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El todo y la nada

Vale repasar la dialéctica del amo y el esclavo que desarrolló Hegel en Fenomenología del espíritu para comprender mejor por qué Néstor Kirchner batió récord de aciertos políticos durante varios años, pasó luego a acumular fracasos innecesarios y, en lugar de llamarse a sosiego, siempre redobla su apuesta.

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(Fontenelle)

 

Vale repasar la dialéctica del amo y el esclavo que desarrolló Hegel en Fenomenología del espíritu para comprender mejor por qué Néstor Kirchner batió récord de aciertos políticos durante varios años, pasó luego a acumular fracasos innecesarios y, en lugar de llamarse a sosiego, siempre redobla su apuesta: tras su derrota con el campo, nacionalizando la jubilación privada y, después de su fracaso electoral en Catamarca, adelantando la votación nacional de octubre a junio.

Para Hegel, el primer enfrentamiento de la humanidad y el comienzo mismo de la historia fue con el amo y el esclavo, la lucha que creó al hombre a partir del animal. Llevado a sus últimas consecuencias, ese enfrentamiento debería haber concluido con la muerte de uno de los duelistas, pero para que la historia se iniciara –y continuara–, fue necesario que los dos sobrevivieran, para lo cual uno tenía que rendir su deseo al deseo del otro.

Hegel decía: “Los amos se diferencian de los criminales en que no necesitan ocultarse”. La conciencia del esclavo está regida por el temor permitiendo a la del amo ubicarse por encima, porque su superioridad emanaría de su “no miedo”. Quien se transformó en esclavo antepuso el deseo de seguir viviendo a todo lo demás.

Para Hegel, el esclavo no teme al amo sino al amo absoluto y verdadero: la muerte. Por eso la dialéctica entre ambos no puede desplegarse si no está en juego la supervivencia. Pocos hombres ponen el deseo de reconocimiento por encima del deseo biológico de supervivencia, pero quienes tienen este comportamiento son especialmente dotados para profesiones con altos riesgos.

¡Viva la muerte! El inicio de la historia de la humanidad habría comenzado con dos que al encontrarse trataron de imponer su deseo. El amo creyó que en esa lucha había que ir hasta el final, hasta la muerte, y su meta fue vencer o morir, todo o nada. En cambio, el esclavo prefirió tener una vida más allá del triunfo y decidió no ir hasta el final en esa lucha porque no quiso arriesgarse. Simplificadamente, habría preferido la esclavitud a la muerte.

Una metáfora moderna que Hegel no hubiera podido imaginar y en la cual Néstor Kirchner ocuparía un podio es el chicken race, donde dos autos se dirigen en sentido contrario a toda velocidad y antes de estrellarse uno de los dos se rinde corriéndose del camino (en el juego original los autos chocan y el piloto que gana es el último de los dos que salta del coche).

En los años 70, entre quienes gritaban “vivos o muertos pero nunca esclavos”, hubo quienes sintieron una cuota de desprecio por aquellos a los que acusaban de practicar el “libres o esclavos pero nunca muertos”.

La violencia que expresa una dialéctica asociada con la forma de poder agresivo se plasma en la escena en donde el jefe de una banda primero asesina a su propio hermano para que los jefes de las otras bandas registren que quien está dispuesto a matar a su familia no dudará en hacer lo mismo con quien lo desafíe: en El Padrino II, Mario Puzo hace que Michael Corleone mande matar a su hermano Fredo Corleone.

“A ti mismo golpeas.” Para Lacan, “la preeminencia de la agresividad en nuestra civilización quedaría ya suficientemente demostrada por el hecho de que se la confunde habitualmente en la moral media con la virtud de la fortaleza” (por lo menos es así en la moral media de Néstor Kirchner), cuando “lo que el alienado trata de alcanzar en el objeto que golpea no es otra cosa que lo malo de su propio ser”.

Y agrega: “Encontramos en Hegel la desvalorización extrema de la posición del amo, pues hace de él el gran chorlito, el cornudo magnífico de la evolución histórica” porque esa fortaleza abusiva no sería más que debilidad encubierta. Mientras el amo es ineducable, el esclavo precisa dominar su instinto. Mientras el amo destruye dando sólo satisfacción inmediata a su deseo, el esclavo se cultiva y sublima trabajando. También para Hegel la clave del progreso está en el esclavo y no en “el guerrero ocioso y consumidor” porque, “para alcanzar la autonomía verdadera, es necesario pasar por la esclavitud y la angustia de muerte que lo llevó a trabajar para otro”.

Junio, octubre, diciembre. Hay autoridad cuando quien obedece tiene la posibilidad de no hacerlo y renuncia a esa posibilidad, pensaba el filósofo hegeliano Alexandre Kojève. Ese no es el territorio donde Néstor Kirchner se sentiría más fuerte para hacer política. Más afín a su carácter es el hombre que todo lo puede y si no puede algo, lo deja. Por eso muchos se preguntan qué pasará a fin de junio si el Gobierno pierde las elecciones dos años y medio antes de concluir su mandato (Cobos se opuso al cambio de cronograma).

El anuncio del adelantamiento de las elecciones de octubre comunicó que la economía empeorará mucho pero, además, que hay “riesgo de muerte”, porque la Presidenta dijo que sería “suicida” votar cuatro meses después de la fecha que ella propone y el ex presidente dijo que de no adelantar la fecha “ante una crisis tremenda” se pondría en riesgo la gobernabilidad del país.

Esta vez, a los Kirchner les juega a favor su falta de credibilidad, porque si mandatarios normales anunciaran tanta gravedad institucional y económica, la sociedad entraría en pánico; aquí el dólar se mantuvo y la Bolsa creció. Claro que en ambos mercados el propio Gobierno es el jugador dominante.

La antropológica de Hegel es una filosofía de la muerte. Y a Néstor Kirchner le gusta desafiarla.