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El heredero de Néstor

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Al principio, parecía que la posta de contención política y operativa de Cristina tras la muerte del ex presidente la iba a tomar su hijo, Máximo. Ese viento patagónico se fue con la misma velocidad con la que vino. Y desde hace varias semanas, el Gobierno tiene un nuevo hombre fuerte por donde pasan cada vez más todas las decisiones de peso: Carlos Zannini.
El secretario Legal y Técnico es un histórico de la mesa chica K, que ahora es más chica y más K. Casi que sólo se sientan allí él y la Presidenta. Su poder es arrolladoramente creciente:
◆ Impulsó los cambios en Seguridad, tras la crisis del Parque Indoamericano. Se le atribuye especial sintonía con Horacio Verbitsky, ideólogo de esa movida.
◆ Lideró la ofensiva contra el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. “Lo voy a partir en pedacitos al ‘Chino’”, se le escuchó decir al quilmeño cuando trascendió que estaba fuera del Gabinete.
◆ Apadrina a Juan Manuel Abal Medina, la nueva esperanza blanca del cristinismo, ascendido al manejo del multimillonario aparato de publicidad oficial, clave en un año electoral.
◆ Auspicia tanto la presión contra Scioli y los intendentes bonaerenses como la ejercida a los empresarios que se rebelan a los dictados oficialistas.
◆ Convenció al juez Oyarbide de la necesidad política de adelantar la indagatoria de Venegas, para poder excarcelarlo y desactivar una escalada de imprevisibles consecuencias.
Semejante influencia trae sus complicaciones. No pocos funcionarios le temen, muchos más lo detestan. Julio De Vido parece militar entre estos últimos.
Zannini avanza. Pero acaso algo haya empezado a crujir en el corazón del poder.