“Hay un viejo chiste: Dos mujeres cenan en un hotel. ¡La comida es horrible!, dice una.¡Sí, y qué chicas son las porciones!, contesta la otra.Así veo yo a la vida, llena de dolor, soledad... y aún así se acaba demasiado rápido.”
Woody Allen (1930) como Alvy Singer en “Annie Hall” (1977).
A tono con la historia argentina, donde ni lo bueno ni lo malo suelen durar demasiado, este ultraveloz, histérico y definitorio torneíto que acaba de comenzar nos entretendrá lo suficiente hasta que Maradona y su Armada Brancaleone desembarquen en tierra santa sudafricana en busca del santo grial que nos hará regresar, magia mediante, al cielo de los justos y los ganadores. Aprovechemos.
Diego Simeone, siempre hábil para imponer alguna ingeniosa frase de su cosecha, anticipó: “Este será un torneo cruel”. Coincido. En poco más de cien días los cinco grandes –humillados por los chicos que los desalojaron del primer nivel continental– se despellejarán entre sí por terminar en lo más alto; Estudiantes y Vélez competirán para demostrar quién de los dos es el mejor del país; Lanús, fiel a su bajo perfil, acechará en silencio con sus jóvenes talentos –como Newell’s, con sus tres torres en defensa más Boghossian–, mientras los de abajo intentarán salvar sus cuellos del aterrador descenso. Será un rush impiadoso y darwiniano que premiará a pocos, dejará al borde del abismo a más de uno y aplastará a los demás. Dura lex. Ya conocemos la ley idiota que impera en estos tiempos salvajes: el que no gana, no existe.
Racing, después de sorprender al mundo con su infinita capacidad autodestructiva, por fin suena como candidato. Ayer ganó bien un partido clave frente a Rosario Central, rival directo por la permanencia, pese a que el equipo, en el arranque de cada tiempo, salió frío y sin ritmo. Después de una temporada con Carusito, la imagen de Vivas, su manera de expresarse y su audaz propuesta con un 3-4-3 ofensivo y con mucha presión, es lo más parecido a un milagro. El cilindro fue una fiesta. La llegada de Ayala, el sólido Licht y el power trío que conforman Bieler –brillante goleador de la Latinoamérica profunda–, Hauche –un crack– y Lugüercio –el idolatrado ex sátiro virgen–, emocionan hasta las lágrimas a las sufridas masas académicas. Primero deberán salvarse del descenso y la Promoción. Y más tarde, si el impulso alcanza, pelear el título. ¿Racing campeón? Sí, ¿por qué no? Esto es la Argentina, compatriotas. Con sólo repasar la lista de candidatos para 2011, uno puede convencerse de que, aquí, todo es posible. Hasta Racing.
Boca vivió su enero negro, una sucesión de calamidades absurdas, dignas del mejor River aguilarista. Ahora sus dirigentes quieren reposicionarse como gente firme, coherente y dispuesta a terminar –a menos que se gane– con las internas caníbales. Son los mismos que se arrancan los ojos entre ellos, crecieron o se resignaron frente al poder de Bianchi y dieron cátedra sobre la enorme utilidad de la figura del mánager. Los resultados fueron catastróficos.
Basile renunció, harto de estar harto; Bianchi huyó ante la posibilidad de dirigir este plantel sin que nadie ocupara su lugar (¿cómo, no era ése un puesto clave?) y Alves asumió con fecha de vencimiento y reemplazante seguro, salvo milagro. Los referentes, desde el enganche melancólico hasta el rubio volador, saben que están en la mira: aunque hoy se sientan el Rey Sol, quizá mañana –mon Dieu!– terminen decapitados, como Luis XVI. En este contexto, ¿pueden aspirar a un título? Sí, claro. Siempre y cuando San Román se digne a jugar, Palermo la emboque, El Pato ataje, Gaitán se afirme y Viatri o Mouche aprovechen sus chances.
¿River? Quizá lo salve el geist ganador de Passarella. Sólo con ese plus, esta exótica mezcla de adolescentes atrevidos y veteranos rejuvenecidos, podrá hacer historia. Keko Villalva es vertical, guapo, rápido y muy hábil, requisitos esenciales para sobrevivir si uno es delantero y mide 1,58. Funes Mori, un chico con cara de publicidad de gaseosa, impresionó muy bien en el verano pero habrá que verlo con la presión de ser el titular. Canales es una incógnita. Veremos qué rating tiene. Menos que Fabbiani, difícil.
San Lorenzo arranca sin ruido, pero tiene a Simeone, un DT acostumbrado a ganar torneos cortos y a un plantel sin grandes figuras pero con varios buenos que buscan revancha. Ojo. El Independiente que armó Gallego tiene jugadores interesantes de mitad hacia adelante. Si no se descompensa, pueden jugar Busse, Acevedo y Piatti; Graciani y Gandín, más Silvera adelante. Un cover del dibujo ganador del 2002. Mmm…
El Estudiantes de Verón y el implacable Boselli, que arrancó aplastando a Arsenal, irá por todo, tanto aquí como en América. Eso sí, tendrá que vérselas con Vélez, su abrumadora colección de delanteros top, el enano Maxi Moralez y dos parejas de enorme rendimiento: Domínguez-Otamendi y Cubero-Nicole. En los papeles, roban.
No habrá Beckhams ni Ronaldos en ésta, nuestra competencia nativa. Mejor. Menos glamour, más sudor. Igual, no habrá tiempo de nada. Será un flash: apenas el campeón levante la copa y los descendidos sequen sus lágrimas… llegará la hora de Maradona y el Mundial. Uy.
Tranqui, muchachos. No suframos a cuenta. Como bien sugería el amigo Carlos Ulanovsky en su viejo libro, seamos felices mientras estemos aquí.