Venado Tuerto es una ciudad entrañable, cabecera económica de la zona dueña de una de las mejores tierras del planeta; algo así como la Meca para quienes viven en Cavanagh, Arias, Guatimozin, Sancti Spiritu o Maggiolo: si algo grande se rompe, si algo importante hay que comprar, para eso esta Venado. Algunos creerán que este despegue que incluye shopping y country club, tiene que ver con el auge de la soja. Sin embargo, mucho antes de que el fenómeno sojero siquiera pisara tierra argentina de modo experimental, Venado Tuerto era, para muchos pueblos, lo que Rosario fue mucho tiempo para Venado. Personalmente, mas que la soja, creo que el pueblo se hizo ciudad de la mano de esa mágica bendición que es tener a la gente partida al medio por la Ruta 8.
Venado Tuerto es la ciudad de Marcos Ciani. Y durante muchos años ninguna actividad deportiva la representaba mas que el TC. Venado Tuerto tiene, además, una calle, Lussenhoff, que no honra al todavía defensor de River, pero sí hace referencia a alguno de sus ancestros. El Colorado, en efecto, es venadense. En Venado Tuerto existe un mítico club de polo, uno de los mas grandes de nuestra enorme historia. Múltiple campeón y protagonista de un memorable duelo con El Trébol (antecesores de Coronel Suárez y Santa Ana), en tiempos en los que nadie tenía idea de lo que significaba la palabra sponsor. De la formación estable de aquel equipo, sólo Juan y Roberto Cavanagh eran venadenses; Eso sí, hoy existe en Venado una calle que honra la memoria de Enrique Alberdi, número 3 y estratega de aquel equipo; él, como su hermano Juan Carlos eran de Coronel Suárez.
En Venado, además, nació el basquetbolista Walter Herrmann y se radicaron mi primo Martín con Pato y los chicos, y buena parte de la familia de Guillermo Coria.
Guillermo, que nació en Rufino y bien puede ser rosarino por herencia de familia política, es más venadense que otra cosa. Y es, por encima de todo, el más tenista de todos los tenistas de la era post-Vilas. Esta sentencia, seguramente cuestionable, bien podría haber sido el final de la columna. Pero necesitaba volcarla cuanto antes: de ese modo, es más sencillo que entienda cuál es una de las razones más importantes por las que creo que Coria volverá a ser una figura del circuito. Según su vanidad y las necesidades mediáticas, Vilas fue poeta, músico, empresario, modelo o sex-symbol. Pero para su documento, Guillermo fue, es y será tenista. Ni Vilas ni Coria pueden dejar de ser tenistas. Hasta da la impresión de que no serlo es algo que ya no serían capaces de elegir. Esa obsesión, esa dedicación, esa estrirpe de campeón los califica y, también, los envuelve.
Desde ya que no es mi intención la de compararlos integralmente. En efecto, ninguno de los sucesores es comparable integralmente con Vilas. Pero Coria responde genéticamente al concepto de tenista profesional que acuñó su tocayo. Eso sí, no pretenda que le explique a nadie lo que sucede con su rendimiento desde hace casi un año y medio. No hay antecedentes de un jugador que resuelva problemas físicos, que mantenga intacto su juego pero que no pueda sacar. En todo caso, ni el más osado de los sacadores –no es el caso de Coria-, ha llegado a promediar entre 15 y 20 doble faltas por partido. Si algún mérito extra le asiste a Guillermo en su empeño por volver es ese: nadie puede jugar normalmente sabiendo que; por cada game de saque, dos o tres puntos van de regalo al rival.
Evidentemente hay cuestiones que pasan por la cabeza. Lo que es una verdad de Perogrullo: en todo lo bueno y en todo lo malo que hace un tenista, la cabeza influye en una proporción incalculable. Sí creo que a Guillermo se le pueden sumar algunos factores de presión extra, que tienen que ver con quienes miramos desde afuera.
Desde los tiempos de Vilas y Clerc que los de palo –periodistas, hinchas, parientes, amigos, influyentes y cholulos– hemos alimentado polémicas y conflictos. Ni qué hablar en lo que va de este bendito siglo XXI que nos regala talentos al por mayor. Entonces, la cosa es más compleja: no es la polarización de un Jaite-De la Peña, sino la atomización de un tenis alimentado por no menos de 10 nombres muy destacados. Entonces, si no se pelean los que juegan, discuten los hinchas, fogonean los periodistas y los mismos periodistas terminamos siendo acusados de querer que fulano pierda porque preferimos a mengano. Como casi toda mala notica tiene un lado bueno, creo que el porrazo de Coria y del Gato Gaudio, el freno de mano en el regreso de Puerta, los vaivenes de Nalbandian y la ya superada suspensión de Cañas hicieron que muchos se dieran cuenta de lo estúpido que es despreciar a un talento por el solo hecho de preferir a otro.
Creo fervientemente que Guillermo Coria sigue siendo un súper talento. Creo que deportiva y humanamente merece tener un regreso acorde con su historia. Y también creo que eso empezará a ser posible sólo cuando juegue por sí mismo. El día que Coria prescinda de todos nosotros (los de palo), volverá a ser el Gran Willi de los tiempos que corren.