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El despertar del sur global

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BRICS. El grupo se ha reactivado como alternativa al G7 y varios países aspiran a sumarse. | AFP

Entre los cambios que acompañan e impulsan la actual transición del sistema internacional, se destaca el surgimiento de las naciones del sur global como actores relevantes. Pese a la ambigüedad del concepto sur global, que asume parcialmente el legado de conceptos como “Tercer Mundo” y “países en desarrollo” que acompañaron la Guerra Fría, un conjunto de naciones con economías ascendentes y creciente influencia global han comenzado a desplegar una creciente incidencia y proyección en los asuntos globales.

El retorno de la geopolítica y la confrontación entre grandes potencias en el transcurso de la pandemia del covid-19 y, especialmente, a raíz de la guerra en Ucrania, han promovido este despertar y han dado lugar a un nuevo papel protagónico a estos actores. La pandemia del covid-19 no solo acentúo las diferencias entre las naciones euroatlánticas y los países y economías emergentes en términos de desigualdad y vulnerabilidad a la hora de acceder a los insumos médicos necesarios y, especialmente, a las vacunas para combatir la pandemia, sino que también estableció una clara diferenciación entre actores que –más allá de los mecanismos multilaterales existentes– hicieron un esfuerzo inicial para impulsar una mayor cooperación en este campo, particularmente en el sur global.

La guerra en Ucrania, por su parte, aceleró el proceso de diferenciación del sur global del Occidente colectivo, particularmente a raíz de las sanciones económicas impuestas a Rusia que, a su vez, reverberaron en un impacto negativos tanto en las economías occidentales como en el acceso a energía, alimentos y fertilizantes de países de África, Asia y América Latina. Por su parte, las sanciones sentaron un referente negativo en la percepción de muchas naciones del sur global ante la posibilidad de que estas pudieran serles impuestas de una manera similar.

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Como consecuencia, las economías emergentes que se habían beneficiado de la globalización y del desplazamiento del centro de gravedad económica global desde el Atlántico hacia el Asia-Pacífico adquirieron mayor peso económico que en el siglo pasado.

La crisis de los mecanismos multilaterales tradicionales dio lugar al surgimiento de mecanismos multilaterales informales como el G20, el G7 y los Brics. En el G20 la tensión entre el norte global y el sur global se ha hecho manifiesta en las diferencias entre los países miembros del G7 y los Brics, particularmente en relación con la aspiración de este último grupo de impulsar reformas tanto en los mecanismos de las Naciones Unidas como en las instituciones de Bretton Woods.

Esta polarización que, en el fondo, expresaría la erosión del mundo unipolar hegemonizado por Estados Unidos y el surgimiento de un mundo multipolar en torno al eje ordenador de la disputa entre Washington y Beijing se complejiza, sin embargo, al analizar la heterogeneidad del llamado sur global, un concepto geopolítico más que geográfico.

Por su potencial económico y por su capacidad militar, tanto China como Rusia respectivamente no califican del todo como economías emergentes del sur global y, en realidad, presentan una serie de características económicas, estratégicas, demográficas y tecnológicas que las ubicarían en el campo del norte global si no fuera por su aspiración a cuestionar y a reformar el orden liberal internacional existente y las reglas y mecanismos establecidos por Occidente.

Por otra parte, las diferencias en términos de desarrollo y peso económico de otras naciones del sur global muestran asimetrías y heterogeneidades que no siempre dan lugar a convergencias. Sin embargo, los Brics se han reactivado recientemente como un bloque alternativo al G7, en el marco de su eventual ampliación con la incorporación de otros Estados del sur global (en la actualidad ya hay un listado de 19 países aspirando a incorporarse a un Brics Plus), de la creación de mecanismos financieros como el Nuevo Banco de Desarrollo y de un cuestionamiento a la hegemonía global del dólar estadounidense que probablemente lleve a la creación de una moneda común en la próxima Cumbre de los Brics, a realizarse en Sudáfrica. Estos planteamientos, y en especial la reforma de los organismos multilaterales y la desdolarización, también se encuentran entre las aspiraciones e intereses del sur global en general en toda su heterogeneidad, aunque beneficien principalmente a China.

Sin embargo, en este marco, la fractura global que ha generado la guerra en Ucrania no solo se plantea en términos de una bipolaridad, sino también de una multipolaridad del orden global emergente en dónde el sur global configura uno o varios polos alternativos que buscan ampliar su capacidad de incidencia sobre la gobernanza y la estabilidad global, en un entorno donde, con frecuencia, algunas naciones actúan como actores pendulares con alineamientos fluctuantes frente a la guerra y frente a la disputa estratégica entre Estados Unidos y China.

*Presidente de Cries y autor de Guerra y transición global.