Lanata ingresa a Honduras desde la frontera con El Salvador, el miércoles. Mañana, su primera gran crónica. Guareschi: columnas semana por medio. |
“Un buen periodista es una buena persona que conoce bien su oficio. Si es bueno y no conoce su oficio, puede causar mucho daño. Si es mala persona, cuanto más conozca su oficio más daño podrá hacer.” Así definió nuestra profesión Roberto Guareschi, director de la redacción de Clarín entre 1990 y 2003, y de El Cronista Comercial en 1975 y 1976, y miembro de la Academia Nacional de Periodismo, donde ocupa el sillón de Mariano Moreno. Guareschi, a partir de mañana, se integra al staff de columnistas permanentes de PERFIL y domingo por medio habrá una nota suya en la sección Ideas.
Otro gran periodista que en la edición de mañana hará su debut, redebut en su caso, es Jorge Lanata, quien regresa a PERFIL para hacer grandes crónicas como aquellas que realizó en julio de 2006 en Israel durante la guerra y en las islas Malvinas al cumplirse los 25 años de esa otra guerra en abril de 2007. Esta vez, Lanata escribe desde Honduras, a donde viajó como enviado especial el martes pasado junto al fotógrafo Santiago Cichero, para realizarnos un extenso relato de esa aventura. La foto que ilustra esta contratapa es del momento en el que Lanata y Cichero cruzan en auto la frontera de El Salvador con Honduras porque el aeropuerto de Tegucigalpa estaba cerrado. De ahora en más, Lanata escribirá en exclusiva para PERFIL con la periodicidad que los grandes temas demanden pero nunca menos de una vez por mes.
En la pulsión de Lanata por las zonas de conflicto está el gen de todo buen periodista. El primer periodista al que se le aplicó la calificación de corresponsal de guerra se llamó William Howard Russell (1821-1907). Fue enviado especial a cubrir el frente del ejército inglés para el diario The Times durante la Guerra de Crimea, que duró entre 1853 y 1856.
Russell era considerado el mejor periodista británico de su generación; él creó la expresión “la delgada línea roja” para indicar la fina frontera que separa la locura del heroísmo. Fue durante el sitio de Sebastopol, donde una delgada línea de 500 soldados escoceses, alineados de a dos en lugar de a cuatro, que era lo normal, resistieron los embates de la caballería rusa, que los cuadruplicaba en número.
Sus crónicas no sólo sorprendieron a los lectores sino también al Ejército británico, que dictó en febrero de 1856 una orden general que prohibía al corresponsal de guerra “difundir detalles que pudieran ayudar al enemigo”.
Sus notas tardaban hasta tres semanas en llegar y ser impresas, pero eso no impidió que lograra enojar al pueblo inglés con sus relatos y hacer caer al gobierno. Cuando la guerra terminó y Russell volvió a Inglaterra, no pocos lo acusaron de traidor.
Luego, “el padre del periodismo de guerra” se fue al exterior y cubrió guerras como la Austro-Prusiana, la Franco-Prusiana y la Guerra de Secesión norteamericana. Se atribuye a las crónicas de Russell la creación del primer cuerpo de enfermeras militares.
Dirigir diarios. Por las dimensiones que tienen las ediciones de sábado y domingo de PERFIL y también por su estilo y secciones, concentran una cantidad de firmas que nunca antes se habían reunido en el periodismo argentino.
Pero al privilegio de contar con la más larga lista de plumas de renombre del país, se agrega ahora una coincidencia que vienen a completar Lanata y Guareschi: concentrar en una sola redacción la mayor cantidad de ex directores de diarios de la Argentina. Lanata, de Página/12 y Crítica; Guareschi, de Clarín; Roberto García, de Ambito Financiero, y Andrew Graham-Yooll, de The Buenos Aires Herald.
Quien alguna vez sintió la adrenalina de conducir una redacción difícilmente no precise volver a estar en contacto con ella. Como una novia perpetua de la que es imposible separarse.