciones a las exportaciones de petróleo –hasta llevarlas al 58%– produjo que las compañías petroleras se limitaran a sacar lo que hay en los pozos existentes. Argumenta el Gobierno que también en otros países productores de commodities el precio que pagan sus habitantes por esos productos es muy inferior al valor de exportación; por ejemplo, en Venezuela el litro de nafa cuesta sólo cuatro centavos de dólar. Algunos países árabes son otro ejemplo similar. Pero los países de la OPEP, donde el petróleo se encuentra a diez metros del suelo y un pozo mediano produce entre 10 y 20 mil barriles diarios mientras que en la Argentina un pozo de cien barriles diarios ya no es descartable, tienen reservas para décadas y en Argentina dentro de cinco años, sin exploración, seremos importadores de petróleo.
El mismo argumento utiliza el Gobierno para las retenciones al trigo buscando que el pan cueste más barato en Argentina, pero el petróleo es mucho menos renovable y, en otra proporción, lo mismo sucede con la carne: no se cosecha en el mismo año lo que se plantó y lo que se produce hoy obedece a decisiones tomadas con años de anticipación. Un ejemplo es que la Argentina importa hoy electricidad de Brasil y la paga cinco veces más que el precio de producción local.
El amor que los automovilistas hoy le dispensan a Moreno es un amor líquido que se escurrirá tan pronto como se sienta la resaca, y en palabras de Bauman “oscila entre el dulce sueño y la pesadilla”. “Tarde o temprano, los deseos y anhelos que escapan a las garras de la racionalidad harán su regreso vengativo”, aunque “rendirse a las propias ganas es algo momentáneo que infunde la esperanza de que no habrá consecuencias duraderas”.
Heidegger decía que las cosas se revelan a la conciencia solamente por medio de la frustración que causan. Los puentes son inútiles si no cubren la distancia entre las dos costas: ¿esta rebaja de hoy adónde nos lleva? Bauman escribió que “la vida del consumidor invita a la liviandad y la velocidad”, donde lo sólido resulta una pesada carga. “Cuando la calidad nos defrauda, buscamos la salvación en la cantidad; cuando la duración no funciona, puede redimirnos la rapidez del cambio.” Que se vaya Moreno, viva Moreno.
“La tendencia inspirada por el modelo de vida consumista dominante inspira a tratar a otros seres humanos como objetos de consumo según la cantidad de placer que pueden llegar a ofrecernos en términos de costo-beneficio. Los políticos también son un objeto de consumo, pero cuando llegan al poder no se dan cuenta y creen que es al revés.” Y agrega Bauman: los vínculos “no deben ser cálidos y menos aún permanecer en estado de cálidos, las cosas están bien mientras se mantengan cool”.
Que Moreno no festeje mucho los mimos que recibe de la opinión pública y ponga su bigote en remojo, porque la misma fluidez de las naftas que hoy abarata son una metáfora del sentimiento que ahora despierta.