Javier Milei habilitó en las últimas horas el salvoconducto que le permitiría contar con el proyecto de Ley de Presupuesto para 2025 aprobado en tiempo razonable. Y, en general, con las condiciones que el Presidente presentó en sociedad el domingo pasado ante una especie de asamblea legislativa light con un Congreso al 70%. Milei cuenta con un flamante cheque negociado en las últimas semanas por el Ministerio de Economía y él mismo, por el cual tendría habilitados para el año que viene, unos US$ 5 mil millones de piso (podrían ser varios miles de millones más), exclusivamente destinados para un ítem prácticamente inexistente en este ejercicio: obra pública 100% provincial, a distribuir en proyectos ya avanzados o nuevas obras. Y, lo mejor para Milei, ese dinero no saldrá de los fondos de recaudación de los impuestos nacionales, del comercio exterior o del endeudamiento. Se trata de la suma de dólares que ya están habilitados desde los diferentes organismos financieros internacionales dedicados a financiar obras y servicios; como el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo para América Latina (CAF), entre otros. El dinero es así de abultado por una razón simple.
Este año el Ejecutivo mantuvo pisadas todas las nuevas líneas de financiamiento de esta vía, salvo las ya otorgadas y preexistentes al 10 de diciembre pasado. Dinero con destino específico, y sobre el que el Ejecutivo actual nada puede interactuar. Sin embargo, durante todo este 2024 y 2025, se fueron sumando partidas aprobadas y preaprobadas, pero que requieren de la firma mágica del tándem Milei-Caputo para acelerarse y convertirse en realidad. Ahora podría estar disponible esa piñata monumental de dólares para lo más preciado con que puede contar un gobernador en campaña para ganar sus legislativas locales y llevar diputados y, si corresponde, al Senado nacional: obra pública.
El problema para los gobernadores es que ese dinero solo puede liberarse con la firma de Economía. Esto es, la aprobación de Milei-Caputo. Y con esta chequera fenomenal, será que ya desde la semana que comienza los negociadores del oficialismo saldrán a cazar voluntades para garantizar la aprobación del Presupuesto. Luego, cuando el proyecto esté votándose, esas partidas aparecerán en el momento de la votación final; con lo que se medirá en ese momento la voluntad de las provincias de acompañar la primera obra cumbre de la gestión Milei: su Presupuesto 2025. En su visión personal, su primera obra cumbre para la economía argentina que, en su definición, quedará en la historia.
Si se diera entonces su visión de que con los votos de los gobernadores comprometidos el proyecto de Presupuesto se aprobará en forma y, quizá, tiempo; llega el momento de analizar su contenido y factibilidades técnicas de ser realizado.
Presupuesto 2025: cuáles son los sectores del Estado más favorecidos en el reparto de fondos

Antes, se esperan para cerrar 2024 datos fundamentales para evaluar lo que venga en 2025. Hay coincidencia en la profesión de colegas de Milei, los economistas que trabajan de analizar, proyectar, prever y anticipar las variables macro, en que 2024 será un año, otro más, perdido para el PBI. Los más optimistas, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), hablan de una baja del 3,5%. Otros, de más del 4%. Hay algo cierto que se confirmó esta semana. Entre el último trimestre de 2023 y los primeros dos trimestres de este año, la economía cayó más del 6%. Si bien se espera una tenue recuperación para el tercer trimestre del ejercicio, y en consecuencia un fin de recesión luego de una caída de nueve meses consecutivos; no alcanzará para terminar el año en positivo. Ni mucho menos. El Presupuesto 2025 versión Milei prevé un alza del PBI del 5%, con lo que la economía argentina debería recuperarse entre julio de este año y diciembre del próximo ejercicio (exactamente un año y medio) más de 8,5 puntos porcentuales. En términos de los años 2000, “tasas chinas”.
La recaudación terminará este año con una caída aproximada del 6,5% contra 2023, mientras que el gasto primario (sin intereses de deuda) mostraría una contracción del 26,7%. Dado que los intereses de la deuda caerían un 14,4% interanual, el gasto total registraría una merma real del 25,7%. Un porcentaje notable para la performance de todos los administradores de la economía argentina en lo que va del siglo, y una marca solo comparable con la salida de la convertibilidad y la licuación del gasto por efecto del fin del uno a uno.
Según las previsiones del gobierno nacional, la medición del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) indica que el año 2024 finalizaría con ingresos totales equivalentes al 16,65% del PBI, lo que implicaría una caída de 0,36 puntos porcentuales respecto a lo verificado en 2023. Por su parte, el gasto primario pasaría desde el 19,73% del PBI en el año 2023 al 15,12% del PBI en el año 2024. Es decir que tendría una reducción de 4,61 puntos porcentuales del PBI. Los intereses de deuda caerían 0,18 puntos porcentuales del PBI, pasando desde 1,71% del PBI en 2023 al 1,53% del PBI en 2024. El gasto total pasaría desde un 21,44% del PBI en 2023 al 16,65% del PBI en 2024. Esto significa una baja del gasto público total equivalente a 4,8 puntos porcentuales.

Para 2025, el proyecto de ley espera que la recaudación crezca un 6,3% real, mientras que el gasto total aumentaría un 4,2%, dejando atrás la gran caída real de este año 2024 en relación con el año 2023. El único gasto primario, según esta clasificación del presupuesto, que tendría una merma real en 2025 es el relativo al déficit operativo de las empresas públicas, que se reduciría un 55% respecto al de este año.
En términos del PBI, lo previsto para el año 2025 implicaría variaciones mucho menores que las de 2024. Por el lado de los ingresos totales, se proyecta una baja del 0,16%. Es decir, siempre según el cálculo del Iaraf, que pese a la suba del 4,4% real, los ingresos totales en relación con la economía caerían, debido al fuerte crecimiento del 5%. Esta caída del tamaño relativo de los ingresos se debe a una baja de 0,3 p.p. del PBI de los ingresos no tributarios, que supera el incremento de 0,13 p.p. en los ingresos tributarios.
Por su parte, el gasto primario pasaría desde el 15,12% del PBI en el año 2024 al 15,16% del PBI en el año 2025. Es decir que tendría un incremento de 0,04 puntos porcentuales del PBI. Los intereses de deuda caerían 0,22 puntos porcentuales del PBI, pasando desde 1,53% del PBI en 2024 al 1,31% del PBI en 2025.
Jubilados: un parche que tapó otros ocho
El gasto total pasaría desde un 16,65% del PBI en 2024 al 16,47% del PBI en 2025. Esto significa una baja del gasto público total equivalente a 0,2 puntos porcentuales. El resultado primario seguiría siendo superavitario pese al descenso de 0,2 p.p. del PBI y el resultado fiscal aumentaría levemente a un superávit del 0,03% del PBI.
Según la letra final del proyecto de presupuesto, no hay en el listado de gastos ajustes previsionales, de transferencias a las provincias o contracciones importantes en los subsidios a las tarifas públicas o el transporte, los tres vértices sobre los que se posó este año el tremendo ajuste fiscal que llevó al Gobierno a cerrar 2024 con un casi seguro superávit fiscal primario de más del 2% del PBI y un financiero de aproximadamente el 0,5%.
La inflación pasaría de los tres dígitos de 2024 (el 104% según el Gobierno, más del 120% para los analistas) a un 18,3% en 2025. Si bien no es la fórmula más exacta de cálculo, implicaría menos del 2% de inflación mensual. Difícil. Especialmente sin ajuste. Lo importante, además, es que se descarta cualquier atisbo de devaluación, ya que continuaría la política de crawling peg del 2% o menos, lejos de cualquier atisbo de mejora en el tipo de cambio vía alteraciones cambiarias importante. En síntesis, todo lo contrario que pide el FMI como prueba de amor para liberar dinero para salir del cepo.
Gi