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Apoyo a Magnetto

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1990-2010. Veinte años no es nada sólo para el tango. Mr. Clarín a comienzos de la década pasada y hoy.

Si el estilo es la persona, como decía Proust, este Magnetto de hoy no es la persona que yo conozco. El que yo conocí en los albores del menemismo valoraba a los demás por su capacidad de reserva (“ése come callado”, era su elogio), pagaba en los restaurantes en efectivo para no dejar registro de su paso, transitaba fuera del circuito (iba de vacaciones a San Luis en auto), era socialmente fóbico y trabajaba hasta medianoche.

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El que yo conocí en sus años de expansión y conquista, a principio de los 90, trataba de seducir con el objetivo de que Editorial Perfil fuera su Pol-ka o Ideas del Sur de las revistas. Mi relación con él no era estrecha, ni mucho menos –compartíamos una comida una vez por año– y menos aún después de que el diario PERFIL tuvo que cerrar en 1998 porque –si bien ésa no fue la causa de nuestro fracaso– Clarín no se privó de abusar de su posición dominante.

Algo cambió en su vida al inicio de esta última década: se separó, se puso a dieta (ravioles de espinaca era su muletilla) y se mudó a la exclusiva avenida Alvear, justo frente al Jockey Club. En 2002, cuando la economía del país explotó y todas las empresas de medios pasaron a ser insolventes, las penurias compartidas más su final aceptación de que nunca sería vendedor hicieron que retomáramos el contacto. Recuerdo un día que vino a almorzar a Editorial Perfil y me confesó: “Hace meses que casi no duermo”. Y otro, cuando me sorprendió con un llamado telefónico para “felicitarme” por algo que yo hacía y molestaba mucho a Julio Ramos. “Te envidio”, me dijo risueño.

Pero fue breve esa impasse: cuando poco después se descubre su cáncer de garganta, su director de Asuntos Institucionales, Jorge Rendo, pidió que no se publicara esa información. Se le explicó que si la vida del conductor de la mayor empresa de medios del país estaba en riesgo, no se podía ocultar una información de tanta importancia. PERFIL difundió la noticia y aunque imagino que hoy Magnetto ya habrá comprendido lo utópico que resultaba su pretensión de que no trascendiese su enfermedad, desde entonces quedó severamente enemistado.

Hago este racconto introductorio para que al lector le quede claro que PERFIL apenas comparte con Clarín la tensión de la competencia. Además, este diario ha sido víctima y crítico del abuso del monopolio de Papel Prensa desde mucho antes que Kirchner descubriera el tema, y de la fusión de Multicanal con Cablevisión y de algunas prácticas corporativas de las distintas redacciones de los medios del Grupo Clarín. Pero una cosa es marcar esas diferencias y otra es justificar la violencia que Guillermo Moreno ejerce sobre los accionistas de Papel Prensa.

Sería miope alegrarse por conveniencia de las desventuras de un competidor, disimulando el daño que le hacen al país actitudes como las de Moreno. Es indignante ver –y por tramos sólo oír– en el video de la última reunión de directorio de Papel Prensa, que un secretario de Estado les diga: “Vení vos, y vos, tarambana” a accionistas de los diarios Clarín y La Nación, o que concurra con matones, quienes además de amedrentar tenían como fin expreso tapar la cámara que dejaba registro audiovisual de la sesión.

El argumento kirchnerista sobre que los guantes de box y cascos que Moreno repartió durante la reunión eran un chiste, o que “finalmente nadie salió herido”, o que “se horrorizan por tan poco y no por las torturas que sufrieron los anteriores accionistas durante la dictadura”, son maniqueos, primitivos y salvajes. Eventuales crímenes mayores no justifican otros menores y las amenazas de violencia son una forma de violencia, más inadmisibles aún proviniendo de funcionarios del Estado. Si algunos de los accionistas de Papel Prensa hubieran cometido delitos, deberían ser los jueces y no una patota del Gobierno quienes los escarmentaran.

Así como desde esta página se criticó a Clarín por pasar de una actitud oficialista a otra opositora en función de sus propios intereses, deseo resaltar la mayor pluralidad que se percibe en los medios del Grupo en este momento de mayor persecución.

Y testimoniar la simpatía que me produce la fortaleza de espíritu de quien, después de soportar los cruentos tratamientos que le impone su enfermedad, y más allá de que lo asistan o no razones, asume personalmente la conducción del conflicto. Magnetto hablando ante sus principales periodistas (ver página 2) parece haber lucido como un veterano general que, con las cicatrices del paso del tiempo, cautivó a muchos de sus lugartenientes que ni siquieran lo conocían.

Este no es el Magnetto que yo conocí, el que le asignaba al oscurantismo un carácter de sublime. Luce como alguien normal, con aciertos y errores (como lo fueron esa cena con el Peronismo Federal y Macri que tanto daño le hizo al anfitrión como a los invitados; o no haber promovido que se conociera el ADN de los hijos adoptivos de Ernestina de Noble antes de que el Gobierno lo convirtiera en una bandera) pero ya no es el hombre que hace un culto del misterio, como Yabrán, con quien injustamente se lo pretende comparar.

Esta persona está muy lejos de ser un santo. Muy lejos. Pero aun con todo lo que sus presiones me hicieron padecer, nunca me resultó el monstruo diabólico que pretende exhibir Guillermo Moreno.

Una manifestación de solidaridad tiene más valor si no proviene de un aliado sino de un competidor al que Clarín ha afectado, como es el caso de PERFIL. Desde esta posición es que deseo testimoniar hoy mi apoyo a Magnetto.