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El gen peronista

Tras la caída del comunismo, y quizá en parte a causa de ello, renace en todo el mundo el populismo, transformado ahora en el principal, si no el único, desafío al sistema de democracias liberales constitucionalistas. No es casual que, terminada la Guerra Fría, el Pentágono considere: “Si el comunismo fue antes el enemigo inexorable, hoy lo es el populismo radical”.

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Tras la caída del comunismo, y quizá en parte a causa de ello, renace en todo el mundo el populismo, transformado ahora en el principal, si no el único, desafío al sistema de democracias liberales constitucionalistas. No es casual que, terminada la Guerra Fría, el Pentágono considere: “Si el comunismo fue antes el enemigo inexorable, hoy lo es el populismo radical”.
La razón populista, el nuevo libro del profesor de Teoría Política de la Universidad de Essex, Inglaterra, el argentino Ernest Laclau, está dedicado a analizar este fenómeno. Su autor compara el peronismo con el kemalismo turco de Kemal Atatürk, con Tito, Mao y hasta el general Boulanger, quien fue ministro de Guerra de Francia en 1886 y por su popularidad el gobierno lo pasó a retiro, lo envió fuera de París y, tras protestas públicas, obtuvo victorias electorales aplastantes.

Tras la caída del comunismo, y quizá en parte a causa de ello, renace en todo el mundo el populismo, transformado ahora en el principal, si no el único, desafío al sistema de democracias liberales constitucionalistas. No es casual que, terminada la Guerra Fría, el Pentágono considere: “Si el comunismo fue antes el enemigo inexorable, hoy lo es el populismo radical”.

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Algunos párrafos del libro de Laclau sobre las particularidades comunes de los populismos ayudan a entender:

▪ Los populismos niegan cualquier identificación con la dicotomía derecha/izquierda: siempre son movimientos multiclasistas.
▪ Junto a la demanda de justicia social hay una defensa vigorosa de la pequeña propiedad y fuertes componentes nacionalistas.
▪ Son esencialmente antielitistas y antiintelectuales.
▪ En algunos casos combinan componentes étnicos defendiendo algún grado de “negritud”.
▪ No pueden permitirse ser doctrinarios, el pragmatismo debe ser el único hilo de comportamiento. Adoptan las ideologías del momento que son desechables sin pena no bien cambian las circunstancias.
▪ Utilizan un catecismo manipulador con imprecisión y vacío doctrinario.
▪ Una retórica que apela a disposiciones afectivas (a la que llaman “mobiliario psíquico”).
▪ Simplifican el espacio político al reemplazar una serie compleja de diferencias por una cruda dicotomía cuyos dos polos son necesariamente imprecisos.
▪ Generalmente las dicotomías son el pueblo vs. la oligarquía, los trabajadores vs. los explotadores.
▪ Hace un repaso de la historia de la teoría de masas citando párrafos de Gustave Le Bon (Psicología de las multitudes) sobre que “las masas nunca han tenido sed de verdad alejándose de los indicios que no les agradan, prefiriendo deificar el error si éste las seduce”. “Un ateniense por sí solo es un zorro astuto, pero un grupo de atenienses es un rebaño de ovejas.”
▪ Y de H.A. Taine (Los orígenes de la Francia contemporánea), quien refiriéndose a los desórdenes tras la Revolución Francesa dice: “El hombre baja rápidamente la pendiente de la deshonestidad, alguien que es medianamente honesto y que de manera inadvertida participa de un disturbio repite la acción atraído por la impunidad”. Y: “La anarquía es el resultado necesario de la acción de la multitud, ya que ésta implica el retorno al estado de naturaleza en el cual sólo prevalecen los instintos animales”.
▪ Y de William McDougall (La mente del grupo), quien distingue entre la multitud y un grupo altamente organizado porque la primera degrada los logros del individuo y el último los realza. “Las multitudes tienen el efecto de disminuir la inteligencia promedio de sus miembros, como resultado de que las mentes inferiores establecen el nivel al cual todos deben someterse.” Quien también opinaba que la multitud “es excesivamente emocional, impulsiva, violenta, inconstante, inconsciente, irresoluta y extrema en la acción (...) fácilmente influida y conducida”.
▪ Y por último de Freud (Psicología de las masas y análisis del yo) comparando la relación con el líder al estar enamorado: “El yo renuncia cada vez más a todo reclamo, y se vuelve más modesto a la par que el objeto se hace más grandioso y valioso, hasta que finalmente llega a poseer todo el amor de sí mismo del yo... (el líder) el objeto se ha puesto en el lugar del yo ideal”. “El líder sólo será aceptado si presenta, de un modo particularmente marcado, los rasgos que comparte con aquellos que se supone debe liderar” (vale para Cristina jugando al truco). “La idea conductora también podría ser negativa: el odio a determinada persona o institución puede producir el mismo efecto unitivo.”
▪ El representado depende del representante para la constitución de su propia identidad. El príncipe o el rey en otra época cumplían esa función homogeinizadora (Freud: “El amor al padre –el líder– es lo único que une a los hermanos”). La democracia moderna es un lugar con vacío de poder.
▪ Cita a Ives Surel (La tentación del populismo en Europa, y Berlusconi, un líder populista): el núcleo duro del populismo se opone a “las elites de poder, especialmente las políticas, que han traicionado al pueblo al no cumplir las funciones para las que fueron designadas”.
▪ El populismo se presenta como subversivo del estado de cosas existente y también como punto de partida de una construcción más o menos radical de un nuevo orden una vez que el anterior se haya debilitado. El sistema institucional debe estar fracturado para que el populismo resulte exitoso.
▪ El populismo rearticula las demandas fragmentadas y dislocadas en torno a un nuevo núcleo. Cierto grado de crisis de la antigua estructura es necesario como precondición del populismo.
▪ Cuando las demandas heterogéneas no pueden ser integradas orgánicamente dentro del sistema existente, aparece un aire de familia entre ellas porque todas tienen el mismo enemigo.
▪ El comunismo encontró límites estructurales para convertirse en un movimiento populista a causa de su pertenencia al movimiento comunista internacional.
▪ La diferencia entre plebe (plebis) y pueblo (populus) es que la primera está integrada “por los de abajo” mientras que el segundo somos todos. El populismo ha transformado su propia parcialidad –la plebis– en nombre de una universalidad –el populus– que lo trasciende. Pueblo es una categoría política y no un dato de la estructura social.
▪ Un nuevo antagonismo es la razón populista vs. el capitalismo globalizado. No se debe entender al capitalismo como una realidad puramente económica sino como un complejo en el cual la economía, la política, lo militar y lo tecnológico, cada uno dotado de cierta autonomía y de su propia lógica, entran en la determinación del movimiento del todo.

Corolario. Más allá del acuerdo o desacuerdo con la mirada que se tiene del populismo en las democracias liberales constitucionalistas, resulta fundamental comprender esta perspectiva del populismo como una patología política subproducto de la crisis.