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Cristina, Maduro y el autoritarismo

Líderes que odian la libertad de expresión y a quienes piensan con independencia, y que reúnen los ingredientes de una personalidad autoritaria: machistas, antisemitas, misóginos, homofóbicos y mesiánicos.

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Son muy parecidos.  No creen en la democracia ni respetan las normas. Las leyes les molestan. Son al mismo tiempo de extrema cualquier cosa: nazis, comunistas, falangistas, guerrilleros de izquierda y miembros de las tres A. Por momentos se matan como en Ezeiza, se insultan violentamente, se denuncian entre ellos por sus actos corruptos, pero agachan la cabeza y vuelven a la manada cuando pueden conseguir dinero o poder. Odian la libertad de expresión y a quienes piensan con independencia. Reúnen lo que Adorno menciona como ingredientes de la personalidad autoritaria: son machistas, antisemitas, misóginos, homofóbicos, mesiánicos.

Caracas. En 1998, cuando faltaban diez meses para las elecciones presidenciales venezolanas, estuve en Caracas con mi socio de ese entonces, un consultor norteamericano que asesoraba a Irene Sáenz. La alcaldesa de Chacao obtenía en las encuestas una ventaja de 20 puntos sobre Hugo Chávez y su imagen de 80% de opiniones positivas y 9% de negativas parecía blindarle.

Pero los consultores profesionales sabemos que la interpretación de los números por parte de quienes no están preparados profesionalmente para eso lleva a equivocaciones. La falta de opiniones negativas era mala. Una imagen tan pura era un globo vacío que podía explotar en cualquier momento.

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Algunos periodistas menospreciaban a Chávez, decían que era un coronel dicharachero y pintoresco que si intentaba alterar el orden constitucional se toparía con la democracia más sólida del continente. Las instituciones que nacieron con el Pacto de Puntofijo fueron un modelo democrático perfecto para América Latina. En diciembre el coronel ganó la elección y acabó con todo.

Chávez tenía muchos asesores. Inicialmente, su consultor político fue un profesional de alto nivel, miembro del ala derecha del Partido Republicano. Su biografía oficial, Caudillo, ejército, pueblo: la Venezuela del comandante Chávez, la escribió un asesor argentino, Norberto Ceresole, revolucionario, peronista, nazi, que sitúa al coronel a medio camino “entre Jimmy Carter y Franz Fanon” y describe al chavismo como “una versión levemente militarizada de la vieja socialdemocracia”.  

Ceresole escribió algunas obras antisemitas como La cuestión judía en América del Sur y Terrorismo fundamentalista judío y mentalizó la persecución a los judíos venezolanos cuando la mitad de ellos tuvo que irse del país. Los autoritarios son paranoicos, conspirativos, creen que hay poderes ocultos que manejan la historia como los judíos, el imperialismo, el comunismo, sectas de iniciados, fondos buitre o cualquier otro fantasma que pueda justificar su fanatismo y su violencia.

Según Ceresole existe un poder mundial manejado por el “lobby judío” de Estados Unidos, el atentado en contra de la AMIA fue obra de judíos, el Holocausto es un mito y los oprimidos se liberarán gracias a su conciencia racial y las fuentes religiosas martirológicas cristianas y chiitas.

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Peronismo. Usando otras palabras, el peronismo enfrentó a los gobiernos radicales con un discurso semejante. En el “Plan de Lucha de 1964” orquestado por Vandor, Alonso y Coria en contra de Arturo Illia, capitalista que había aprobado la ley del salario mínimo, vital y móvil, se dijo “Contra el gobierno al servicio de la banca extranjera y el capital imperialista; por los derechos inalienables de los trabajadores; por una economía nacional productiva y en contra de la especulación financiera; contra la oligarquía terrateniente, la Sociedad Rural, y la Bolsa de Comercio; por la nacionalización de la banca extranjera; rechazo a las importaciones que arruinan la economía nacional; por un gobierno popular que no esté de rodillas ante los poderes imperiales; por una Argentina libre, justa y soberana”.

Cuando Onganía depuso a Illia, Perón calificó a la gestión de la UCR como la más corrupta de la historia. Asistieron a  la asunción del general Alonso y Vandor, líder sindical  peronista acribillado después por la izquierda peronista. Usaron el mismo discurso para combatir a Arturo Frondizi y a Raúl Alfonsín, víctima de trece paros por su “política económica desastrosa y antipopular”.  Para ellos los presidentes radicales fueron sirvientes del imperio mientras vivieron y se convirtieron en estadistas cuando no pudieron luchar más por una sociedad democrática.

Las mismas consignas revolucionarias firman ahora Moyano, Baradel, Yasky, Pino Solanas, D’Elía, Guillermo MorenoCarta Abierta, Hebe de BonafiniMilagro Sala, Grabois, y otros partidarios de Maduro.

Izquierda. Cuando la izquierda era de izquierda y era posible la revolución mundial estos grupos fueron vistos como fascistas. Mas allá de sus pintorescos manifiestos, el Partido Comunista apoyó tanto la llamada Revolución Libertadora como el golpe de 1976. El gobierno castrista fue socio de Videla, lo defendió en organismos internacionales en nombre de la “autodeterminación de los pueblos” y fue cómplice de las desapariciones. Esa revolución cubana a la que homenajeó Cristina hace poco, repite ahora el mismo discurso para defender a Maduro.

Hay que reconocer que estos líderes tienen una gran preocupación social por sus parientes y amigos. Así como Lázaro Báez mutó de empleado bancario a terrateniente, la familia Chávez es dueña de la mayor parte de las tierras productivas del estado de Barinas. En el reportaje “La familia Real Venezolana”, la revista Gatopardo detalló nombres y extensiones de los latifundios de los Chávez, que eran pobres de solemnidad  hasta que el comandante llegó al poder.

Unos y otros mezclaron a sus hijos en sus negocios. Las hijas de Chávez se quedaron a vivir en el Palacio Presidencial en donde gastan 266,7 millones de euros por año, para financiar sus costumbres fastuosas. María Gabriela Chávez es la persona más rica de Venezuela, posee 4.197 millones de dólares en Andorra y Estados Unidos. Declaró que esa fortuna la amasó como vendedora de productos Avon, la única actividad productiva que realizó cuando era joven. Ni siquiera fue una abogada exitosa que participó en tantos juicios jugosos como nuestra ex presidenta. El hijo de Maduro, “Nicolasito”, ha protagonizado varios escándalos bailando en medio de una lluvia de billetes de cien dólares, conduciendo un coche enchapado en oro a la salida del Hotel París en Montecarlo, y protagonizando otras actividades ridículas propias de un nuevo rico.

Movilidad social. Todos tienen preocupación social por su entorno cómplice: su jardinero, su chofer, la cocinera, el cajero del banco, el barrabrava, la hija del colectivero  nacieron pobres y llegaron a millonarios. Adrián Velásquez y Claudia Díaz, jefe de seguridad y enfermera personal de Hugo Chávez, huyeron a Madrid con un enorme botín, que ahora reclama el gobierno de Maduro. Es la movilidad social ascendente de la que hablan algunos intelectuales empobrecidos mental y físicamente que hacen coro a estos tiranos que son muy prácticos.

No hay oficinas que se parezcan más que la de López Rega y la de Guillermo Moreno, plagadas de imágenes de santos y violencia. En ese espacio se mezclan los militantes de la Juventud Sindical Peronista que integraban las tres A y ahora se abrazan con los descendientes de sus asesinados para llevar al poder a la Caudilla de Argentina por la Gracia de Dios. Sus raíces históricas están en Guardia del Hierro, los fascistas de Tacuara y los Montoneros que conservaron una tacuara en su escudo de armas.

Las que cometen los asesinatos masivos en Venezuela son guardias revolucionarias paramilitares. Si Cristina gana las elecciones, cambia la Constitución, como anuncia, y arma a los barras bravas, a su Vatayón Militante de presos comunes, a los motochorros y a grupos de narcotraficantes para que maten a sus opositores tendríamos una guardia semejante. Si radicaliza su posición revolucionaria podría participar directamente del negocio del narcotráfico como lo hace la cúpula militar venezolana, apresar a los jueces que combaten el delito como anunció uno de sus voceros y dictar una amnistía preventiva para todos los asesinos y narcotraficantes. Sería una iniciativa revolucionaria novedosa del garantismo al frente del Ministerio de Justicia.  

Nada de esto significa que todos los peronistas son parte de esta locura. Conozco a muchos peronistas que tienen ideas democráticas, que no son falangistas, cuya dignidad les impediría participar en el segundo tomo de los Cuadernos de Centeno.

Tampoco todos los católicos están en esta posición. La inmensa mayoría es perseguida por las dictaduras. La Iglesia de Venezuela y Nicaragua se opone frontalmente a esas dictaduras y presta sus templos para que se refugien los jóvenes perseguidos por las bandas de matones.


*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.