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deseos del kirchnerismo

Cómo ganar en primera vuelta

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Para un triunfo en primera vuelta del oficialismo en 2011 se deben dar condiciones. La primera es que el FpV debe remontar diez puntos su performance de 2009. Para eso, necesita reestructurar las alianzas con las que obtuvo el 9% de los votos promedio en Santa Fe, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires que, combinados, pesan 28% en la estructura de votos nacionales, ante el 25% del GBA.

El Conurbano bonaerense, por un lado, y Córdoba, Santa Fe y la Capital por otro, forman dos polos simétricos que equivalen al 50% del padrón nacional.

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Si una mitad rinde el 9% de los votos promedio como sucedió en 2009 con Capital, Córdoba y Santa Fe, la otra mitad para llegar en conjunto al 40% que se requiere, debería rendir 71%. Ninguna fuerza política disponible hoy en el país puede lograr semejante performance.

El ajuste de alianzas del oficialismo debe ser inexorable para que alcance el 30% promedio en la subestructura Capital-Córdoba-Santa Fe.

Datos alentadores al oficialismo: Santa Fe desdobla elecciones; Capital es probable. Ambas situaciones desacoplan la dinámica nacional de las elecciones distritales, algo ventajoso para el oficialismo: la fórmula nacional encabezada por Kirchner rinde mucho más que lo que hasta hoy el FpV ofrece localmente en esos dos territorios clave.

Las conversaciones con el ex gobernador Jorge Obeid, el acercamiento con José Manuel de la Sota, la proximidad de Jorge Telerman, vía Sergio Massa, por parte de los estrategas del FpV esta semana apuntan en esa dirección: salir del 9% en Córdoba, Capital y Santa Fe. De aquí la consigna emblema de la etapa: “Menos con Clarín, arreglemos con todos”, que pareciera guiar la conducta actual del oficialismo, en la certeza de que la máxima peronista acecha: “Sólo hay algo peor que la traición, el llano”.

La segunda condición para un triunfo en primera vuelta es despegarse de la segunda minoría, al menos, diez puntos. Esta condición resulta hoy mucho más sencilla de alcanzar que la primera.

El Acuerdo Cívico y Social: la fragmentación opositora es imparable y tuvo su pico mediático con los gestos de Elisa Carrió, que a nuestro juicio, no son significativos, ya que volverá al Acuerdo Cívico, pues su gravitación electoral específica es baja a nivel nacional.

Aun con Lilita adentro, el acuerdo Cívico hoy no traspasa el 30% de los votos nacionales y no compromete la segunda condición de triunfo en primera vuelta del oficialismo descontando los diez puntos de distancia que lo impedirían.

El gran déficit de esta fuerza para superar el 30% de los votos nacionales es su muy baja performance en el Conurbano bonaerense. En este sentido, sufre el Acuerdo Cívico similares dificultades que el FpV, pero en sentido inverso. El Peronismo Federal: sin la candidatura del Lole o Macri disponibles, es un “bergantín sin rumbo” y hasta el último marinero lo sabe. El Lole, gran candidato, no da señales de aceptación, al menos lo suficientemente convincentes para alinear la tropa y promover el traspaso de cuadros intermedios y territoriales al espacio del Peronismo Federal, al que nadie hasta hoy ve como alternativa real. Es atractivo para el antikirchnerismo talibán, pero no convence para enfrentar a Kirchner y, al mismo tiempo, garantizar la continuidad en sus cargos de dirigentes intermedios y territoriales y, como hoy es ley en el partido fundado por Perón, nadie da la vida ni a favor ni en contra de nadie. Los antikirchneristas viscerales en este punto atrasan.

El principal perjudicado del remoloneo del Lole es Francisco de Narváez. Tiene una carta fuerte que mostrar: “El triunfo bonaerense del 28J. En política, eso vale”. Pero ese handicap, de no bajar el Lole, deberá entregarlo a los cuatro de copas que encabezarían hoy el peronismo disidente. De Narváez se resiste a la jugarreta del destino, amenazando ser él quien encabece la boleta presidencial, quimera jurídica cercana ya al delirio.

El tema está trabado y De Narváez lo sabe. Espera a ver cómo le va a Mauricio Macri o sigue con la ronda de conversaciones para participar en la interna del PJ oficial, pero “con garantías” e intentar, ganar y ser candidato a gobernador bonaerense por el peronismo, que iría en cabeza del FpV a nivel nacional.

PRO: Mauricio profundiza su zambullida en un tembladeral jurídico-político de resultado incierto. Recordemos que su gestión era tan poco entusiasmante que perdió 16 puntos en dos años, considerando el 46% de primera vuelta de 2007 y no el 61% de segunda para no ser crueles con el fisgón telefónico.

La aparición de su procesamiento en medio de la decadencia agonal de su gobierno inyecta una novedad de fuerte voltaje político. Ahora bien, el electrocardiograma que marcaba la vitalidad política de Macri estaba aplanándose impiadoso, sin prisa ni pausa, con el solo transcurrir de su gestión más que opaca. Ahora todo cambió. La descarga de alto voltaje que implica el procesamiento de Mauricio y el actual despliegue escénico para intentar limar definitivamente a una figura que los opositores consideran ya adversario en 2011, como toda gran descarga de voltaje al corazón, en materia de opinión pública, lo mata o (¡ay!) le desfibrila el cuore y lo saca fortalecido de Unidad Coronaria. A este milagro apuesta ahora mismo el asesor Durán Barba, puesto en su nuevo rol de Favaloro resucitado. El futuro llegó, hace rato, lo veremos pronto.


*Director Consultora Equis, asesora al Gobierno.