COLUMNISTAS

¿Bicéfala?

Si las encuestas no están todas equivocadas, como sostienen Lavagna y Carrió, pronto los argentinos seremos –nuevamente– protagonistas de una situación única en la historia: una esposa que sucede a su marido al frente del gobierno elegida por el voto popular.

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NÃO TEM MARIDO? El miércoles, Cristina fue recibida en Brasilia por Lula y su esposa. Todo un signo.

Si las encuestas no están todas equivocadas, como sostienen Lavagna y Carrió, pronto los argentinos seremos –nuevamente– protagonistas de una situación única en la historia: una esposa que sucede a su marido al frente del gobierno elegida por el voto popular.
Los más racionales piensan que no se trata de ningún cambio, sino simplemente de un disfraz de segundo mandato pingüino pergeñado para burlar el espíritu de la Constitución de no permitir más de una reelección y que habrá una presidencia bicéfala, un cogobierno marital de los mismos protagonistas, aunque en roles diferentes. Pero los argentinos somos tan originales que no habría que descartar otras hipótesis más descabelladas, como la enunciada antes de ayer por Chiche Duhalde: “Dada la personalidad de Cristina lo va a mandar (a Néstor Kirchner) de nuevo a Río Gallegos”. O la de mentes más creativas aún que, al estilo de una telenovela, imaginan a Cristina echando a Néstor de la Quinta de Olivos, como hizo Menem con Zulema Yoma años atrás, por no acatar un papel meramente de consorte, pero en este caso por un “divorcio político” más que sentimental. Delirante, pero también es cierto que la civilizada Ségolène Royal se divorció de su marido, François Hollande, jefe del Partido Socialista francés, tras tener que ocupar ella el lugar de prima donna como candidata socialista, aunque finalmente derrotada por Sarkozy.
Ayer nomás. La historia contemporánea no tiene muchos antecedentes de alianza conyugal en el poder. Hay dos casos en Europa Oriental hasta la caída del comunismo. En Rumania, Nicolás Ceausescu presidió el país desde 1967 hasta 1989 y su esposa Elena Ceausescu fue la viceprimer ministro. Acumuló lo siguientes calificativos: “pareja real roja”, “co-dictadora de Rumania” y la “despiadada dama de acero comunista”. Tras la caída del Muro de Berlín, Ceaucescu y su esposa huyeron en helicóptero, pero el piloto simuló un desperfecto técnico para entregarlos: condenados a muerte, murieron fusilados la Navidad de ese año.
El otro caso fue en Alemania comunista (RDA): Erich Honecker fue el jefe de Estado desde 1976 también hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. Su esposa Margot Honecker había sido elegida en 1949 la parlamentaria más joven con sólo 22 años y antes de que su marido condujera el país fue elegida por el Partido como ministra de Educación, puesto que mantuvo durante 25 años. De ellos se decía: “Mientras Erich era el burócrata, ella era la fanática”; “su sistema educativo politizado era la forma más efectiva para sostener el orden represivo”; “su método escolar indoctrinante era una extensión de la dictadura”, e “hirió mentalmente a decenas de millones de alemanes”. Tras la caída del Muro de Berlín, ambos se exiliaron en la ex Unión Soviética.
También hay otro ejemplo reciente en Imelda Marcos: su esposo Ferdinando fue elegido presidente de Filipinas en 1965 y continuó hasta que fue derrocado en 1986. Imelda fue nombrada, primero, ministra de Bienestar Social, cargo desde donde le sumó muchos votos a su marido. Conducía un batallón de secretarias, realizaba decenas de actos por día para los que se cambiaba hasta ocho veces de atuendo (de allí su triste fama de los miles de pares de zapatos) pero construyó asilos, hospitales y casas para los más pobres con lo que se ganó el mote de “Madre de la Nación”. Imelda no quería ser simplemente la esposa del presidente, se decía que “ella quería ser la reina” y llegó a ser gobernadora de Manila, la capital del país. Tras el derrocamiento, Imelda y Ferdinando se exiliaron en Hawaii. En 1989 murió su esposo y tres años después ella regresó a Filipinas como candidata a presidente, perdió las elecciones pero dos años después fue electa legisladora. En 2001, al terminar su inmunidad legislativa, fue arrestada por corrupción durante la época que compartió el poder con su esposo, y en 2003 los bancos suizos devolvieron al estado filipino 684 millones de dólares que estaban en cuentas numeradas del matrimonio.

El mejor ejemplo. El caso más exitoso de un Estado como bien ganancial fue el de los Reyes Católicos. Isabel de Castilla y Fernando de Aragón venían de los dos mayores reinos de la atomizada España feudal. En Castilla, las mujeres podían ser reinas propietarias, o sea por derecho propio ya que su poder procedía de ellas mismas y no, como en las reinas consortes, en cuanto esposas del rey. Pero una mujer no podía ser reina propietaria en Aragón, por ejemplo, y a partir del siglo XVIII tampoco fue posible en toda España con la adopción de la Ley Sálica. Isabel eligió como marido a Fernando porque aceptó que ella reivindicara su derecho a la Corona de Castilla y los documentos reales se firmaran con la increíble formula de “Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”. Cada uno de los reyes tuvo sus propias victorias: Fernando en el Alcázar de Toledo echando a los moros de España, e Isabel con la expansión imperial a América tras la venta de sus joyas para financiar a Colón, y juntos impulsaron a España a su mejor época.
En la monarquía, el modelo de la reina fuerte y valiente, que conduce a su pueblo a la victoria con voluntad firme junto a un esposo también poderoso, fue tan excepcional como Isabel la Católica (su ejército echó a los moros de Granada). Normalmente, las reinas ganaban el amor de sus súbditos femeninamente, atrayendo el corazón de los habitantes con belleza y amabilidad que compensara el rostro duro del poder: “El rey ejercía el reinado material; el de la reina era inmaterial, espiritual; el rey reinaba sobre los cuerpos, la reina debería reinar sobre las almas”. Debía añadir a la belleza exterior la interior porque “la majestad da belleza, la belleza da majestad”.

 
REINAS PROPIETARIAS: Ceausescu, Honecker, Marcos, Isabel la Católica, Nefertiti, Popea Sabina.


La historia más antigua tiene otros ejemplos de mujeres célebres que cogobernaron con sus maridos como el de Nefertiti en Egipto hace 3.300 años. Nefertiti (nfrt en egipcio quiere decir “la bella ha llegado”) era la esposa del faraón Ajenatón. Por entonces, los faraones tenía un harén de esposas reales; sin embargo, ella alcanzó el título de faraona, a partir de ese momento rebautizada Nefernefruatón, pasando a asumir funciones de corregente con su marido, un caso único en la historia del Antiguo Egipto.
Hay muchos ejemplos donde la influencia de la esposa es enorme pero no tiene los atributos formales del ejercicio del poder: hace dos mil años, la emperatriz romana Popea Sabina, esposa de Nerón, tuvo tanto poder que hasta hizo asesinar a la madre y a la primera esposa del emperador. O hace pocos años, la esposa del presidente Vicente Fox de México, Marta Sahagún, que fue su vocera, jefa de campaña y virtual secretaria de Comunicación.
Pero el caso de Cristina Kirchner es diferente de todos los citados: ella fue elegida senadora, y ahora sería presidenta, por el voto popular. Y aunque exista la gran diferencia de la continuación inmediata de su marido, su caso es más comparable con el de Hillary Clinton, quien si bien es cierto hoy conquista el poder por sus propios medios, durante los ocho años en que su esposo fue presidente de Estados Unidos la influencia política de la Primera Dama en la Casa Blanca no fue menor que la de Cristina Kirchner en la Casa Rosada durante los últimos cuatro años.
Matrimonialismo. En el interior de la Argentina existe un antecedente que formalmente cumple los requisitos de haber sucedido al marido siendo elegida por el voto popular. Es el caso de María (Nina) Aragonés de Juárez, quien en 2002 sucedió en el gobierno de Santiago del Estero a Carlos Juárez, gobernador de esa provincia desde la llegada de la democracia en 1983, excepto una intervención federal entre 1993 y 1995. En 2004, otra intervención federal terminó con la detención de Nina y su marido (bajo arresto domiciliario hasta 2005).
Pero por las diferencias culturales entre el centro y la periferia, y a pesar de ser un matrimonio, el caso de los Juárez quizá pueda estar más emparentado con el nepotismo provinciano que generalmente se da entre hermanos, o padres e hijos como Saadi en Catamarca, Rodríguez Saá en San Luis, Romero Feris en Corrientes, y tantos otros.
Nina y Carlos Juárez podrían compararse mejor con Isabel Perón y su esposo. Quizá sólo Evita, si su salud no se lo hubiera impedido, podría haberse encontrado con una situación electoral comparable con la actual de Cristina Kirchner. Pero aun así, entre varios motivos y también por ser de diferentes generaciones, difícilmente Evita hubiera aspirado a mostrarse intelectualmente más formada que su marido o autónoma de él. De cualquier manera, en el caso de Cristina, esto último está por verse.