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El sueño del peronismo

La capa protectora de los gobernadores bonaerenses que los hace ser siempre presidenciables luego no alcanza para consumar la expectativa que se tiene de ellos.

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ELENCO deseado de una quimera no imposible. | Cedoc Perfil

Que hay 2019 para ellos es la convicción del peronismo no K. Paradójicamente, ven en la intervención al partido de Luis Barrionuevo la posibilidad de algo nuevo. Al revés del chiste de “Barrioviejo” con el que irónicamente festejan desde Cambiemos la entronización del arcaico sindicalista gastronómico como un caballo de Troya que les regalaron a los peronistas, el peronismo no K cree que puede ser un verdadero regalo del cielo. Que la brutalidad paleolítica de Barrionuevo sirve para cumplir mejor que nadie la tarea electoralmente más importante de todas: deskirchnerizar el peronismo de manera inequívoca e indubitable sin dejar espacio al más mínimo resquicio de camaradería siquiera con los tibiamente K, bombardeando cualquier puente con la ex presidenta, que respondió como se esperaba, alejándose aún más del PJ, confirmando una candidatura por fuera de las PASO de un eventual peronismo unido, que si fuera de Agustín Rossi o Capitanich obtendría entre el 10% y el 15% de los votos, suficientes para llevar al Congreso a sus afectos, en primer lugar a su hijo y a Kicillof, y si fuera ella misma, alcanzando entre el 15% y el 20% a nivel nacional.

También especulan con que Cambiemos, con la candidatura de un Macri que no haya doblegado la inflación, obtenga poco más del 35% de los votos, y aunque le saque diez puntos o más al candidato del peronismo no K (que para entonces ya no precisaría el agregado “no K” y sería peronismo a secas), al no alcanzar el 40% igual tenga que ir a segunda vuelta y ahí se repita lo que se dio en cada uno de los anteriores ballottages, cuando el segundo le ganó al primero (Néstor Kirchner y Macri), en este caso, el candidato del peronismo al de Cambiemos.

Buscan un peronismo institucionalizado que sume a la racionalidad macrista la sensibilidad del progresismo

 
En esa construcción, aventuran, el candidato del peronismo que obtendría entre el 20% y el 25% de los votos nacionales surgiría de una PASO donde competirían De la Sota, Urtubey, Massa y Randazzo, el penúltimo volviendo al peronismo y el último confirmando su irreconciliabilidad con el mundo K. Asumiendo el fin del bipartidismo y la instalación de un sistema político ternario, la estrategia del peronismo en 2019 es la misma que la de Cambiemos en 2015, cuando Macri cooptó en el ballottage los votos de Massa, previendo para 2019 que el candidato peronista sume en el ballottage los votos del tercero, en esa hipótesis, el candidato del kirchnerismo.

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Para no caer en el incómodo lugar que ocupó Massa en las últimas elecciones –ser el híbrido medio entre Cambiemos y los K–, el futuro candidato peronista tendría que poner patas para arriba lo que en 2015 se graficó como “la U de Porter”, donde en la cúspide de cada uno de los brazos de la “U” se encontraban el candidato de Cambiemos y el kirchnerista y en la perdidosa panza de la “U”, en su parte más baja, el candidato del Frente Renovador. En una “U” invertida, el candidato que quedaría entre los dos extremos sería el de la síntesis superadora, que, igualmente distante de Cambiemos y los K, sería percibido ocupando una posición superior.

En esa línea, así como Cambiemos había cooptado peronistas “blancos” para 2015, Monzó y Santilli entre los más relevantes, este nuevo peronismo tendría que incorporar figuras desilusionadas de Cambiemos y de la anterior alianza de los radicales en el frente progresista, como el socialismo de Santa Fe y el GEN de Margarita Stolbizer.

El sueño máximo sería recuperar a Emilio Monzó, el gran armador de la provincia de Buenos Aires, a quien le gustaría un día gobernarla, y a los excluidos de Cambiemos como Martín Lousteau y Alfonso Prat-Gay, a quienes podrían no permitirles ser candidatos en las PASO de Cambiemos para las candidaturas a jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y a gobernador de Tucumán. Ambos ya integraron gobiernos peronistas: Prat-Gay, presidiendo el Banco Central de Duhalde y Néstor Kirchner, y Lousteau, presidiendo el Banco Provincia de la gobernación de Felipe Solá y como ministro de Economía de Cristina Kirchner.

Apuestan a que Macri no venza la inflación y su ventaja electoral sea un plan antiinflación con crecimiento

 
La anunciada salida de Monzó de la presidencia de la Cámara de Diputados y su determinación de no ser candidato de Cambiemos en 2019 son las mayores señales de fractura interna en el PRO. Monzó no es solo Monzó: su grupo de afinidad en el PRO incluye al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y al presidente del bloque de diputados del PRO, Nicolás Massot.

Otro desencantado de Cambiemos que sueñan sumar, para terminar de arrancarle a Cristina Kirchner su primacía en la provincia de Buenos Aires, es el frustrado primer candidato a diputado bonaerense de 2017, el neurólogo Facundo Manes, muy popular en cualquier encuesta. Especulan con que, así como el kirchnerismo les fue cooptando en 2017 intendentes del Conurbano a Massa y a Randazzo porque la ex presidenta traccionaba más votos en la Provincia, si el candidato kirchnerista midiera menos que el peronista, los barones del Conurbano abandonarían al designado por Cristina para encolumnarse con quien les dé más posibilidades de triunfo.

La provincia de Buenos Aires continúa siendo el nudo problemático para el peronismo no K, que recibe el fuego cruzado del kirchnerismo y de la imbatible María Eugenia Vidal. Pero confían en una realidad y un supuesto: la realidad es que en el ballottage se elige solo presidente y la gobernadora ya no traccionará votos porque su nombre solo estará en la boleta de la primera vuelta; y el supuesto es que la popularidad de la gobernadora podría ser en parte producto del mismo fenómeno que hizo que Scioli, Solá y hasta Ruckauf tuvieran mayor aprobación que los presidentes de sus períodos porque, sabiéndose que la Provincia no tiene fondos para ser autónoma, se responsabiliza siempre al presidente de sus males; pero esa capa protectora de los gobernadores bonaerenses que los hace ser siempre presidenciables luego no alcanza para consumar la expectativa que se tiene de ellos.

Así de grande volvió a soñar hoy el peronismo.