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Diez tips para escribir

Mi amigo Duncan siempre me dice que puede ver el futuro. “Te va a pasar esto o lo otro”, me dice e, invariablemente, acierta.

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Mi amigo Duncan siempre me dice que puede ver el futuro. “Te va a pasar esto o lo otro”, me dice e, invariablemente, acierta. Me acuerdo que una vez Leónidas Lamborghini, ni bien había llegado de México, me dijo que la poesía tenía una potencia oracular. Ahora mi amigo Duncan tiene que terminar un libro y me pidió “unos tips para escribir cuando no pueda escribir”. Así que estos apuntes son una carta para un joven profeta. Ahí van Duncan.

Uno: escribir como si tu lector no fuera a surgir en el tiempo que te toque vivir, eso es liberador. Dos: abandonar cualquier pretensión de originalidad. Tomar un autor que te guste y copiarlo hasta que lo deformes. Tres: si lo que escribís te parece muy literario, es posible que estés exportando una imagen de la literatura a otra de la literatura: eso hace que las imágenes acoplen y se llama “matrimonio de primos”. Me explico mejor: en el cuento “Palo y Hueso”, Saer describe la luz que da un farol en una cabaña de la costa. Eso no lo sacó de la literatura, porque uno siente que Saer lo vivió. Cuatro: de los escritores que uno lee, no es tan importante ni el contenido ni la forma en que escriben, sino la operación mental. Así Armando Bo hace llegar a Isabel Sarli a París en un tren del Conurbano nuestro. Cinco: lo que hace Bo es hacer funcionar la realidad a favor, como Aira, Rejtamn, Uhart, etc. Seis: ahora está surgiendo un lenguaje inclusivo, esperar hasta que se hornee bien: hay que ser políticamente concreto pero no políticamente correcto. Siete: si te estancás en el medio de un párrafo porque no podés sacar a un personaje de una habitación, contale a alguien lo que querés hacer y escuchá lo que decís. Después ponelo en el papel. Ocho: para escribir es fundamental “tener experiencia”, es decir, aceptar que sos mortal y que las cosas que ves, oís y tocás van a desaparecer con vos. Nueve: primero hay que ser un lector creativo para después poder escribir. Hay que escribir –como Pierre Menard– mientras lees. Diez: suerte.