COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Defender el buen oficio en tiempos de grieta y pandemia

20201004_grieta_pandemia_cedoc_g
Restrepo. Un referente indispensable para la defensa de un periodismo ético. | cedoc

Este defensor de los lectores de PERFIL confiesa su admiración por unos pocos periodistas que han dado a esta profesión ejemplos de buen ejercicio y también una abundante herencia de preceptos éticos que hacen mejores a quienes ejercemos el oficio. 

En estas columnas dominicales se ha citado muchas veces a algunos de ellos: el polaco Ryszard Kapuściński, un maestro que ha sido corresponsal de guerra, magnífico entrevistador, biógrafo notable; el argentino Tomás Eloy Martínez, meticuloso cronista que ha llevado a libros de no ficción algunos hechos y personajes esenciales en la historia de nuestro país; Rodolfo Walsh, comprometido hasta el sacrificio con las luchas por los marginados y las minorías, formidable puntal del nuevo periodismo latinoamericano.

Hay más, claro. Entre ellos, el referente indispensable para definir lo que el periodismo debe ser desde el punto de vista ético: el colombiano Javier Darío Restrepo, quien dirigiera el consultorio Ética Segura de la Fundación Gabo.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El martes próximo se cumplirá un año de la muerte de Restrepo, algunas de cuyas frases ocuparon buena parte de este espacio en diciembre de 2019. Los lectores de este diario merecen recibir parte de esos pensamientos trocados en palabras precisas y en definiciones sobre la misión de los periodistas, sin distinción de especialidades. Con más razón, en estos tiempos en los que la misión de quienes ejercemos este oficio obliga a extremar los buenos recursos.

Algunos de ellos:

Cuando a un periodista se le acaban las preguntas, ha entrado en estado de decadencia profesional.

Entre el periodismo insípido de los que no se comprometen con nada y el periodismo fogoso que se vuelve propaganda, hay un camino medio: el del periodista que muestra hechos y los hace entender. 

El periodista obediente y sumiso quedará condenado a convivir con su mentira y su indignidad. Es una equivocación frecuente la de los editores que seleccionan su material informativo con el solo criterio de dar gusto a los lectores.

El periodismo no pretende la vocería oficial de nada ni de nadie, pero interpreta el interés público, lo defiende, lo promueve y llega a ser, de hecho y no por ley alguna, la voz de la sociedad.

El sensacionalismo llega hasta donde comienza el periodismo inteligente. Quiero decir que hay un periodismo de inferior calidad que se limita a dar respuesta a los sentidos de la vista y del oído.

Para ser periodista se necesitan una curiosidad inextinguible, una pasión viva para conocer la verdad, para hacer triunfar la justicia y para servir a la sociedad. 

Hoy el periodista no es solo los ojos y oídos de la sociedad. Es su entendimiento, pues estimula la inteligencia y la voluntad de los receptores.

El periodista que limita su tarea a la que cumple con su cámara digital un periodista ciudadano, no está prestando el servicio profesional que se espera.

Los trabajos periodísticos de mayor calidad son el resultado de preguntas que mantuvieron activo a un periodista que finalmente obtuvo una respuesta.

El buen periodismo interpreta, contextualiza, da antecedentes y dirige la mirada hacia las consecuencias de lo que está sucediendo.  

Cualquier tarea que puede ser hecha mecánicamente, con técnica de robot, no es de la esencia de la profesión periodística. 

El periodista acostumbrado a tareas mecánicas, está lejos de la esencia de su profesión.

El talante ético del periodista obedece a que no se apropia del trabajo ajeno ni crea la apariencia de haber llevado a cabo un trabajo que no ejecutó.

Necesitamos un periodismo que no se limite a mostrar o a hacer oír, sino que haga al lector entender y participar de los hechos.